Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 22 de diciembre de 2019

Lluvias


            Como todo últimamente, también este otoño que nos abandona se ha situado al margen de las reglas, al menos en lo relativo a la temperatura tal y como ha confirmado la Agencia Estatal de Meteorología. Lo mismo sucederá, según sus previsiones, con el invierno que ya asoma, el cual, dicen, será más cálido de lo normal. Ese mismo otoño, sin embargo, fue generoso en humedades, demasiado seguramente para algunos, y las lluvias sostenidas han limpiado el aire de impurezas, éstas sí cada vez más habituales y profusas.

Sea como fuere, lo que estas observaciones constatan es que, como decíamos al principio, todo se excede o se comprime, nada sucede en sus términos ordinarios. Incluso las informaciones sobre esos cambios resultan demasiado insistentes, aunque no hayan tenido reflejo en el balance final de la última cumbre sobre el clima. De todos modos, también la fracasada cumbre fue singular en su duración hasta convertirse en la más larga de la historia. Otra anomalía.

            Vivimos rodeados de rarezas. Da la impresión de que la desviación es la norma en estos tiempos borrosos. Nada nos perturba más que la normalidad, nada nos produce más ansiedad que el orden, nada existe sin el exceso. Para ser hay que desviarse y para triunfar hay que negar la evidencia. Y no existe ningún otro campo como el político para confirmarlo: el desfile inacabado seguramente de gobiernos extravagantes con sus millones de forofos, el reinado de las mentiras con sus legiones de crédulos comulgantes, los disparates gratuitos con sus ecos mediáticos… son el mejor muestrario del circo en que se ha convertido la existencia, así en lo cotidiano como en lo excepcional. Nada escapa de esa ley sin ley.

            Celebremos la lluvia entonces y bañémonos en ella como quien persigue purificarse. Siempre tuvo ese significado, conviene defenderlo contra los malpensantes. Y aunque el cancionero es amplio para ese festejo, cantemos con Pablo Guerrero que tiene que llover a cántaros, porque “hay que doler de la vida hasta creer”.

Publicado en La Nueva Crónica, 22 diciembre 2019

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