Al
lado de los jukebox y de otros aparatos de música bastante minoritarios, y con
las emisoras de radio en fase gestante, los gustos musicales se apoyaban en
algunas publicaciones que nos merecían respeto. Sobre todo el Popular 1 –muy gráfica- y Vibraciones –mucho más atrevida-, que junto a El Viejo
Topo y El Papus fueron algo así como nuestro catecismo profano. En
ellas buscábamos contrastar nuestras intuiciones básicas o hallar respuestas a
enigmas indescifrables. Por ejemplo, ¿por qué un grupo nos arrebataba en un
determinado momento y con la misma facilidad, también sin razones aparentes, lo
hundíamos acto seguido en el saco del olvido? Fue lo que nos ocurrió con Bad
Company que, por cierto, habían sido portada luminosa en Popular 1 y, seguramente, protagonistas de sus popsters, otra
aportación decisiva a nuestro paisaje doméstico para disgusto de padres y
madres, que preferían el horroroso papel pintado.
Fue
así como a fuerza de aquella repetición machacona, y también familiar por otra
parte, (“no puedo tener suficiente de tu amor…”) nos hicimos amigos de aquel
grupo heredero de otro de nuestros fetiches sonoros: All right now de Free. Fue tal la furia que de
su primer disco grande nos conquistó casi todo, sus ocho canciones por
supuesto, el nombre del grupo, su logo, el diseño en blanco y negro… Y pronto
nos supimos los ripios de Can’t get enough y de Movin’on, las dos canciones que
encabezaron los singles que podíamos seleccionar en los jukebox. Lo curioso es
que pasada aquella euforia dejaron de sonar y pareció como si se los hubiera
tragado la tierra. No importó que siguieran haciendo discos, por lo menos 17
hasta la fecha, o que continúen intermitentemente activos incluso en la
actualidad. Algunos, tengo la impresión de que una inmensa mayoría, nos
quedamos en 1974 y allí seguimos repitiendo las insuficiencias aparentes del
amor.
Hoy
sabemos que eran tiempos difíciles y que era necesario situarse. Podíamos
dejarnos llevar, como aquel disco magnífico, por el vértigo acelerado con la
cocaína (Paul Rodgers, su líder y cantante, reconoció que “el alcohol y las
drogas corrían por las venas del grupo”) o bien deleitarnos en las canciones
sin atender a malas compañías. Posiblemente, eso debió ser lo que nos ocurrió,
aunque no tuviésemos conciencia de ello. Lo cierto es que el popster de Bad
Company duró poco tiempo en la pared de la habitación, como al cabo sucedió con
otros iconos del momento, musicales o no. Luego, siguieron unos años de paredes
desnudas, que no de músicas mudas, hasta que pasados los lustros el color
volvió a coincidir en los cuadros y en las partituras gracias al cartel de la
película Azul
de Krzysztof Kieslowski y a su banda sonora de Zbigniew Preisner.
El
caso es que Can’t get enough apareció en el mercado en 1974, extraída del disco «Bad
Company», primero del grupo y fundamental. Tanto que a Steve Clarke, de la
revista NMF, le animó a decir que
“todo lo que tocan se convierte en oro”, aunque me da que a nosotros nos lo
cagó el moro. http://www.youtube.com/watch?v=uAPUxvjbdcU
Publicado en genetikarockradio.com, enero 2013
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