Las
crónicas de La Crónica abarcan un panorama tan amplio al menos como secciones,
fechas, noticias, viñetas o fotografías que en su historia han sido. Añadir a
ese índice un capítulo con perspectiva laboral o profesional puede parecernos
quizá menor para tanta gloria como seguramente se recogerá en el cuaderno de
los 25 años. Ahora bien, si convenimos en el papel decisivo que las personas
juegan en toda empresa, por más que en ocasiones resulten poco apreciadas,
entonces no podrá sernos ajena la peripecia de nombres que por el periódico han
transitado durante estos cinco lustros. Honremos, pues, con ese motivo a los
hacedores de prensa, los consagrados y los anónimos, los idos y los
permanecidos, necesarios todos para la elaboración diaria de este portavoz de
nuestro existir social.
En
lo profesional, que es palabra bien connotada, lo que sabemos es que La
Crónica, por sí sola o en compañía de otros apellidos, ha sido durante estos
años una auténtica escuela de periodismo. Si bien es cierto, como diremos
luego, que el periodista es un ser obligado en nuestros tiempos a la
itinerancia, ello arroja no obstante un resultado positivo que no debe
pasársenos desapercibido. No es casual que en este 2011 los tres directores de
los diarios provinciales hayan trabajado y se hayan formado antes en el
periódico de referencia; como tampoco lo es que desde el mismo se haya nutrido,
bien a otros medios de comunicación, bien a otros gabinetes al efecto; o que
desde sus páginas de tacto tosco y sucio de tinta algunos hayan dado el salto
hacia otros papeles más nobles e incluso literarios. Es un mérito que le cabe a
este periódico y justo es reconocerlo en el momento de los aniversarios.
Sin
embargo, por lo que hace a lo laboral, que resulta ser un término mucho más
pedestre que el anterior y casi hasta desprestigiado en medio de tanto impulso
emprendedor, La Crónica no se ha escapado ni se escapa del sino común al sector
de la comunicación. Al margen de que la época fuera de expansión o, como ahora,
de depresión –que de todo ha habido en la viña de este diario-, los vaivenes
entre su personal no sólo lo han sido por un paso a mejor vida, sino que en
muchos casos son fruto de la inestabilidad en este tipo de empleo. Además, esa precariedad
laboral existente en los medios de comunicación en general puede condicionar la
libertad de opinión y de crítica y, en consecuencia, poner en riesgo los
valores democráticos y la necesaria pluralidad informativa y de opinión a la
que tiene derecho la ciudadanía. Pensemos, por ejemplo, que los medios de
comunicación españoles han perdido en lo que llevamos de 2011 más de mil
empleos, una cifra que triplica la correspondiente a todo 2010.
Mas,
en fin, los cumpleaños, sobre todo aquellos tan redondos como el que aquí nos
ocupa, no sólo son útiles para evaluar el pasado; sirven también, y es oportuno
que así sea, para avanzar propósitos de futuro. En tal sentido, desde un punto
de vista sindical, creemos que para La Crónica y para el conjunto de medios de
comunicación sería buena la atención de las instancias de control
administrativo y laboral para evitar situaciones de precariedad o
irregularidades que cuestionan incluso la viabilidad de las empresas;
igualmente, la promoción de una Mesa sobre la situación de los medios,
compuesta por el Gobierno, las partes implicadas y los agentes sociales, que
promueva medidas para reforzar esa viabilidad; y, por último, avanzar y
consolidar un modelo de radio, televisión y nuevos servicios de comunicación
que cumpla con sus funciones de servicio público de calidad, respetando los
derechos laborales. Son sugerencias humildes para que dentro de otros
veinticinco años volvamos a tener ocasión para celebrar un aniversario tan
relevante como este en un periódico al que todos estimamos.
Publicado en La Crónica de León (especial 25 aniversario), 6 noviembre 2011
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