Si en alguna estación del año, como cantaba Benito
Moreno, España huele a pueblo, eso sucede sobre todo en verano. Quien más quien
menos te anuncia que se va unos días al pueblo o que tiene una casa en el
pueblo o que es la fiesta de su pueblo. Y entonces, inevitablemente, uno, que
no tuvo pueblo, entona como quien no quiere la cosa: “España huele a pueblo, /
a maceta regada, / a chaparrón y a suelo. /A mí me huele a eso”.
Pero esa vida entre ciudad y pueblo, por muy bucólica que
pueda parecer en muchos casos, es en realidad una crónica del desarraigo, que
es también, salvo excepciones, la crónica de esta España siempre a medio hacer.
A la postre, como se recogía en otra canción, en este caso de Facundo Cabral,
“no soy de aquí ni soy de allá”. Esa indefinición, cargada no obstante de
sentimentalismo, es la que lleva en muchos casos a la falta de compromiso con
el entorno y de disposición para cambiarlo: se acaba siendo vecino de ningún
sitio. La ciudad, a la que se llegó huyendo seguramente de algo, es un lugar
ajeno, un destino no apto para sueños; el pueblo, al que se regresa
temporalmente, es apenas ya el hábitat de la memoria y de un ruralismo de nuevo
cuño.
No digo que haya que romper amarras con los lugares del
pasado. Al contrario, hay que vivirlos como los lugares del presente, y en unos
y en otros hay que fortalecer el arraigo, que es sinónimo de dignidad. Porque
lo contrario, el desarraigo, es sólo una excusa para la pasividad y para el
ensimismamiento. Esto es común en las tierras leonesas y supongo que también en
otros espacios condenados. Y quizá por ello precisamente se entiendan mal, se
digieran bastante mal, otras reivindicaciones territoriales mucho más
enraizadas. O todo lo enraizadas que permite hoy el universo digital.
No se trata, pues, de animar competencias entre pueblos
bonitos, como suelen hacer los medios también en verano, sino de actuar en toda
estación por su pervivencia y la de sus gentes, los de aquí y los de allá, en
las debidas condiciones.
Publicado en La Nueva Crónica, 29 julio 2018
Olé!
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