Por
fin el nómada se detuvo en su verdadera cuna, Buenos Aires, y culminó un
itinerario de lenguas, estilos y geografías para explayarse en la capital
argentina con un disco y un DVD casi definitivos en su carrera de músico vagamundos. Fairbanks (Alaska), San Diego (California),
Montevideo y Nueva York (por no citar sus otros antecedentes de madre
argentina-española-catalana y padre yanqui-noruego) son las demás estaciones de
ese camino recorrido por Kevin Johansen, el Piojo, donde se ha nutrido sabiamente con los productos de
cada lugar: inglés, francés y, naturalmente, castellano porteño; funk, pop y,
por supuesto, tango y milonga; Jorge Dréxler, Paulinho Moska y Barry White. "The mixture is the future", como él mismo confiesa.
Disco
definitivo, decimos, de este Vivo en Buenos Aires porque es compilación de cuanto hubo antes y punto
seguido para cuanto se anuncia hacia después. Disco definitivo también porque,
grabado en directo en el Teatro El Nacional, rezuma la frescura callejera y
pendenciera de este desgenerado, es decir, todo lo contrario del
artista unidimensional en la medida que sabe eludir el esquema de los géneros
con tanto respeto como audacia. Y disco definitivo, en fin, porque conjuga todos
los envoltorios que ha ido acumulando con los años, desde la fidelidad de su
grupo The Nada hasta el acompañamiento en vivo del dibujante Liniers, más la
costumbre de subir al escenario otras voces para recrear como si fueran nuevas
sus canciones de discos precedentes; en este caso, Kiko Veneno, el brasileño
Paulinho Moska, el uruguayo Fernando Cabrera o la portorriqueña Ileana Cabra. Y
todo ello bajo la batuta en la coproducción de Matías Cella, de quien, para más
referencias, ya tuvimos noticia aquí en el comentario de Cara B de Dréxler.
Lo
cual que, a la hora de la crítica, tampoco el que suscribe puede a veces
sustraerse a sus propias emociones, y no las vamos a ocultar. Por eso ahora,
cuando cuentan que no se sabe qué será de la Semana Negra gijonesa, a punto de
ser devorada por el Ogro del Principado y sus ogritos, al repasar el concierto
bonaerense de Johansen es inevitable no recordar el que nos regaló a la orilla
del Molinón con motivo de una de aquellas citas con la literatura, la música y
el guirigay. Aquel bullicio literario fue probablemente el mejor decorado para
la “Cumbiera intelectual”, lo mismo que los puestos abigarrados de vendedores
inmigrantes nos permitieron sentir de forma más viva “Sur o no sur”. Así que,
de consumarse la afrenta (que no será la única en esta materia), también
canciones como “Desde que te perdí” cobrarán otro sentido, si acaso no
dispusieran ya de él en la actualidad por muy otros motivos. Total que, metidos
en sentimentalismos, no resta más que agradecerle al Flaco que un día remoto nos diera a conocer al bueno de
Kevin Johansen. Son deudas que se contraen y que se deben lucir; no como otras
más prosaicas que nos estrangulan desde hace años y no nos permiten ni
respirar.
Publicado en Notas Sindicales, noviembre 2011
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