Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 17 de junio de 2018

Correo


     Con parecida perseverancia a la que muestra la plantilla de Correos en su defensa del servicio universal postal y sus circunstancias, todavía hoy me asoma un día tras otro a todos mis buzones en busca de la correspondencia perdida. Es un rastreo inútil, evidentemente, pues hace tiempo que yo mismo, como tantos, abandoné la tinta epistolar y apenas si mi caligrafía conserva los rasgos que la definieron. Primero se me murieron los buzones físicos, que hoy sólo recogen en su seno oscuro papeles muertos con origen en bancos y superficies comerciales. Ahora, poco a poco, se me va muriendo también el buzón electrónico, superado por otros dispositivos dicen que más aptos para la comunicación. Tengo mis dudas. Cuando aterricé tiempo atrás en ese buzón frío de los ordenadores, advertí, sí, que mis palabras viajaban mucho más veloces al otro lado del hilo, pero que a la par iban menguando, encogiendo su extensión, como si el medio reclamara otro tipo de mensaje mucho más sintético. Así ocurría también con aquellas otras comunicaciones que yo recibía, que antes, en su forma manuscrita, sugerían pausa y sosiego, reflexión y estilo. Nada de esto hay ya ni en la bandeja de elementos recibidos ni en la de enviados. Y mucho menos aún en esos soportes veloces que viajan por la red y por las pantallas como seres desnudos y, por lo general, bastante mal escritos. Si el medio es el mensaje, como decía McLuhan, está claro que el triunfo de estos nuevos medios genera también otro tipo de mensajes. No estamos ya ante cartas en sentido literal, ni siquiera ante ligeras misivas ni mínimos billetes. Son géneros exánimes por razón del medio que los transmite. Pero también, me temo, por pura pereza de los emisores, que nos hemos sometido a una modernidad turbia, así en esto como en lo otro. Es decir, en casi todo. De manera que no queda otra que simpatizar con la plantilla de Correos, como si por el simple hecho de estar a su lado nos garantizásemos el hallazgo de una última carta en nuestro buzón.

    Publicado en La Nueva Crónica, 17 junio 2018

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