Con su retórica habitual, a medio camino entre
el llanto y la ofensa, es decir, con la prosa propia de los que sólo reconocen
la paja en el ojo ajeno, la Federación Leonesa de Empresarios ha vuelto a hacer
público unos días atrás otro comunicado hiriente. En él, la FELE reclama «de
forma apremiante» y ante la «extrema gravedad de la situación», una rebaja
«mucho mas contundente en los gastos improductivos de las distintas
administraciones para que sea posible el fomento de la inversión, la
recuperación de la actividad económica y la generación de empleo». Estas
afirmaciones groseras podrían hacernos pensar que en el otro lado, en el lado
privado y en el de sus estructuras dirigentes, la productividad es santo y
seña, cuestión que evidentemente no es tal. Y para que no se molesten, citaré
sólo una muestra estadística de los Estados Unidos, país al que seguramente
admiran estos individuos de la viga en el ojo propio: allí, en el paraíso del
capitalismo, de la desregulación y del rifle, el
43% de la superélite son ejecutivos de empresas; de ellos, el 18% trabaja en
las finanzas y otro 12% son abogados; por lo tanto, no son profesiones en las
que exista precisamente una clara relación entre los ingresos de alguien y su
aportación a la economía real. Quizá por eso ocurre lo que ocurre, entre otras
cosas que hoy las transacciones financieras
equivalgan a 70 veces la economía real o economía productiva y que las diferencias de renta, según la OCDE, estén en el
nivel más alto en 30 años; de hecho, en España, el 10% mejor situado gana 12
veces más que el peor pagado. No sé si estas cuestiones serán tenidas en cuenta
por los empresarios leoneses en sus análisis de la situación, me temo que no.
Confío, pues, en que les resulten útiles para ser un poco menos tendenciosos.
Aunque tengo la impresión de que nada les iría mejor que una buena consulta en
un servicio de oftalmología. Público, por supuesto.
Publicado en La Crónica de León, 24 agosto 2012
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