Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 20 de enero de 2013

AMPARO SÁNCHEZ: Alma de cantaora


     “…Para ti, que eres la razón por la que canto y comparto mi música”. Así reza parte de la dedicatoria de un disco que firma Amparo Sánchez, la misma que un tiempo atrás se hizo llamar Amparanoia. Lo que ha sucedido en ese tránsito y sus motivos no nos interesan, porque el misterio, de haberlo, se resuelve precisamente en la dedicatoria: nada ha cambiado en los objetivos artísticos de esta maestra de la fusión musical en España, la comunión que persiguió siempre con sus auditorios, en disco y en directo, continúa siendo de entrada el motor de esta nueva etapa.

     ¿Existe entonces alguna diferencia, aparte de la onomástica, para un oyente ignorante? Dos se nos ocurren, aunque ello no suponga una fractura para nuestros oídos. Por un lado, da la impresión de que Amparo se ha tranquilizado, dicho sea en el mejor sentido; se nos aparece más reconcentrada, más intimista y más acústica, lo cual ni le priva de ritmo ni le resta un gramo a sus valores reivindicativos y de combate. Por otro, quizá en consonancia con lo anterior, ha perdido luz, ha perdido color, quizá ha perdido alegría, y eso es más que evidente si comparamos la portada de este disco con las que fueron en su vida precedente, llega a ser incluso fea por más que bien intencionada. Sin embargo, otras constantes de su estilo personal siguen vigentes y nítidas. La mezcla de ritmos, los terrenos fronterizos, la fusión, en suma, es una de ellas: es un disco pop, pero también podríamos calificarlo con esa etiqueta múltiple de lo étnico, de la world-music. Otra es la persistente colaboración con artistas de distinto pelaje, de culo inquieto como ella, en este caso Mane Ferret, Arianna Puello, Caléxico o Bebe. Y, por último, también resisten las referencias sonoras que se superponen a las canciones o se hacen canciones de sí mismas, con la Abuela Margarita y el Subcomandante Marcos a la cabeza.

     Podría decirse por tanto que el “alma de cantaora” ya habitaba en Amparo Sánchez antes de ser Amparo Sánchez, seguramente desde su cuna en Jaén hasta sus andanzas sucesivas bajo el sello Amaparanoia, que tan buen regusto nos ha dejado. Siendo la misma y sin ser la misma. Y en estos tiempos, cuando todo lo que lleva la etiqueta latina parece venirnos de Miami, es decir, cocinado desde la sede del imperio, no está nada mal fortalecer devociones que, siendo de aquí, van mucho más allá de lo local y a la inversa. Y, por si hiciera falta algo más, baste repetir lo que ella misma señala en su web oficial: “Mi canto se basa exclusivamente en los sentimientos. No puedo cantar nada que no sienta”. No otro es, pues, el enigma de las cantaoras, vengan de donde vengan, se llamen Billie Holiday, Edith Piaf, Amparo Sánchez o su alter ego pretérito. Es lo que se conoce como autenticidad sin brillos inútiles, lo que más nos seduce de este disco, lo que siempre nos arrebató de esta artista. Merece la pena asomarse a ella con sosiego si no se ha hecho ya a estas alturas.

Publicado en Notas Sindicales, abril 2013

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