Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 27 de abril de 2014

Beatles / Veloso


     La distancia no es una condición necesaria para el caudal de las versiones. Sin embargo, océanos y cordilleras de por medio, ese río recoge afluentes de todas sus riberas y acaba desembocando en mares más que brillantes. El pop británico de los Beatles y el tropicalismo de Caetano Veloso hacen de una misma canción dos realizaciones sin fisuras.

     Lady Madonna es quizá una de las canciones más ligeras de los Beatles, a pesar de grabarse en su época de madurez a caballo del álbum blanco. Según cuentan, pretendía imitar las maneras de Fats Domino, quien de hecho también grabó su propia recreación; es decir, era una especie de juego sonoro en línea boggie con pocas pretensiones. Tampoco su texto les iba a llenar de gloria, aunque nos suene más que actual: “Lady Madonna, / los niños a tus pies. / Me pregunto cómo te las arreglas para llegar a fin de mes”. Pero, como era de esperar, conoció los puestos más privilegiados en todas las listas de éxito. Era el sino del grupo.

     En aquel marzo de 1968, fecha de su publicación en el Reino Unido, Caetano Veloso estaba a punto de llegar a Londres, exiliado a causa de la dictadura que se había adueñado de Brasil. Era un músico todavía sin gran historia: apenas llevaba un par de años recorriendo el camino de la música, casi siempre acompañando a su hermana María Bethânia, pero ya se significaba como uno de los máximos impulsores de la revitalización de la música tradicional brasileña. Ahora bien, no obstante la cercanía con los creadores originales, su versión de Lady Madonna no llegó hasta 1975.

     En ese año Veloso grabó su álbum «Qualquer coisa», donde, además de esta versión, añadía otra más también de los Beatles, Eleanor Rigby. Lo que hace en esta grabación el brasileño es templar y mandar por encima del desenfado y del vértigo de la primera. Modifica compases, simplifica arreglos y añade una suavidad como sólo él sabe aplicar a la interpretación. No estamos ya ante una celebración colectiva, sino íntima. No ante un ágape pop, sino a la altura de un trópico sensual. Respeta, eso sí, el idioma inglés, lo cual no le impide acomodarlo como si fuera otro a los nuevos registros. Pura finura.

     En suma, este matrimonio, como hemos señalado en otras ocasiones, lo que nos descubre es que buenas canciones pueden llegar a ser excelentes cuando les toca la mano de un artista creador, más que simplemente recreador.



Publicado en genetikarockradio.com, 29 abril 2014

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