Hoy, 7 de octubre, como viene ocurriendo desde 2006 a
instancias de la Confederación Sindical Internacional, se celebra la Jornada
Mundial por el Trabajo Decente. El concepto de trabajo decente, acuñado por la Organización Internacional del
Trabajo, se refiere al que se realiza respetando los convenios proclamados por
esta organización en 1998 –libertad sindical, derecho de huelga y negociación
colectiva, prohibición del trabajo infantil y forzoso, y prohibición de toda
forma de discriminación laboral– y que, además, es un trabajo que se realiza
bajo contrato, con una remuneración justa y el derecho a unas prestaciones
sociales básicas. Esta necesidad de reivindicar el trabajo decente remite, como
es obvio, a la existencia de ese otro trabajo indecente, que desde 2008 y gracias a la codicia sin límites
ha conocido un notable incremento, así en los países donde siempre se supuso su
madriguera como en nuestro entorno cercano. Porque indecente es esa tasa de
desempleo que se sitúa en la provincia leonesa en el 17’17% mediado el presente año. Indecente es la tasa de
temporalidad que ascendió en 2010 hasta el 20%. Indecente es que a estas
alturas del año sean todavía 4.500 los trabajadores y trabajadoras sin renovar
su convenio desde el año pasado y 17.500 en el actual. Indecentes son los 7.470
que han sufrido accidentes laborales hasta el mes de junio y mucho más que
indecentes los 9 muertos por esas circunstancias hasta la fecha. Indecentes son
la media docena de empresas y las innumerables entidades administrativas en la
provincia que, obligadas por Ley, continúan sin disponer de plan de igualdad.
El trabajo decente, en fin, no es
ni debe ser un privilegio, y sólo será una cualidad general si colocamos en
nuestra prioridad a las personas, es decir, el empleo, las prestaciones
sociales, la defensa de los servicios públicos fundamentales, en particular
educación y salud, y la negociación colectiva.
Publicado en La Crónica de León, 7 octubre 2011
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