Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 18 de agosto de 2019

Naufragio


            Lo contrario a un barco flotando puede ser una embarcación que naufraga. Hay más opciones, por supuesto: barcos varados, encallados, hundidos, fantasmas, fondeados… Incluso cuando se flota no quiere decirse exactamente que se navega: se puede ir a la deriva, por ejemplo, sin gobierno ni rumbo. Pero el naufragio es el hecho trágico por antonomasia en esa materia.

            El término naufragio, además de su significado primero y evidente, tiene otros sentidos que connotan más allá de la catástrofe naval. Una cosa es ser un náufrago literal y otra serlo sin mojarse lo más mínimo, que es lo más grave y seguramente ridículo. La noticia más común hoy en día sobre víctimas que zozobran hacen referencia a pateras, cayucos, almadías y otras balsas rudimentarias y las protagonizan gentes que, aparte de esa peripecia dramática, han sufrido otros dolores seguramente indescriptibles. En cambio y por lo que les va en ello, el naufragio tomado de un modo figurado es el que representan, entre otros, los gobiernos de la Unión Europea y hundimiento es el estado de sus políticas migratorias y de asilo. Pero, cuidado, hundidas son también las nociones de solidaridad, de fraternidad y de humanidad, en cuya inmersión fatal participamos todos en los términos que corresponde. Porque al cabo ese proceder ominoso de quienes deberían ser guía ética, donde se incluyen las más altas cumbres religiosas, engendra maneras de pensar y de vivir que llevan a la ruina social.

            Cuando el otro, especialmente si es negro y africano, o latino o rohingya o yazidí en otras latitudes, es el problema quiere decir que ya han triunfado entre nosotros los ideales inhumanos, aunque no les hayamos concedido el voto de forma mayoritaria, y que todo derecho que se invoque es papel mojado, un resto más del naufragio. Van siendo muchos los desechos y el panorama del embarcadero se acerca temerariamente al dibujo de un auténtico desguace, ese lugar al que se llevan los navíos viejos o estropeados para hacer chatarra con ellos.

Publicado en La Nueva Crónica, 18 agosto 2019

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