Blog de Ignacio Fernández

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viernes, 21 de octubre de 2011

El presentismo


     Mucho se habla de absentismo laboral, sobre todo entre los patronos, y tanto o más se yerra o se retuerce el sentido de las palabras o de los hechos. En la mayor parte de ocasiones, de lo que se trata es más bien de fomentar el presentismo, es decir, la permanencia en el puesto de trabajo en cualquier condición. Ignoran estos habladores las consecuencias negativas que este comportamiento acarrea tanto a trabajadores como a empresas, tales como deterioro de la salud, pérdida de bienestar, disminución del rendimiento, incremento de fallos e incluso más bajas y más largas a medio plazo. Se sabe, por ejemplo, que la gripe A obligó a unos 26 millones de trabajadores estadounidenses a ausentarse del trabajo, mientras que otros 8 millones que la habían contraído acudieron a trabajar a pesar de ello, con el resultado de que los que acudieron estando enfermos acabaron contagiando a otros 7 millones de personas. Es un proceder común corroborado por la V Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo, realizada en 2010: ante la pregunta “Durante los últimos 12 meses, ¿ha trabajado estando enfermo?”, el 40,7% de los trabajadores y trabajadoras de la Europa de los quince responde sí y el 46% admite que se había ausentado del trabajo por motivos de salud en el transcurso del último año. La forma en que las empresas fomentan ese presentismo es muy diversa y va desde prácticas institucionalizadas claramente visibles hasta la presión informal de jefes o mutuas. Pero el mecanismo socialmente más eficaz es vincular bajas laborales con absentismo y fraude, ocultando de mala fe que en realidad, según datos de 2007, sólo el 2’1% de ausencias lo fue por razones injustificadas (retrasos, salidas anticipadas, permisos particulares…), mientras que el resto lo fue claramente por el ejercicio de derechos (visitas médicas, ILT, maternidad, permisos negociados, horas sindicales, formación…). Conviene conocerlo para saber de qué hablamos.

Publicado en La Crónica de León, 21 octubre 2011

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