Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 22 de julio de 2018

Impuestos

     Lo extraño es que resista todavía en el lenguaje corriente la palabra impuesto que, si llama a algo, es sobre todo a la rebeldía. Mucho más si las costumbres corruptas y el populismo fiscal la animan o justifican con descaro. Es rara su pervivencia porque lo usual es desterrar los términos repelentes y sustituirlos por formas blandas o eufemismos. Un maestro era en ello, por cierto, Cristóbal Montoro, precisamente la persona encargada del Ministerio de la recaudación en más de una etapa de la historia reciente.

     De modo que para transformar en buen sentido la actitud fiscal, además de combatir adecuadamente la corrupción y evitar discursos falsos sobre la materia, deberíamos empezar por acuñar un término que no sugiera imposición, sino que atienda sobre todo al destino de lo recaudado, es decir, a la cosa común, a lo que es de todos y de nadie, al estado social en suma. En segundo lugar, bueno sería que se invirtiera la evolución de la carga sobre las rentas del trabajo y del capital, de tal manera que se percibiera que, a través de la hacienda, se realiza una verdadera redistribución de la riqueza que el país genera, que no sólo es el trabajo y la nómina bien vigilada lo que sostiene todo el tinglado y que los valores añadidos del consumo no afectaran a todos por igual. Finalmente, muy adecuada resultaría una política que no eludiera responsabilidades y que no condicionara nuestro presente y futuro a asuntos ingobernables, como la evolución económica general, los precios de la energía o las cotizaciones de las monedas, sino que asumiera que hay mecanismos a nuestro alcance para aumentar los ingresos públicos.

     Esto es lo que yo entiendo, modestamente, de la propuesta para un Pacto de Comunidad en Materia Fiscal, que se presentó en las Cortes de Castilla y León el pasado día 12 de julio, suscrito por las dos organizaciones sindicales más representativas y por partidos de la izquierda. No ha tenido mucho eco, francamente, pero es recomendable su lectura también para el verano.

Publicado en La Nueva Crónica, 22 julio 2018

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