Blog de Ignacio Fernández

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martes, 8 de abril de 2014

Desahuciados y expatriados


     Más que de unión y de igualdad, se habla con insistencia en la vieja Europa de patrias y de fronteras. Sucede en la lejana Ucrania y produce pavor. Pero también en las civilizadas Alemania y Bélgica con sus expulsiones de ciudadanos comunitarios. Así mismo, en las alambradas infames de Ceuta y de Melilla, en las disputas sobre referendos y derecho a decidir y, en fin, hasta en este León melancólico que mira treinta años atrás hacia una manifestación perdida en el tiempo.

     Conviene, pues, preguntarse por eso de las patrias para ver si hay alguna luz en este concepto tan manoseado como poco preciso.

     Que se sepa, patria básica, primera y elemental para todos los individuos sólo hay una: la cama. En ella soñamos y en ella amamos, es decir, es el lugar íntimo donde compartimos nuestros sueños y en ello crecemos. Por ese motivo, nada hay más doloroso que ser arrojados de la casa, privados del techo y echados de la cama para convertirnos en desahuciados. En segundo lugar, más compleja y menos plácida, patria debiera ser el trabajo digno y en condiciones: del mismo modo, por ejemplo, que para el escritor el papel es el soporte sobre el que construye mundos y diseña realidades, así trabajadores y trabajadoras levantamos proyectos de vida y contribuimos al progreso de las sociedades. Mas, cuando el trabajo es escaso y carece de valor y de precio, entonces nos convertimos en expatriados, individuos obligados a malvivir fuera de la patria.

     El desahucio y la expatriación explican mucho de cuanto nos ocurre. Si alguien se pregunta por la falta de acción de los millones de personas paradas y de las miles desahuciadas, la respuesta no es otra que la imposibilidad, privados de sus vínculos de pertenencia esenciales, para identificarse con propuestas de más altura. Sólo así, conscientes de esta realidad, superaremos juntos tanta depresión, tanta frustración, tanto inmovilismo, y podremos por fin identificarnos con iniciativas comunes que nos permitan compartir un día otras patrias.

Publicado en La Nueva Crónica, 8 abril 2014

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