Cada
día de la semana, casi cada hora, tenía sus rituales, y la música,
naturalmente, no era ajena a esos ritmos repetidos entre timbres de clase,
sirenas de azucarera y silbidos del ferrocarril. Como bien se puede suponer, en
los fines de semana llegaba la coronación del show, aunque no todo en esos dos
o tres días respondía a una misma mecánica ni a un mismo repertorio; es decir,
no siempre era posible actuar sobre la misma combinación en el teclado para
ambientar la fraternidad. Por ejemplo, los domingos, después del horario de
misa, tenían necesariamente otro sabor y otro rumor.
A esas horas,
mediodía del domingo, se producía en los bares una hibridación que obligaba a
poses y concesiones que no sucedían en otros momentos y en otros espacios de
gustos más restringidos y homogéneos. Olía a limpio, se bebía mosto o vermouth
(según sexos y edades) y en los locales que tenían un aparte con la máquina de
discos (que los había en casi todos los barrios) se amontonaban todas las
liturgias posibles e imposibles. Predominaba lo comercial, como sucede en estas
amalgamas, y un tal Laurent Voulzy se las llevaba de calle, así que hubo que
cortar por la del medio y reconquistar posiciones hasta remodelar el deleite
colectivo con otros patrones que empezaban a ganar protagonismo. Enseguida
aquel protomix que tenía por título Rockcolletion fue dejando espacio a un single
de Triana que albergaba en su cara A una canción perfectamente digerible para
esos escenarios, Rumor, sin por ello dejar en el camino ni un ápice de su mensaje
capital para aquellos años: “la guitarra a la
mañana / le habló de libertad”.
En realidad, lo del flamenco y el rock lo habíamos descubierto con
Smash, pero resultaron demasiado psicodélicos o underground para una
juvenilidad todavía pálida en exceso. Triana, en cambio, nos llegó en el
momento justo. En junio de 1976
formaron parte del cartel del “1er Enrollamiento Internacional de
Rock Ciudad de León” (primero y último, por cierto), junto a Asfalto, Iceberg,
Bloque, entre otros, y Nico como estrella venida del más allá. Dos años antes
habían editado su primer disco, «El patio», y ya nos habíamos solazado bastante
con sus canciones en las tardes de cafetería y en las exhibiciones de los
virtuosos de la guitarra, que hicieron de Abre la puerta una parada obligatoria. Pero su aparición en el
escenario, en medio de aquella melopea provinciana, resultó ser el pasaporte
menos discutido para la ampliación de nuestro cancionero hacia los grupos
hispanos sin que nadie se atreviera a ponernos en tela de juicio. Todo lo
contrario, de ahí a sembrar las matinales domingueras requirió sólo una pequeña
espera por su segundo álbum y una reconversión imprescindible en los ritmos de
la tribu.
Rumor, junto a Recuerdos
de Triana en la cara
B, fue editado por Movieplay en 1977, extraído del LP «Hijos del agobio». Según
http://trianadiscografía.blogspot.com
, “se dice, se cuenta, se rumorea (hoy ya leyenda urbana) que la revista
musical de mayor tirada en América del Sur y Estados Unidos, Record
World, les consideró en aquel año como el
mejor grupo de toda el área latina”. http://www.youtube.com/watch?v=b2QljMsDZ_8
Publicado en genetikarockradio.com, diciembre 2012
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