Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

viernes, 6 de enero de 2012

OK CORRAL BAND: 1.000 amores


     Con antecedentes tan notables como Abuelo Jones y Palo de Trueno proyectándose desde la década de los setenta; con canciones tan insignes grabadas en la memoria como “Oye vaquero”, de la Compañía La Banana, y “Cuatreros de ganado”, de los Deicidas, ambas en los años ochenta; y con el esplendor actual de un dúo como The Bright, que se hizo hueco el año pasado entre las propuestas más destacadas de la música nacional; con todo eso por delante y en sus alrededores, decimos, no es extraño, por más que haya a quien le sorprenda, que en esta orilla regional nuestra tenga su origen y aposento un grupo como OK Corral Band. Porque, al fin y al cabo, tal y como cantaban Zapico y sus asesinos de dioses: “Ni Texas ni Arizona, el Oeste está en León”.

     En efecto, con los nutrientes de aquel Palo de Trueno, de Colt 45 más tarde y de otros senderos de la música leonesa ha acabado consolidándose esta banda country, cuyo pecado original se remonta a 2005 y que acumula ya un currículum estimable para lo que este estilo musical suele producir por estas tierras: dos discos, colaboraciones en otras tantas bandas sonoras de películas (¿Quién mató al Dr. Pus? y Walking dog) y la participación estelar nada menos que en el Festival Country de Chihuahua en 2008. Ese itinerario es el que lleva precisamente de su primer disco –Junto a ti, donde todavía se puede rastrear al lado de composiciones propias la herencia de sus padres fundadores: Eagles y Fly Burrito Brothers- hasta éste que nos ocupa -1.000 amores- que supone su decantación definitiva hacia el country-pop sin perder en absoluto sus esencias. De todo ello, más algunos vídeos curiosos, hay acta digital en la página: www.okcorralband.com


     OKCB son, pues, algo así como el testimonio de nuestra intrahistoria musical, ese club de grupos provincianos que por lo general no saltan a la fama mediática (ni falta que hace) ni conquistan el éxito comercial, pero que perseveran, aun cambiando con frecuencia de formación a partir del núcleo resistente, hasta ganarse la estima y consideración de un público que acaba siendo adicto a sus melodías. Y, lo que es más importante, lo hacen no simplemente abusando de versiones fáciles, que en este caso les permitiría un repertorio tan inagotable como brillante, sino que construyen un cancionero propio, digno de todo elogio, a base de horas y horas de ensayo en locales fríos y desangelados. Por eso, de cuando en cuando, tienen la oportunidad de subir a un escenario y suenan de verdad como auténticos músicos que nada tienen que envidiar a las glorias más ensalzadas. Quizá no sea gran cosa, no se ganan la vida con esta tarea, no hacen grandes giras, no reúnen fervores histéricos de adolescentes, pero nos han permitido a cuantos bebemos la vida también en la música disfrutar de una experiencia cercana, casi familiar, sin la cual seguramente tampoco habríamos sabido degustar otros platos de más alta cocina musical. Es lo que tiene habitar en el oeste del Oeste.

Publicado en Notas Sindicales,  febrero 2012

1 comentario: