Blog de Ignacio Fernández

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jueves, 5 de febrero de 2015

Las obras y las razones


     Desde que Lope de Vega en La Dorotea y Baltasar Gracián en El Criticón, ambos allá por el siglo XVII, señalaron como moraleja el refrán “obras son amores, que no buenas razones”, a pocos se les escapa que lo que realmente cuenta son las acciones, no las palabras. Sin embargo, no todo el mundo se rige por ese principio y menos aún en tiempos electorales como los que se avecinan, donde la confusión será norma y obras y razones formarán una amalgama borrosa que más vale que deslindemos con cuidado. Veamos algunas muestras para empezar.

     El pasado 9 de diciembre, la Ministra Fátima Báñez compareció en el Congreso para dar cuenta de una información de la Inspección de Trabajo sobre las horas extras en nuestro país el año pasado. Independientemente de su legalidad o no, donde no entró la Ministra, conviene saber que del total de horas extras realizadas en España en el año 2008 no fueron remuneradas a quienes las trabajaron el 37’9%. En 2009 no lo fueron el 42’3%. El 44’6% en 2010. El 46’6% en 2011. En 2012 aumentó la tasa de horas no pagadas al 57’2%. Y fueron más en 2013: el 59’3%. Y ya el colmo confesado en sede parlamentaria: al final del tercer trimestre del año 2014, el 60’6%. Nada se dijo del porqué de este incremento constante y escandaloso, aunque nadie discute que las empresas abusadoras asumen sin más las sanciones, 6.251 euros como máximo sin importar el número total de horas o de trabajadores estafados. En las Cortes y en el Ministerio sólo hubo palabras, nada más, es lo que tiene la fe desmedida en la flexibilidad. Y la Inspección de Trabajo continúa sin tener  una campaña específica sobre horas extras, es decir, obras, limitándose en exclusiva a responder a las denuncias concretas de personas o sindicatos.

     Muchas de esas horas extra, sin duda, tuvieron sede en la provincia de León. Pues bien, a ese trabajo gratis, que debería contribuir en verdad a aliviar el desempleo, se añade en nuestro caso un panorama salarial desolador. Ha sido la Agencia Tributaria en un informe de 2014 quien nos lo ha advertido. Resulta de él que en torno a un 20% recibió un sueldo menor a la mitad del salario mínimo (SMI), es decir, cobraron menos de 323 € casi 33.000 personas en nuestra provincia. Aproximadamente, otras 20.000 se movieron en el umbral del SMI, que sumadas a las anteriores son algo más del 31 % del total. Y, por no entrar en excesivos detalles, el 44’3 % de trabajadores y trabajadoras en León dispusieron de un salario en 2014 que no superó dos veces el SMI, esto es, 1.290 euros mensuales. También éstos son hechos, obras, resultantes de una legislación laboral, razones, que ha convertido el mercado en un bazar chino o similar. Es un zoco donde los mercaderes trafican en realidad con seres humanos en pos, dicen, de la competitividad sin importar a qué precio. O sí, porque al cabo el precio, el salario, es uno de los principales obstáculos para que en la provincia avance mínimamente la negociación colectiva. De tal manera que a unos precios a la baja se suma una ausencia de regulación, conformando un paisaje idóneo para buitres y otras especies depredadoras que campan a sus anchas.

     En consecuencia, se entiende bien el éxodo, otra obra excelsa de las políticas sobre el territorio. Cuentan las estadísticas del INE que la provincia de León ha perdido población de un modo incesante a lo largo del periodo de la crisis (también antes, evidentemente, existía esa tendencia), de tal manera que, desde 2008, 15.506 personas han desaparecido de sus cifras en el contorno provincial. Sea por razones vegetativas o por pura migración, lo cierto es que ese caudal es dudosamente recuperable y constituye otro lastre monumental, quizá el más importante, para que algún día este espacio vuelva a tener aliento. Por el contrario, lo que ocurre además con esa pérdida, lo mismo que con las horas extra fantasma, es que la provincia ajusta el número de afiliados a la Seguridad Social con el de asalariados cotizantes, convirtiendo el balance final en insostenible. Obsérvense las siguientes cifras del pasado mes de octubre: frente a las150.871 personas de alta en el sistema existen 142.607 que reciben algún tipo de pensión. Bastaría añadir los subsidiados para rematar el empate.

     En fin, allá por 2012, en medio de uno de los peores años del cataclismo, ya escribíamos aquí al hilo del mismo antiguo refrán, aunque entonces enfrentábamos obras con amores. Ahora, en pleno año del espejismo, poco ha cambiado en el mapa, aunque evitemos el sentimentalismo y confrontemos sencillamente obras con razones para un mejor entendimiento. Vendrán pronto discursos y arengas que maquillarán cuanto aquí se ha enunciado, pero la exposición de estas obras a través de los datos no soporta contestación. Algunas de las razones de por qué ocurre esto las sabemos bien. Sólo resta actuar en consecuencia y, verdaderamente, las citas electorales son un desafío capital para tener muy en cuenta la moraleja de Lope y de Gracián. Quizá su lectura podría ser el primer paso para cambiar de políticas.
Publicado en Diario de León, 8 febrero 2015

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