Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

martes, 11 de marzo de 2014

¡Mucha policía!


     Cualquier observador medianamente atento habrá advertido que en los últimos tiempos las policías, en todas sus variantes y cuerpos, se han hecho más que omnipresentes entre nosotros, así en lo material como en lo mediático. En unas ocasiones por errores graves de su dirección política, como en la tragedia de Ceuta; en otras por abusos propios, como muy de vez en cuando sucede con los mozos de escuadra; otras más porque está de moda relatar sus hazañas en technicolor, como es habitual y exagerado en los telediarios; y, en fin, otras todavía haciéndose notar por orden gubernativa hasta en las más pacíficas concentraciones populares. En suma, nada mejor para generar inseguridad que la promoción de la seguridad.

     Porque lo más razonable para las policías es que pasen desapercibidas, como si de árbitros de fútbol se tratase: cuanto más protagonismo adquieren, peor es el juego y más cuestionable el resultado.

     Ahora bien, a pesar de todo ese despliegue policial exagerado, lo que nunca sucede, de lo que nunca hablan los medios de comunicación, es de que estamos ante un colectivo de trabajadores y trabajadoras como otro cualquiera. Al menos como cualquiera del sector público, tan sometido a la tijera y al menosprecio. Es más, no sólo se ocultan sus penurias o sus calamidades, sino que se persigue o se prohíbe toda expresión de queja en su interior y, desde luego, su eco exterior. Esto es notable especialmente en la guardia civil, replegada de nuevo sobre sí misma con todas las bendiciones del Ministro del rosario del Interior. Como mucho, se cita su estrés en las fronteras para distraer la atención sobre la ineptitud de quien da las órdenes.

     No nos será fácil sostener nuestras libertades si aquellos que han de encargarse de defenderlas no las disfrutan en su ejercicio profesional. Esa privación básica acaba generando vicio que, tarde o temprano, se traslada a la práctica laboral. Y así es como, por último, se da lugar a excesos y arbitrariedades que ni se explican ni se asumen.

Publicado en La Nueva Crónica, 11 marzo 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario