Un
mundo de frases hechas, de tópicos y de lugares comunes es el nuestro. Poco
importa que el referente sea asunto venial o mortal, terreno o celeste, épico o
lírico, basta un titular para liquidar el asunto y con cuatro de ellos andamos
por la vida. Todo lo más, quienes sobresalieron en el colegio religioso a la
hora de los concursos de redacción se permiten alguna metáfora, bastante sobada
por otra parte. Como la Ministra de Empleo, que quiere convencernos de que
todos vamos en el mismo barco. El resto, sean de la liga de los sinbata o de los conbata, se agarran a una expresión en apariencia feliz y
construyen toda una teoría política. Así ocurrió en 1985, cuando Felipe
González nos vendió aquella su reforma laboral diciéndonos: “Los empleos
temporales de hoy serán los fijos de mañana”. Años después, en septiembre de
2010, digno sucesor suyo fue Rodríguez Zapatero, quien nos endosó su particular
reforma con parecida sentencia: “Los sacrificios de hoy son la puerta del
bienestar de mañana”. Como imitadores nunca faltan, y mediocres tampoco, sea
cual sea su signo ideológico, María Dolores de Cospedal presentó en diciembre
de 2011 sus medidas de ahorro para la Comunidad de Castilla-La Mancha
afirmando: "el sudor de hoy alejará las lágrimas
de mañana". No hemos agotado la legislatura y ya nos ha brotado (verde de
vergüenza ajena) otra oradora sin par, Ana Botella, alcaldesa, quien al
referirse a las penitencias que nos han caído encima declaró al diario La
Razón: “Los sacrificios de hoy serán la prosperidad de mañana”. Es lo
que tiene hacer declaraciones y no saber qué decir. Esto está bien en el bar, cuando se escucha entonar con énfasis “fútbol es fútbol” o “hasta el último
minuto hay partido”. Pero cuando quienes se expresan así, de manera tan pueril
y vacua, son nuestros gobernantes o nuestros presuntos líderes, entonces, como
escribía Herman Melville, comprendo que ha llegado la hora de embarcarme.
Publicado en La Crónica de León, 23 marzo 2012
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