Blog de Ignacio Fernández

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viernes, 31 de diciembre de 2010

VARIAS INTÉRPRETES: Mujeres de agua

    Supimos de Javier Limón a través de dos hitos sobresalientes en la producción discográfica española de los últimos años. En 2003 produjo junto a Fernando Trueba el tan revolucionario como comercial a la postre Lágrimas negras de Bebo Valdés y Diego el Cigala. Poco después, en 2005, bajo el título Limón apareció en las escasas tiendas de discos que nos van quedando uno extraordinario, donde acogidos bajo su batuta lucían sus artes Paco de Lucía, Andrés Calamaro, David Broza y Duquende entre otros. El sello Casa Limón se vestía así de largo definitivamente ante el público en general y anunciaba próximas y suculentas cosechas. Tal ha ocurrido, por ejemplo, con los trabajos de Concha Buika o de Yasmín Levy, hasta conformar una auténtica factoría en la que se reúnen, crean y actúan nombres tan importantes como los ya citados más Estrella Morente, Bebe, Luz Casal, Jerry González, Luis Pastor, etc. Todos ellos tejidos con en el telar de la multiculturalidad y de las raíces.

     Pues bien, Mujeres de agua es una nueva filigrana en ese brocado urdido para la ocasión sobre las resonancias del Mar Mediterráneo. Se trata, como el propio Limón declara, de una inmersión en “sonidos diferentes y hermanados a la vez, ramas de un mismo árbol. A veces en forma de canción, otras en forma de instrumento de raíz y otras simplemente como inspiración”. Además, el protagonismo vocal se lo otorga a las mujeres, a quienes está dedicado el disco, “en especial a las que por alguna razón se les prohíbe cantar”.

     De este modo, amanecemos en Estambul mecidos por el grito de Aynur; paseamos por Túnez al lado de La Susi; bailamos un pasodoble turco del brazo de Estrella Morente; con Mariza nos deleitamos de nuevo en el fado; Carmen Linares nos devuelve a las playas tunecinas; Concha Buika navega entre islas; Montse Cortés nos acerca al Líbano con sus besos; Sandra Carrasco se entrega a la bulería; La Shica nos envuelve en aires adriáticos; Yasmín Levy, en los misterios ladinos; con Eleffteria Arvanitaki fondeamos en las calas griegas; y, en fin, la voz de Genara Cortés suena como un buzuki flamenco. Éste es el itinerario y éste es el programa para un crucero musical imprescindible. No hay mar de fondo ni acechanzas en el horizonte, sólo un oleaje suave de canciones que nos permite evocar los contornos mediterráneos en todo lo que de común y distinto tienen, que no es poco como se podrá escuchar. De paso, el capitán Limón vuelve a demostrar su virtuosismo en las tareas de la producción sobre bases en apariencia heterogéneas, pero que al cabo constituyen un ejercicio de navegación admirable que pocos alcanzan. Merece sin duda colgarse un aro en la oreja, como aquellos navegantes que, tras atravesar los cabos australes de Hornos, Buena Esperanza y Leeuwin, se ganaban ese honor junto al de no agachar sus cabezas ante el monarca y mear contra el viento. Honores que son extensibles, por supuesto, a toda su marinería de mujeres de agua, aspecto poco difundido en las viejas crónicas sobre navegantes.

Publicado en Notas Sindicales, febrero 2011 

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