Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 29 de septiembre de 2013

Life in the fast lane


     Sucedió que, una generación por detrás, los más modernos (y con posibles) de entre los nuestros empezaron a ser enviados al extranjero por aquello de los idiomas, o mejor dicho, del idioma por antonomasia, que en nuestro caso había sido el francés, pero que en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en el inglés. Y sucedió incluso que los todavía más modernos (y con más posibles) no se conformaron con cualquier destino y aterrizaron en los vastos campos del imperio norteamericano. De allí regresaban al barrio cuando acababan los veranos con sus Levis y sus John Smith, con sus canciones de John Denver y con sus guitarras acústicas refulgentes, algunas hasta de doce cuerdas. Y fue así, no a través de los jukebox, como hasta los arrabales de la ciudad nos llegaron las melodías y las maneras de un nuevo estilo, el country, y como a la orilla del paso a nivel los más atrevidos se pusieron a entonar un utópico estribillo: “Country roads, take me home, / to the place I belong, / West Virginia, mountain momma. / Take me home, country roads”.

     Sí, fue un choque generacional considerable. Los veteranos, además de haber estudiado francés (y latín y griego, todo hay que decirlo), apenas si sabíamos de aquellas músicas por la vía del western y sus bandas sonoras, de entre las cuales las de Johnny Guitar y  El árbol del ahorcado nos eran y nos siguen pareciendo memorables. Y sabíamos también algo, aunque muy lejanamente, de un tal Gram Parsons, de sus Flying Burrito Brothers y de Emmylou Harris, ante quienes acabaríamos rendidos un poco más tarde. Pero la eclosión definitiva nos llegó, con retraso por supuesto, gracias a un disco editado en 1976, que en realidad era algo así como la decadencia de la Costa Oeste, «Hotel California» de los Eagles. De hecho, supimos por Glenn Frey, miembro fundador de la banda, que aquel disco “exploraba el bajo vientre del éxito, la cara más oscura del paraíso”. Sería por eso por lo que le tomamos cariño.

     El caso es que las canciones que más triunfaron fueron Hotel California y New kid in town. Pero a nosotros nos dio por Life in the fast lane, quizá porque se trataba de un boggie de autopista, lo cual era ya todo un tópico, quizá porque era ligeramente más hard que el resto del repertorio, quizá porque aquello de la vida en el carril rápido se correspondía bastante con el ritmo de los acontecimientos, que empezaba a desbocarse como no había ocurrido en etapas anteriores de nuestras vidas: “Fueron corriendo por esa autopista en mal estado y se perdieron. / No les importaba dónde estaban, solo morir para parar. / Y fue la vida en el carril rápido. / Seguramente te hacen perder la cabeza. / La vida en el carril rápido todo el tiempo”.

     Life in the fast lane vio la luz en 1977 como tercer single extraído del álbum «Hotel California», que para el crítico musical del londinense Daily Telegraph Jamie Dickson “en muchos aspectos representaba todo lo que el punk fue a destruir: una producción perfecta, solos de guitarra armonizados y ‘temas’”. Fue una contradicción que también a nosotros nos tocó vivir. http://www.youtube.com/watch?v=Nyx-plfWxoM

Publicado en genetikarockradio.com, 29 septiembre 2013

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