Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 4 de junio de 2017

Intríngulis

     Entre la falsa posverdad y la mentira evidente se cuela el intríngulis para consumar la apariencia. De este modo, no son turbios los ojos que leen sino la letra que escribe en un diario local el siguiente titular: “El Parque Tecnológico abre su primera incubadora de emprendedores TIC. ADE, Ayuntamiento y Telefónica ponen en marcha un ‘crowdworking’ con seis start up”. A lo que podría responderse en román paladino: “¡Averígüelo Vargas!”, y quedarnos tan anchos.

     No nos conformamos ya con el eufemismo, que durante años sirvió para disfrazar la realidad y atenuar en ella su rostro más grosero. O para concederle una pátina que disimulara aquello que carecía de crédito social, como ciertas tareas. Fue así como convertimos al vendedor en agente comercial y a la azafata o azafato en auxiliar de vuelo. Y así fue también como transformamos un despido en un expediente de regulación de empleo. Pero ya no nos sirve; si acaso el truco verbal queda relegado al mundo de la política, tan dada a ese tipo de artificios. El ámbito laboral, por el contrario, condenados para siempre términos y conceptos como obrero o trabajo, ha descubierto el filón del inglés, que es, dicen, lengua de prestigio y a ella acuden con afán de simular una supuesta modernidad mal demostrada. Y si a tal deriva le sumamos una redacción pretenciosa, el resultado no es otro que el titular antes reseñado, responsabilidad exclusiva entonces de los medios de comunicación, que han decidido sumarse al desaguisado porque también a ellos les proporciona un barniz neosecular.

     Llegados a este punto, sumadas las viejas costumbres con las nuevas, solemos leer o decir, sin saber bien a qué nos referimos: oficial de cumplimiento normativo, suscriptor de riesgos, monitor de ensayos clínicos, Technical Evangelist, actuario, quant o analista cuantitativo, Compliance Officer, Document Manager, HR Business Partner, Visual Merchandiser… coronando así un intríngulis que en puridad, para estar a la última, debiéramos llamar difficulty.

Publicado en La Nueva Crónica, 4 junio 2017

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