Blog de Ignacio Fernández

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viernes, 12 de diciembre de 2014

Prada en Escalada


     Las muchas piedras muertas -y hermosas- que se desperdigan por la provincia leonesa nacieron para ser vivas y para estar habitadas. Su razón de ser no fue sólo la admiración o el brillo arquitectónico. No, nacieron para contener ritos, civiles o religiosos, que el tiempo ha amortiguado o, sencillamente, desechado. Raros son, de hecho, los edificios gloriosos que todavía conservan su uso primitivo, si exceptuamos los puramente litúrgicos. Por el contrario, el vacío interior de muchos de ellos dio al traste no sólo con su naturaleza primitiva sino también, y esto es lo grave, con su propia integridad. La posterior conservación ha dependido mucho de la iniciativa vecinal primero y de las administraciones después. Pero su puesta en uso, su reanimación, es todavía una asignatura pendiente en la mayor parte de los casos; y es ahí donde juega un papel irrenunciable la ciudadanía con su organización más o menos formal.

     Lo normal es convertir esos espacios en museos, lo cual no deja de ser al fin y al cabo una función estática, plana y repetida en exceso aquí y allá. A veces, la nueva vida museística se combina con otras iniciativas esporádicas que hacen florecer todavía más la llegada de almas ávidas de renovadas propuestas. Finalmente, algunos de esos espacios se han transformado con éxito para otros menesteres y podemos considerar que han regresado a su ser, otro ser seguramente, pero entero y verdadero para los nuevos tiempos. Ha habido ejemplos notables de todo ello en nuestro entorno inmediato, de los cuales citaremos dos que, a mi modo de ver, ilustran bien cuanto aquí se defiende.

     Por un lado, el Monasterio de Carracedo que, una vez recuperado de sus muchas dolencias, conoció varios episodios de vida estival impulsados desde la Diputación Provincial. Se organizaron conciertos allí en la época que mejor puede acogerlos y las noches del monasterio conocieron de nuevo el ir y venir de gentes, los rumores de la emoción y las melodías de unas programaciones más o menos escogidas, como si ese continente espléndido volviese a gozar de un contenido supremo. No duró mucho, por desgracia, y hoy hemos vuelto al limitado uso como museo y ronda de visitantes que pasan por la comarca, peregrinos, turistas o simples transeúntes.

     Por otro lado, con diferentes ambiciones y mayor espectacularidad, el Festival de Órgano se enseñoreó de la catedral de León y son ya varias las ediciones que en ella se han sucedido. No necesitaba seguramente la catedral de gran cortejo, pues merece atención continúa y notable desde numerosos ámbitos: el de la restauración interminable, el del culto, el del boato con cualquier motivo dotado de una pátina histórica, etc. Pero lo del órgano era otra cosa, también por su capacidad de convocatoria y por su repercusión más allá de los hábitos comunes. La pena es que también está en riesgo al parecer, tras conseguirse, dicen, el objetivo de un nuevo órgano para el templo, como si a eso se hubieran de limitar todas las partituras y pentagramas que en el mundo han sido.

     Y a lo que vamos: San Miguel de Escalada. Aparte de su presencia exquisita (y un tanto desatendida, la verdad) en un rincón de la ribera del Esla, que justifica por sí sola aproximarse a él, algunas iniciativas pueden y deben convertir tales aproximaciones en hábito y ganar así vida y presencia. Eso ha ocurrido en cierto modo a lo largo de los últimos años con ideas a veces algo inconexas y soportadas sobre todo en la poesía y en ciertas músicas. Bien ha estado sin duda, pero lo deshilvanado no genera costumbre, por más que resulte atractivo puntualmente. Los mas perseverantes han sido los Encuentros Poéticos, que van ya por su quinta edición, y en su continuidad declarada confiamos para el objetivo que aquí se defiende.

     Ocurrió que este agosto el Ayuntamiento de Gradefes quiso recuperar la estela de un, cuentan, inolvidable concierto que Amancio Prada ofreció en el monasterio allá por 1978. Evidentemente, treinta y seis años son muchos años para habituar a nadie, pero por algo se empieza. Si bien uno y otro recital tuvieron sus peculiaridades y tampoco hay por qué rizar el rizo, lo cierto es que nos demostraron entonces y ahora que el templo puede acoger perfectamente este tipo de actos y que, como los Encuentros Poéticos, cabría pensarse en su acomodo a un calendario y a unas pautas que permitieran otros encuentros con la canción. Serían dos citas estivales complementarias que se inscribirían en numerosas agendas, que alimentarían de un público estable y seguramente fiel a la comarca y que engrandecerían todavía más al monumento. Y digo Encuentros con la Canción, ahora ya con mayúsculas, porque la posibilidad no es descabellada, a no ser, como siempre, por su financiación, que es la coartada para la inacción.

     El concierto de 2014 de Amancio Prada se compuso de cantables de origen trovadoresco, místico y romántico, tres sendas como otras muchas que tienen pleno sentido en Escalada. Y nombres de artistas para ejercer en acústico con un repertorio de esa índole haylos como para componer más de un buen cartel, desde Paco Ibáñez, si resiste, hasta Ángel Petisme, aunque pueda parecer irreverente, o la muy venerada Silvia Pérez Cruz. He ahí el inicio de un catálogo que puede ser perfectamente explotado hasta dotarnos de una referencia cultural que superará con creces lo local e incluso lo provincial si apuramos un poco.

     En fin, que el concierto de Amancio Prada volvió a conmovernos, a pesar de lo apretados que estábamos y de otras incomodidades que también habría que resolver. Aun con ello, no hay duda de que esa tarde fue algo así como un puente entre nuestra juventud, aquella del Caravel de Caraveles, hasta esta madurez de los Emboscados, dos discos del juglar de Dehesas que definen a la perfección la evolución de nuestras existencias. Eso es lo que también sentimos el último 23 de agosto.

     Y para concluir, pensando en quienes no pudieron estar presentes ese día y disfrutar, pues, del concierto, anotamos a continuación un enlace con un programa de TVE del año 1994, Amancio Prada solo, en el que se puede gozar de un repertorio muy cercano al que nos convocó hace unos meses en San Miguel de Escalada: http://www.rtve.es/alacarta/videos/documentales-culturales/amancio-prada-solo/636865/

Publicado en Ecos de Escalada 19, diciembre 2014

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