Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

jueves, 19 de febrero de 2015

Eagles / Gipsy Kings


     La actitud ante las versiones (las buenas versiones, por supuesto; del resto mejor no hablar) requiere generosidad. No sirven de nada ni la ortodoxia ni el purismo. Incluso cuando se producen aparentes irreverencias, es preciso mostrarse espléndidos y acogerlas con espíritu esponjoso. Sólo así nos estará permitido disfrutar de giros copernicanos que terminan por merecernos la pena.

     Sucede esto cuando una versión levanta un puente de dudoso tránsito entre formas no conciliables. Para empezar, el cambio de lengua es ya un salto abrupto que reclama otros acomodos rítmicos. Lo mismo que un giro radical entre estilos, que obliga a todo tipo de ajustes finos. O la traslación de geografías, que modifica públicos, ambientes y sentidos. Todo esto, en fin, cuando se realiza con talento no supone un sacrilegio, como piensan los exquisitos, sino que ensancha las posibilidades de una composición hasta límites insospechados.

     Por ejemplo, basta tomar Hotel California de los Eagles, la seña más notable del llamado country rock o soft rock, según se mire. Más que una simple canción, todo un arquetipo, un éxito incuestionable conforme a los cánones establecidos. A estas alturas de la historia, casi un objeto de culto para cuantos en ella se han deleitado hasta la saciedad. Incluso para quienes la puedan aborrecer, no deja de ser una referencia. Pues bien, hete aquí que llegan unos señores franceses, los Gipsy Kings, y le hacen un traje. Bajo las reglas de ese híbrido suyo de flamenco, pop y rumba catalana, se llevan el ídolo sagrado a los tercios del español más o menos chapurreado, a los compases rumberos más destartalados y a los caminos por los que circulan las carretas gitanas. Lo que podía esperarse de semejante mutación es, como poco, la profanación y la blasfemia musical. Pero no, el producto final, con amplitud de miras, es talentoso y resultón. Cierto que no es válido para todos los oídos ni sensibilidades, pero sin duda alguna sí merecedor de respeto y de consideración. Una mixtura bien resuelta y mejor gozada si se recibe en directo.

     Es el patrón por antonomasia de un modelo de fusión no como cualquier otro. Tuvo su precedente, fallido, en la adaptación que hizo El Príncipe Gitano del In the guetto de Elvis Presley, citada aquí sólo en la categoría de anécdota, pero que si alguien la desconoce debería acudir de inmediato a los archivos para ponerse al día en el capítulo de la infamia. Por más que la infamia pueda ser, y lo es en este caso, simpática. Incluso hay otros experimentos suculentos de saltos al vacío, como el All my Loving de los Beatles en versión de Los Manolos, claramente continuadora de la que resaltamos en cabecera. Y otra mezcla curiosa, aunque de naturalezas bien diferentes, fue la recreación que hiciera Pata Negra del Juan Charrasqueado de Jorge Negrete, otra demostración sabia del buen hacer en esta materia turbia.

     En fin, dicho quedó al principio. Generosidad en las orejas y en la disposición. De lo contrario, acabaremos tan encasillados como un diccionario antiguo. Y, eso sí, criterio, mucho criterio.

Publicado en genetikarockradio.com, 21 febrero 2015 

No hay comentarios:

Publicar un comentario