Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 9 de diciembre de 2018

Yolanda

     La mañana del 2 de febrero de 1980 nació atravesada por la noticia de la muerte de Yolanda González, asesinada el día anterior por un grupo fascista. La vieja Escuela Normal de Magisterio de León detuvo su actividad a primera hora y convocamos de inmediato una asamblea de estudiantes en el gimnasio. Como siempre solía ocurrir, no hubo tampoco esa vez unanimidad en la respuesta, pero, según decía Marcelino Camacho, “entre lo posible y lo necesario” también nosotros elegimos entonces lo necesario. Se paralizaron todas las tareas docentes y nos coordinamos con otros centros universitarios y de enseñanza media para dar una contestación contundente a la barbarie y para honrar a nuestra compañera, una simple estudiante como tantas otras. Su único pecado fue el compromiso político.

     Todavía hoy la recordamos. Más aún cuando en medio de los aniversarios constitucionales de esta semana hemos conocido la afrenta llevada a cabo en el parque madrileño que mantenía su memoria escrita en una placa modesta. No duermen las bestias. No duermen nunca. Ante ellas, nada hay peor que replegarse sobre uno mismo y olvidarse de los nuestros. De estar al lado de los nuestros, ya estén vivos o muertos. Por eso hay quienes construyen sus programas electorales sobre el olvido y la negación de la tragedia. Por eso hay quien derriba a escondidas inscripciones como la que ahora acaba de ser destrozada a martillazos: “Yolanda González Martín. Fue una líder estudiantil, trabajadora y militante del Partido Socialista de los Trabajadores. Luchó por la democracia real, la justicia y los derechos sociales y laborales. En febrero de 1980 fue secuestrada en su casa, en Aluche, y asesinada por un comando fascista. Tenía 19 años. Estos jardines están dedicados a su recuerdo, que sigue vivo”.

     En aquel año estaba ya vigente la actual Constitución, aunque no había tantos palabreros celebrándola. Ignorar que ese texto se llevó vidas por delante, antes y después de 1978, es lo peor que puede ocurrirle a este país.

Publicado en La Nueva Crónica, 9 diciembre 2018

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