Al
cabo, entre borrascas y torrijas, ido marzo, el mes acabó siendo un mar de
devociones derramadas. No nos referimos tan sólo al hecho circunstancial de que
en dicho mes se haya acomodado en este año la semana de los fervores religiosos,
aunque haya sido ése a la postre el colofón más adecuado para tanta veneración.
No, todo o casi todo en el tiempo ventoso se ha teñido con los tintes del culto
en sus más diversas expresiones y sólo quedó el consuelo de que el clima
enloquecido no nos mayeara a destiempo.
He
ahí lo catalán, o lo español, que escapan ya a cualquier formato coherente para
convertir la reivindicación y los argumentos razonados en pura fe inflexible,
así para los pros como para los contras. Pero también, en otro orden de cosas,
un aire devocional envolvió las marchas de mujeres y de pensionistas, las
hordas de hinchas y las romerías de turistas, las concentraciones contra las
armas y los lutos por el niño muerto. Es lo que ocurre en unos tiempos en que,
cuentan, se derriten las ideologías e incluso crecen en las encuestas aquellos
que presumen de no tenerlas. De modo que a falta de pan buenas son tortas:
todos necesitamos asideros, por líquidos que puedan ser, y, si las ideas
caducan, habrá que abonarse a las devociones como a clavos ardientes. A pesar
de que en muchos casos sean simples inclinaciones sin mayor consistencia.
Todos
tenemos nuestros devocionarios personales, que no son precisamente libros de
oraciones. O tal vez sí, porque lo evidente es que vivimos nuestras pasiones
con un acento de religiosidad excesivo e incluso inquietante. De ahí que lo
religioso, al menos en este país descreído de todo, gane posiciones en
numerosos ámbitos sin graves estridencias ni demasiada contestación, de lo
legal a lo cuartelero y de lo doméstico a lo institucional. Y bien está si no
fuera porque lo sentido apenas tiene contrapeso en lo pensado, que es lo que al
final garantiza ciertamente el progreso y los derechos, en lugar de las
bendiciones y la ilusión.
Publicado en La Nueva Crónica, 1 abril 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario