Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

jueves, 16 de junio de 2011

El sindicalismo

    En los últimos tiempos, lo que Marx denominaba superestructura, es decir, el conjunto de los fenómenos jurídico-políticos e ideológicos y las instituciones que los representan, ha sumado a sus componentes clásicos uno bastante inesperado: los sindicatos llamados de clase. Su conquista de un lugar relevante en términos sociales y políticos, su condición de elemento básico del sistema recogido en la Constitución y su notable grado de participación institucional han hecho que la ciudadanía, bien por sí misma, bien al hilo de mensajes teledirigidos, los perciba y juzgue sin distingos de ese modo y se rebele contra ellos como un agente más de sus desdichas. Son paradojas de los tiempos oscuros que atravesamos. Cierto es que el sindicalismo, como otros actores de la vieja edad contemporánea, requiere revisión y actualización; cierto que padece de inercias y adolece de vicios antiguos; cierto también que habrá perdido frescura a medida que han crecido sus organizaciones. Pero, con todo, no deberíamos ignorar que en la actual coyuntura salvaje es casi el único elemento que contrapesa la depredación insaciable del capitalismo agónico. Por eso resulta molesto y es objeto de agresiones bárbaras por parte de la ultraderecha económica, empresarial y mediática, que extiende una opinión simple en titulares para que cale fácilmente en ese pensamiento ikea con que definimos y explicamos el mundo poscontemporáneo. Para saber mejor lo que nos espera en esa senda, baste citar al Premio Nobel de Economía Paul Krugman, quien advierte de que la menor afiliación y las mayores dificultades para que los trabajadores se unan a los sindicatos y así negociar mejor  sus condiciones laborales son una de las causas que provocan el gran incremento de la desigualdad. Y cita como ejemplo que un tercio de la diferencia en desigualdad entre Estados Unidos y Canadá se debe no casualmente a la caída de la afiliación en el primero de esos países. Es lo que está en juego y todos tenemos cartas en la mano.

Publicado en La Crónica de León, 17 junio 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario