Blog de Ignacio Fernández

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sábado, 5 de enero de 2013

Can't get enough


     Al lado de los jukebox y de otros aparatos de música bastante minoritarios, y con las emisoras de radio en fase gestante, los gustos musicales se apoyaban en algunas publicaciones que nos merecían respeto. Sobre todo el Popular 1 –muy gráfica- y Vibraciones –mucho más atrevida-, que junto a El Viejo Topo y El Papus fueron algo así como nuestro catecismo profano. En ellas buscábamos contrastar nuestras intuiciones básicas o hallar respuestas a enigmas indescifrables. Por ejemplo, ¿por qué un grupo nos arrebataba en un determinado momento y con la misma facilidad, también sin razones aparentes, lo hundíamos acto seguido en el saco del olvido? Fue lo que nos ocurrió con Bad Company que, por cierto, habían sido portada luminosa en Popular 1 y, seguramente, protagonistas de sus popsters, otra aportación decisiva a nuestro paisaje doméstico para disgusto de padres y madres, que preferían el horroroso papel pintado.

     Fue así como a fuerza de aquella repetición machacona, y también familiar por otra parte, (“no puedo tener suficiente de tu amor…”) nos hicimos amigos de aquel grupo heredero de otro de nuestros fetiches sonoros: All right now de Free. Fue tal la furia que de su primer disco grande nos conquistó casi todo, sus ocho canciones por supuesto, el nombre del grupo, su logo, el diseño en blanco y negro… Y pronto nos supimos los ripios de Can’t get enough y de Movin’on, las dos canciones que encabezaron los singles que podíamos seleccionar en los jukebox. Lo curioso es que pasada aquella euforia dejaron de sonar y pareció como si se los hubiera tragado la tierra. No importó que siguieran haciendo discos, por lo menos 17 hasta la fecha, o que continúen intermitentemente activos incluso en la actualidad. Algunos, tengo la impresión de que una inmensa mayoría, nos quedamos en 1974 y allí seguimos repitiendo las insuficiencias aparentes del amor.

     Hoy sabemos que eran tiempos difíciles y que era necesario situarse. Podíamos dejarnos llevar, como aquel disco magnífico, por el vértigo acelerado con la cocaína (Paul Rodgers, su líder y cantante, reconoció que “el alcohol y las drogas corrían por las venas del grupo”) o bien deleitarnos en las canciones sin atender a malas compañías. Posiblemente, eso debió ser lo que nos ocurrió, aunque no tuviésemos conciencia de ello. Lo cierto es que el popster de Bad Company duró poco tiempo en la pared de la habitación, como al cabo sucedió con otros iconos del momento, musicales o no. Luego, siguieron unos años de paredes desnudas, que no de músicas mudas, hasta que pasados los lustros el color volvió a coincidir en los cuadros y en las partituras gracias al cartel de la película Azul de Krzysztof Kieslowski y a su banda sonora de Zbigniew Preisner.

     El caso es que Can’t get enough apareció en el mercado en 1974, extraída del disco «Bad Company», primero del grupo y fundamental. Tanto que a Steve Clarke, de la revista NMF, le animó a decir que “todo lo que tocan se convierte en oro”, aunque me da que a nosotros nos lo cagó el moro. http://www.youtube.com/watch?v=uAPUxvjbdcU

Publicado en genetikarockradio.com, enero 2013

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