Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

lunes, 8 de diciembre de 2014

Nilsson / Peyroux / Iggy


     No es la primera vez que genétika destaca la estrecha relación entre la música y el cine, ya sea a través de las bandas sonoras, ya sea por las melodías o canciones que crecen ligadas a las imágenes, o a la inversa. El caso es que también ésta, como la de las versiones, es una fuente inagotable. Cowboy de medianoche es la muestra que asoma en esta ocasión a la pantalla y a los altavoces.

     Harry Nilsson fue un cantante estadounidense más bien melódico, a medio camino entre el pop y la balada, que nos rompió definitivamente el corazón con una composición estremecedora, Without you, allá por 1972. Fue un éxito en todos los sentidos, especialmente para los que gustaban de bailar bien amarrados. Pero el reconocimiento le venía de antes, al menos en USA, donde la película Cowboy de medianoche se había estrenado en 1969 con una canción suya por bandera. No así en España, donde por aquellas cosas de la moral y las buenas costumbres no nos llegó hasta mediada la década de los setenta. Así fue como, por caprichos de la censura, después del baile nos llegó el rimo, es decir, que aquella canción que envolvía los rótulos y las primeras imágenes de la película, Everybody’s talkin, nos pilló ya bailados y acomodados a los gorgoritos del bueno de Nilsson. Desde entonces, la verdad es que no sabe uno con cuál de las dos canciones inmolarse, aunque desde luego ha acabado siendo mayor el recorrido de la segunda.

     Es inevitable tatarearla ligada a la imagen del gigantón Jon Voigt, perfecto prototipo del tejano bruto, con aquella maleta de piel de choto subiendo a un autobús camino de Nueva York y del triunfo. Como lo es también unirla a la del menguado Dustin Hoffman, enfermo y estafador de poca monta, encarnando el rostro del fracaso. En suma, una canción de amistad, que acaba siendo el auténtico mensaje de la película.

     Sin embargo, merece la pena resaltar dos recreaciones muy posteriores de esa canción que la alejan claramente del espacio cinematográfico inicial, sobre todo porque sus propuestas sonoras tienen unas bases diferentes y exploran otros estilos personales. Nadie dudará de que Iggy Pop y Madeleine Peyroux tienen muy poco que ver con la figura del cowboy de medianoche. Peyroux incluyó su propia mutación de Everybody’s talkin en el álbum «Half the perfect world» en 2006 y la aposentó sobre la partitura del jazz suave que ella frecuenta; por su lado, Iggy hizo lo propio en el disco «Après» en 2012, una colección de versiones de lo más variopinta, y le confirió el tono de esa voz suya tan apocalíptica. Cuatro décadas tuvieron que pasar para que el original de Nilsson se reviviera a sí mismo con otros ropajes y otros arreglos, probablemente cuando pocos se acordaban ya del famoso cowboy, como si la canción nos viniera de la nada y nos permitiera ahora una audición con otras sugerencias. Tomar las tres unidas, tal y como proponemos aquí, es un ejercicio estilístico con bastante jugo para quienes profesan la religión de la música sin prejuicios ni sectarismo. Si de paso revisamos la película nos haremos un gran favor.

Publicado en genetikarockradio.com, 9 diciembre 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario