Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 9 de julio de 2017

Conciliar

     El progreso de la temporada estival ha devuelto a la primera página de los informativos, especialmente a los de la televisión pública, un asunto que, sin ser estacional en rigor, cobra interés en cualquier periodo de vacación escolar, ya sea el de invierno, el de primavera o el de verano: la conciliación. Y salta a la pantalla de un modo poco inocente protagonizado en general por trabajadoras autónomas, por maestras y profesoras y por madres, sobre todo por las madres. Rara vez aparece un autónomo, un maestro o un padre, como si con ellos, los hombres, no fuera el tema. Es común, demasiado común, que para hablar sobre materias de conciliación se pregunte casi en exclusiva a mujeres o, como mucho, a sindicalistas, que ya se sabe que es gente lenguaraz y contestataria y que hace a todo.

     Semejante forma de proceder no es casual, como decimos, ni siquiera atribuible a la ignorancia de una redacción tan mal informada como formada con carencias. Por el contrario, son las direcciones de esos medios, directamente adoctrinadas por ideólogos y administraciones, las que indican el camino y el sentido del tratamiento de la noticia. Pretenden así reconquistar un modelo antiguo que parcelaba los temas de hombres y de mujeres y, en consecuencia, las actividades propias de los unos y de las otras. Contribuye a ello así mismo, aunque éste sea un procedimiento que viene de antiguo, toda suerte de propagandas, publicidades y otros artificios sociológicos, enardecidos en una sociedad presidida por el liberalismo de viejo cuño. Es decir, el que separa y segrega, el que crea y anima desigualdades, así entre clases sociales como entre individuos.

     No es asunto aislado lo que ocurre con la conciliación. Se trata del triunfo de la fragmentación de la realidad y de la desbocada atribución de roles específicos. Se trata de que no haya masa ni contestación articulada. Se trata de recuperar el vetusto manual de que cada uno a lo suyo y sálvese quien pueda. Se trata del poder, sencillamente.

Publicado en La Nueva Crónica, 9 julio 2017

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