Blog de Ignacio Fernández

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martes, 23 de septiembre de 2014

Al vent


     En medio del aturdimiento soberanista, nos vienen a la memoria algunos cantables: Al vent, L’estaca, Que volen aquesta gent?... Son canciones de Raimon, de Lluis Llach, de María del Mar Bonet que muchos hemos entonado, tres vertientes de una misma lengua, tres expresiones de nuestro patrimonio cultural como habitantes de esta tierra de conejos. O al menos así lo sentía toda una generación que durante un tiempo compartió objetivos, es decir, compartió país a través de las demandas comunes de libertad, de amnistía y de democracia. Quizá ésa sea la gran diferencia con el hoy, la ausencia de horizontes colectivos. Aparte del envejecimiento político de nuestra sociedad, es tal el grado de fragmentación de nuestro ser que las fuerzas centrífugas se han apropiado del paisaje civil, tal vez para siempre.

     No se trata aquí de cuestionar las emociones de los unos ni el dontancredismo de los otros, sino de preguntarse sobre el porqué de esta distancia en términos corrientes o aventurar fórmulas, si posibles fueran, para recomponer ese ámbito descuartizado. Sin ir más lejos, las lenguas que nos son propias, como sus literaturas, cantadas o no, habrían de ser un sustrato de compañía más que de alejamiento. Siempre y cuando así lo estimasen las políticas llamadas a favorecerlo y no a entorpecerlo. Y ello con acciones sencillas. Bastaría, por ejemplo, con poner al alcance de todos los españoles y en abierto la emisión de los canales televisivos públicos en catalán, en vasco y en gallego. Con sólo esta medida podríamos conseguir tal vez eliminar prejuicios que sirven únicamente a la taquilla de comedias comerciales, pero no a un mejor conocimiento de los de aquí y de los de allí.

     Esta simpleza y cuanto pudiera ocurrírsenos es posible siempre y cuando el nacionalismo español, que es tan peligroso como cualquier otro, no venga a ensalzar fronteras con idéntico énfasis al de quienes ahora parecen vanguardia de la ruptura. Aunque no son tales. Por eso merece la pena volver sobre el cancionero.

Publicado en La Nueva Crónica, 23 septiembre 2014

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