Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 8 de octubre de 2017

Regiones

     Desde los muros desmoronados de Quevedo, pasando por la depresión noventayochista, hasta este octubre inquieto, España siempre ha padecido cíclicas crisis existenciales nunca bien resueltas. Intentos ha habido con relativo éxito: las constituciones de 1812, de 1931 y de 1978 lo fueron sin duda, aunque por diversas razones ninguna de ellas solucionó adecuadamente el mapa. Aparte de por otras causas, quizá porque el mapa, todos los mapas, es dinámico e inestable. Y esto no sucede sólo al sur de los Pirineos, sino en el conjunto del continente europeo donde, desde antiguo, chocan una y otra vez las tesis de Kant y de Hegel, o lo que es lo mismo, la visión cosmopolita del primero y la opción nacionalista del segundo.

     Sabido esto, que ya es pasado repetido y presente en fase de apolillarse, bueno sería, para entender mejor lo que nos sucede y restarle dramatismo, observar la actual crisis territorial española con perspectiva de futuro y saber que un día, indeterminado aún, nada será como lo hemos conocido. De hecho, las tensiones regionales son comunes en la actualidad y los estados tienden a adelgazar o desaparecer para dar paso a entes superiores y menores: de la Europa de los estados a la Europa de las regiones, ése parece ser el rumbo de los acontecimientos y no sólo entre nosotros. Mucho tiene que ver en ello el choque entre lo global y lo local.

     Será un fenómeno normal si no es violento, que casos habrá. Checoslovaquia, que existió entre 1918 y 1992, se escindió en dos pacíficamente sin mayores estridencias. Luego es posible. Como pudo serlo en Escocia con otro resultado en su consulta. Lo que cabe preguntarse ante ese nuevo escenario es cuál será nuestra aspiración como europeos, a lo que ha respondido el filósofo italiano Roberto Esposito: “el pueblo futuro de Europa sólo puede nacer del cambio de las relaciones de fuerza entre los que retienen la riqueza y los que deben contentarse con las migajas”. Sean estados, regiones o lo que deseen ser democráticamente.

Publicado en La Nueva Crónica, 8 octubre 2017

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