Blog de Ignacio Fernández

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martes, 20 de septiembre de 2016

Descarrilamientos

     Los entornos de Brañuelas y de Busdongo fueron escenarios frecuentes en la historia de los descarrilos y destino repetido para aquel “vagón de socorro” en el que viajaban herramientas y obreros encargados de las reparaciones. Lo recordará así, seguramente, la vieja estirpe ferroviaria, a pesar de que ambas localidades hayan acabado descarrilando incluso de los mapas actuales del ferrocarril. Por lo general, los sucesos los protagonizaban interminables trenes de mercancías que erosionaban sin piedad, como aquellos inviernos, unos trazados decimonónicos y unas hechuras más bien endebles.

     No ocurre así hoy. Quizá porque en el último cuarto del siglo pasado se produjo una modernización general del país, pero también porque en las últimas décadas el tráfico de mercancías por ferrocarril ha perdido casi todo su mercado en favor de la carretera. Lo que ocurre hoy, en cambio, es otro tipo de accidentes mucho más dramáticos, porque incorporan víctimas, que suelen achacarse a errores humanos sin tener en cuenta la necesidad de nuevas inversiones que podrían evitarlos. Angrois y O Porriño son los últimos ejemplos.

     Aunque no sólo asistimos a descarrilamientos clásicos. Hay muestras notables de otros incidentes que también provocan descarríos. Sin ir más lejos, lo que se ha salido del carril en la provincia leonesa han sido sus planes ferroviarios todos. Unos por pura desidia política o intereses cruzados, como el polígono de Torneros; otros por simple desprecio o abandono malintencionado, como la integración y consolidación del trazado de vía estrecha; otros más por sorpresivos manantiales que la geología y sus progresos no previeron, como la variante de Pajares; y, en fin, los últimos por no tener en cuenta que hay colectores y otras redes subterráneas previas a la formalización de proyectos, como el soterramiento de la línea de alta velocidad. Pero no sucede nada. Aquí no hay error humano ni caja negra que identifique responsabilidades y ponga en su lugar a los irresponsables.

Publicado en La Nueva Crónica, 20 septiembre 2016

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