Blog de Ignacio Fernández

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viernes, 3 de junio de 2011

La participación

    De los acontecimientos sindicales, sociales y políticos habidos durante el pasado mes de mayo se deduce al menos un denominador común: la demanda de participación. Puede tener aspecto de rebeldía laboral organizada, de concentración juvenil espontánea o de respuesta aritmética en las urnas, pero de todo ello se deriva un mensaje muy parecido: ciudadanos y ciudadanas desean sentirse partícipes de su destino, esto es, lo que unos llaman democracia real y otros expresan desertando del voto a una socialdemocracia humillada, que precisamente perdió la conexión con sus bases cuando la participación en un programa común fue sustituida por el dictado exterior ajeno. Por tanto, lo que fue y habrá de ser propio de la izquierda para seguir existiendo es también recuperar la senda de lo participativo, lo transparente y lo colaborativo, en lugar de lo delegado, lo opaco y lo piramidal. Y buena nota habrán de tomar de ello las organizaciones políticas de ese signo y las sindicales de clase para rearmar a una ciudadanía desconcertada, irritada y enferma de desafecto, junto a la que construir una sociedad diferente a la muy injusta del capitalismo caníbal. Del mismo modo que hace quince días proponíamos el trinomio indignación-organización-acción, hemos de añadirle ahora el complementario información-participación-decisión: posiblemente un modelo siniestro clásico, pero no por ello menos eficaz. Bastante más al menos que lo que hemos escuchado sobre participación al futuro alcalde de la ciudad de León, para quien dicha cualidad política se resume en “seré un persona cercana” y declararé la “alcaldía abierta” sin llave para acceder a la planta noble del ayuntamiento. Eso se llama paternalismo, exactamente lo contrario de aquello que reclaman los miles de iracundos digitales o analógicos. Harían bien igualmente los diestros en no despreciar esas lecciones si no quieren que la resaca les arrastre como a otros les llevó el oleaje.

Publicado en La Crónica de León, 3 junio 2011

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