tag:blogger.com,1999:blog-56966282146912366382024-03-17T17:12:32.984+01:00ignaciofhÁlbum de textos sindicales, sociales y literarios firmados por Ignacio Fernández Herrero.ignacio fernández herrerohttp://www.blogger.com/profile/12309302770064009685noreply@blogger.comBlogger925125tag:blogger.com,1999:blog-5696628214691236638.post-13766289647813606362024-03-17T17:11:00.004+01:002024-03-17T17:11:45.665+01:00Amnistía<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgI4jRqaKLgwzUlqOuUbm-zFgT1RnCsVIWsoRa-jpt8_WJxsHqBFpxcC6TNeljNX7BwXcvZdhuFnxWWK1fv3tv2v48y48U7TPzmHjh07uuGb1x8Fom36bQyJBiXkQVYlqgOjT_ocR8S9pujzaOWjQPTPO7H3f64UcJFq4MSghg0O6dCi8KQLtGNVetzsts/s238/Amnisti%CC%81a.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="142" data-original-width="238" height="142" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgI4jRqaKLgwzUlqOuUbm-zFgT1RnCsVIWsoRa-jpt8_WJxsHqBFpxcC6TNeljNX7BwXcvZdhuFnxWWK1fv3tv2v48y48U7TPzmHjh07uuGb1x8Fom36bQyJBiXkQVYlqgOjT_ocR8S9pujzaOWjQPTPO7H3f64UcJFq4MSghg0O6dCi8KQLtGNVetzsts/s1600/Amnisti%CC%81a.png" width="238" /></a></div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Tanto se ha escrito y dicho al
respecto que seguramente esta pobre columna apenas aportará nada nuevo al
debate. Aunque, para empezar, nada mejor que reivindicar el debate, por más que
resulte cansino a ratos, porque es exactamente lo contrario del dogma, que es
donde generalmente suele caerse. En segundo lugar, convengamos que es materia
opinable y contradictoria, por lo tanto aquí sí cabe el respeto de las
opiniones si no son eso, dogmáticas.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Dicho lo cual, conviene recordar que
esta democracia imperfecta en la que vivimos tuvo su inicio en gran parte con
dos amnistías que hubo que pelear, básicamente porque las gentes de bien, como
se dice ahora, nunca suelen estar por la reconciliación sino por el castigo.
Hubo que pelear tanto la amnistía política como la amnistía laboral de 1977. La
primera sirvió para sacar a los presos políticos de las cárceles, si bien
impidió juzgar los crímenes de la dictadura porque se perdonó a todos, a los
presos y a los torturadores y asesinos. La segunda acabó con la persecución
sufrida por miles de trabajadores y trabajadoras durante la dictadura y molestó
a franquistas y a empresarios. Como molestó, acto seguido, la legalización de
determinadas organizaciones sindicales de clase. Será por algo. En suma,
aquella pretérita amnistía política perdonó delitos muchísimo más graves que
los que ahora supuestamente disculpa la actual amnistía en curso. Y aquí
estamos: no se rompió España, no se hundió el mundo. Apena, no obstante, que
haya impedido los necesarios procesos de reparación y de justicia.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Da la impresión, pues, de que en
materia de amnistías debiéramos hacer uso de una visión histórica para entender
esos procesos un poco mejor y para no pensar que ahora empieza todo. Y así
mismo de una visión general, porque no es un proceso específicamente español,
sino común en los países civilizados, en esos países donde civilización es
generosidad incluso con el contrario político o contraparte. Lo que uno
quisiera para sí mismo si yerra.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 17 marzo 2024 <br /></span></span></span></p>
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{page:WordSection1;}</style>ignacio fernández herrerohttp://www.blogger.com/profile/12309302770064009685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5696628214691236638.post-75258630522630348782024-03-10T17:32:00.005+01:002024-03-10T17:32:45.601+01:00Arquitecturas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsLgpbWa2HjdebDUrgudjOP3KI6OSi9rY2kY5X5jeinHeWB8FefDZY8-PB73aLcTO9Vs0RAHdiXN_cD8S6rJzrIfPh0flM62opMeDiV_tDkzFTMMtenOVmROGVUt5aaEmvZoiwnu5ZJRnDD8oOqURDzp5Aj2lTS7oRtwDxIItS_SfLXfQY7CEzC0Znfu0/s1181/Arquitectura.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="547" data-original-width="1181" height="148" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsLgpbWa2HjdebDUrgudjOP3KI6OSi9rY2kY5X5jeinHeWB8FefDZY8-PB73aLcTO9Vs0RAHdiXN_cD8S6rJzrIfPh0flM62opMeDiV_tDkzFTMMtenOVmROGVUt5aaEmvZoiwnu5ZJRnDD8oOqURDzp5Aj2lTS7oRtwDxIItS_SfLXfQY7CEzC0Znfu0/s320/Arquitectura.jpg" width="320" /></a></div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;">Muros, paredes, piedras, esos elementos constructivos inertes en
apariencia desprenden significados, no obstante, que explican políticas y orientan
nuestro pensamiento. Observémoslos, por ejemplo, a la luz de la arquitectura
que levanta la Junta de Castilla y León con sus procederes.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;">En materia de muros, el último gran ladrillo ha consistido en
declarar Bien de Interés Cultural una pirámide en el norte de Burgos, que
sirvió de enterramiento a los fascistas italianos que acudieron en ayuda del
dictador Franco. Ya no quedan cadáveres allí, por lo tanto no sirve ni el gesto
piadoso para justificar una decisión humillante e injusta. Además, ni el
monumento tiene valor artístico ni lo tendrá nunca. Es una arbitrariedad que
incumple las leyes de memoria democrática y que, en consecuencia, debería
desaparecer</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;">En cuanto a paredes, la pareja que nos gobierna rechaza el plan
estatal para el acceso a la vivienda que prevé, entre otras cosas, límites para
los alquileres. Como no creen en él, afirman, en su lugar optan por
subvencionar a los inquilinos para que éstos a su vez donen lo recibido, es
decir, dineros públicos a la propiedad privada, en su mayor parte
especuladores, grandes propietarios y fondos de inversión.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;">Por último, en lo que hace a las piedras, la dejadez de la
Consejería de Cultura permite que se vengan abajo por la humedad y otras
erosiones las que forman el conjunto románico de San Juan de Duero en Soria.
Apenas ha habido inversión en el monumento durante los últimos veinte años, y
el último gasto se dedicó a sustituir los DVD, reponer las puertas de madera y
reparar una iglesia aledaña, nada para conservar ese claustro fuera de lo
común.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;">En suma, la arquitectura tiene ideología, como todas las artes la
tienen. Y sobre todo hacen gala de ella con sus decisiones los gobiernos que
administran de forma torcida esos bienes. A esos tres ejemplos podrían sumarse
muchos otros y concluiríamos que nos gobiernan necios, necios en verdad
malintencionados. No nos respetan.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 10 marzo 2024 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Cuando mansamente se acude a una
consulta médica en ese edificio que llaman ahora Centro de Especialidades de la
Condesa, resulta inevitable recordar que aquello fue en un tiempo ambulatorio,
una denominación perdida como tantas otras para aparentar modernidad. Como define
la Academia, era aquél un establecimiento destinado a prestar asistencia médica
y farmacéutica a enfermos que no se alojan en él. Y remite además, si lo
pensamos, a la práctica de andar, es decir, que no estamos para que nos retiren
cuando a ese lugar nos dirigimos.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Del mismo modo, se perdió el término
sanatorio, que sí era un establecimiento convenientemente dispuesto para la
estancia de enfermos que necesitan someterse a tratamientos médicos,
quirúrgicos o climatológicos, esto último cada vez más, me da la sensación. El
caso es que hoy ya no se suelen denominar así, se prefirió el término hospital,
que parece más amable por su familiaridad con hostal o con hospedaje, como si
se fuese allí de vacaciones. Quizá para evitar confusiones, en la actualidad se
opta por fórmulas menos comprensibles, como CAULE, que nadie sabe lo que es,
pero que se refiere a Complejo Asistencial Universitario de León. En fin, unas
siglas y una denominación más apropiadas a los templos de la tecno-ciencia, que
es en realidad en lo que se han convertido nuestros hospitales o sanatorios.
También es cierto que existía una segunda diferencia entre esos dos conceptos:
el hospital era en origen un establecimiento de asistencia gratuita, mientras
que el sanatorio era de pago.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Los sanatorios, además del lenguaje
y las costumbres, tuvieron otro enemigo poderoso: la especulación. Situados,
por lo general, en el núcleo de las ciudades, la voracidad urbanística acabó
por devorarlos. Es lo que ocurrió en nuestra ciudad con varios edificios
notables que, como otros lugares emblemáticos, eran verdaderas señas de su
identidad. Tanto como iglesias, casonas o edificios civiles insignes. Como se
sabe, la enfermedad del ladrillo no tiene cura.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 3 marzo 2024 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>En lo que va de año he visitado en
dos ocasiones la sede poco cuidada de la Fundación Vela Zanetti. Fue con motivo
de dos exposiciones muy destacables: “Interiores” de Nuria Antón y “Almoneda de
hada” de Carmen Madreña Roja. Esta última puede disfrutarse aún hasta el día 2
de marzo y merece la pena. Las dos han merecido la pena. La una por el trabajo
con la piedra, la otra por el obrar con ingredientes vegetales. Además de su cualidad
como artistas, Nuria y Carmen son mis amigas y, por tanto, las gozo doblemente
y doblemente las admiro. Si añado a estas dos citas otra más no muy lejana, la
presentación del libro “Instantes”, firmado en parte por mi amiga Beatriz
García, se comprenderá aún mejor el porqué de esta columna.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Salvo excepciones sobresalientes,
son mis amigas quienes me nutren desde el principio de los tiempos, lo hacen
incluso aquellas que se rebelaron contra ese destino, y no es necesario que se
signifiquen, como las citadas, por su capacidad creadora en sentido artístico.
Tanto me dan sus quehaceres públicos o privados. Supe a su lado que mi papel
era escuchar, mirar y aprender, después conversar. Y eso he procurado. Por eso
mismo celebro siempre su compañía y las echo en falta cuando tal sucede. Y por
eso mismo, pienso, floreció en mí el rasgo de <i>lo mujer</i>, como lo llamaba
Agustín García Calvo. Léase, a propósito, su libro “De mujeres y hombres”, muy
útil sin duda en estos tiempos de simplificación y de recelos en esa materia.
Pasó tan desapercibido el décimo aniversario de su fallecimiento, el último mes
de noviembre, que da un poco de pena ese olvido. Quizá en Zamora sí lo
recordaron, en su inexistente Comuna Antinacionalista Zamorana.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;">A través de ese vivir y sentir <i>lo mujer</i> me llegan dosis
imprescindibles de sexo, género y condición, si es que se puede hablar en esos
términos en la actualidad, creo que me explico. No sucede así con la pulsión
maternal, que es intransferible y por algo decía Carmen Calvo que “las mujeres
tenemos útero, no es voluntario”.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 25 febrero 2024 <br /></span></span></span></p>
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{page:WordSection1;}</style>ignacio fernández herrerohttp://www.blogger.com/profile/12309302770064009685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5696628214691236638.post-27627077573159863402024-02-18T17:23:00.002+01:002024-02-18T17:23:30.454+01:00Respeto<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrAWp58_fMWtz6bpFRNPsqfbOj0JVkO68g6qU6x1LLquC2-GYn9greJ1chFfcxL9Klim4MJ-jMlYriwqiOhcFsMD_OmexvIq-E_EVyAw5gdan0jjCMrLjp1_lmynXyMiQ6eEpz-vdmijSYZ6E-9mzWjXppcJZwvGfrGopA4Lxg9NJWj8igLhw6iK5qs68/s312/Respeto.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="119" data-original-width="312" height="119" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrAWp58_fMWtz6bpFRNPsqfbOj0JVkO68g6qU6x1LLquC2-GYn9greJ1chFfcxL9Klim4MJ-jMlYriwqiOhcFsMD_OmexvIq-E_EVyAw5gdan0jjCMrLjp1_lmynXyMiQ6eEpz-vdmijSYZ6E-9mzWjXppcJZwvGfrGopA4Lxg9NJWj8igLhw6iK5qs68/s1600/Respeto.jpg" width="312" /></a></div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>En una canción de Andrés Calamaro,
la titulada “Nunca es igual”, se colaba en su última parte un monólogo del
filósofo Antonio Escohotado que concluía con una máxima repetida hasta el total
acabarse: respeto, eso pasa poco ahora, eso pasa poco ahora, respeto, respeto,
respeto… En el cantable venía a cuento de una anécdota boba sobre Alejandro
Magno y sus huestes, pero podría aplicarse sin problema a numerosas otras
situaciones comunes: respeto, eso pasa poco ahora.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>En efecto, pasa poco, tan poco que
incluso una manifestación, la celebrada en la ciudad de Valladolid el pasado
fin de semana, tomó esa palabra como lema de la convocatoria: respeto. Cuando
miles de personas, o cientos, o decenas, da igual, salen a la calle reclamando
respeto, un ruego nada habitual para citas de ese tipo, deberíamos pensar que
algo extraño sucede en nuestro entorno. En el caso de esa marcha, lo extraño y
frente a lo que se alzaba la demanda eran las políticas de extrema derecha en
nuestra Comunidad Autónoma. Políticas y maneras, que son un todo inseparable.
No se consiguió gran cosa en principio. De hecho, acto seguido, los portavoces
del PP y de Vox se mofaron de una reunión, según ellos, menor. Es decir,
volvieron a faltar al respeto a quienes tienen otra percepción de las cosas,
sean miles, centenas o decenas. Incluso aunque sea yo mismo en absoluta
soledad. También merezco respeto por parte de tan nobles y educados señores.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>De todos modos, si cito políticas y
maneras, es también porque estas últimas son algo capital y no hace falta que
estén soportadas por una determinada política. Es cuestión de convivencia en
general, sobre todo, y de estilo, aunque haya quien no me merece ningún
respeto: los genocidas, por ejemplo. Pero también, en la cercanía, exijo
respeto y estilo a quien me responde con un silencio administrativo o con el
vacío, esto es, cualquier forma de incomunicación entre personas razonables. Es
absolutamente irrespetuoso. Falta al respeto, en suma, quien nos menosprecia.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 18 febrero 2024 <br /></span></span></span></p>
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{page:WordSection1;}</style>ignacio fernández herrerohttp://www.blogger.com/profile/12309302770064009685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5696628214691236638.post-36263027275801367942024-02-11T17:30:00.001+01:002024-02-11T17:30:00.131+01:00Murcia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsh8RRNIkI3F49FUpuU821pBbvQIx3FrjzqQKU7etpcuQ2mYUcvROMX09cBlVaJ5ousCVew4GDvQe6reou1v9uhRzIiHSargJjLV6SJ9hATaQbgNlSdZbLSFgWj_Cg0fKzGO0S6Ei556mvxpNcVXFunc_CFoDkeneFGboJ-JYeBTfEkISahCX9FKrWKx8/s252/Murcia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="142" data-original-width="252" height="142" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsh8RRNIkI3F49FUpuU821pBbvQIx3FrjzqQKU7etpcuQ2mYUcvROMX09cBlVaJ5ousCVew4GDvQe6reou1v9uhRzIiHSargJjLV6SJ9hATaQbgNlSdZbLSFgWj_Cg0fKzGO0S6Ei556mvxpNcVXFunc_CFoDkeneFGboJ-JYeBTfEkISahCX9FKrWKx8/s1600/Murcia.jpg" width="252" /></a></div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Nunca he estado en Murcia. Pasé por
esa ciudad una vez hace 30 años durante un viaje entre Alicante y Almería y me
detuve brevemente en su estación de autobuses (para variar). Esa es toda mi
visión directa de ese lugar, a la que se suman de vez en cuando las fotografías
que cuelga en redes mi amigo Carlos Pérez-Alfaro, que de allí nos vino y allí
regreso, a quien debemos tener siempre presente como buen hacedor que fue entre
nosotros de las revistas Resistencia y Fake.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Pienso en Murcia últimamente, sobre todo
desde que las procesiones de tractores invaden nuestras calles y carreteras,
porque me parece el colmo y resumen de muchos de los problemas que nos
inquietan, si exceptuamos los bélicos (de momento). Es ésa una tierra donde
conviven los apuros por el agua, la contaminación de los campos, la
salinización de los acuíferos, la degradación del mar, el turismo masivo, la
diversidad cultural, la explotación del extranjero, los soterramientos, los
terremotos… y todo ello gestionado por un gobierno formado a medias entre la
derechita cobarde y la extrema derecha. Un cóctel para observar atentamente
desde esta otra geografía y desde cualquiera. Para ir tomando nota.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Seguramente, cada uno de esos
problemas son un mundo en sí y merecerían al menos una columna por asunto, como
poco. Contemplados, en cambio, como un todo interconectado, sucede que se
produce un amontonamiento tal que nos impide ver los árboles. Es lo mismo que
pasa con los tractores, que nos despiertan simpatía porque todos en mayor o
menor medida tenemos una raíz rural, pero cuando leemos atentamente sus quejas
de una en una es imposible no ponerse en alerta ante algunas de sus cuitas
enunciadas, porque ponen en cuestión las cuitas del resto de la población, el
relajamiento de la política medioambiental, por ejemplo, o el cuestionamiento
de los objetivos de desarrollo sostenible. Esto último siempre y cuando seamos
capaces de conjugarlo, desarrollo y sostenible, de un modo racional. Murcia nos
marca la pauta.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 11 febrero 2024 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>A determinada edad, las farmacias
son como los bares. Cuando se es cliente asiduo de un bar, si la atención es
adecuada y constante (ya sabemos que es un mundo con gran rotación laboral y no
mucha finura), cuando entras al establecimiento y te acercas a la barra, no
sólo conocen tu nombre, tu ocupación y tus aficiones, sino que saben
perfectamente qué servirte en cada momento del día sin que tú digas ni pío: un
cortado a media mañana, un café solo en la sobremesa y una copa a media tarde.
Lo mismo sucede en las farmacias, en tu farmacia habitual, la del barrio,
cuando los años y los males cronificados se imponen. Conocen con todo detalle
el repertorio de tus medicinas y a qué responde cada uno de los tratamientos,
de tal manera que las primeras palabras de las farmacéuticas (casi siempre son
farmacéuticas) se interesan por la evolución de esa enfermedad concreta desde
la última visita, desde la última emisión de la receta electrónica. A continuación,
ya se puede hablar del tiempo o de la amnistía si no hay mucho público en el
establecimiento y la conversación se anima.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Desde la farmacia, se va uno
directamente para casa con su carrito de medicamentos y los coloca en un
espacio determinado, generalmente de la cocina, en un rincón de la encimera
para que no estorben y queden bien a mano, y allí permanecen a medida que son
consumidos hasta que los sustituyen nuevos envases. Forman parte ya de la
decoración y del menaje de esa cocina como un elemento insustituible. Hay quien
prefiere guardarlos en un cajoncito. Mis padres llenaban un cajón entre los dos
y todavía bailaban pastillas sobre la mesa, junto al televisor y en la mesilla
de noche. Casi al mismo tiempo, las farmacéuticas pasaban a formar parte de la
familia y todos hablábamos sobre lo bien que nos trataban cada vez que había
que viajar a la farmacia en cuestión. Así me sucede a mí en la actualidad y,
seguramente, a quienes lean esta nota. O les ocurrirá. No hay escapatoria ni de
los bares ni de las farmacias.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 4 febrero 2024 <br /></span></span></span></p>
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<span>La
mañana del 24 de junio de 1972, un fuerte dispositivo policial irrumpió en el
convento de los frailes oblatos de Pozuelo de Alarcón. Su objetivo consistía en
apresar a los miembros de la Coordinadora General de Comisiones Obreras que
trataban allí de reunirse (</span><span>Marcelino
Camacho, Nicolás Sartorius, Eduardo Saborido, Francisco García Salve, Juan
Muñiz Zapico, Fernando Soto, Francisco Acosta, Miguel Ángel Zamora Antón, Luís
Fernández Costilla y Pedro Santiesteban)</span><span>. Fueron todos ellos conducidos a la Dirección General de Seguridad, en
la Puerta del Sol, para prestar declaración. A continuación quedaron a
disposición del Juzgado de Orden Público que les inculpó en el Proceso 1001,
llamado así por el número que correspondía al sumario. El libro repasa aquellos acontecimientos, su trascendencia histórica y sus repercusiones políticas en el país.</span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"><b>EL TEXTO</b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"> "El Proceso 1001 no es ya parte del patrimonio de CCOO. Es parte del patrimonio democrático de España".</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicUO6kab9OqkrBg65TBbgsDPeJd_sMXfOXuGbeOLJShXjvRXkT8cM63XNDAHLTH5Duc5ehZITTRWJI6WApRT6clF_ZI9O-m4mihbdlmGFhQhIiibG5aOk05a2VYmuG3VjLsbx_YvLFv1YzgXpJL0GOdB7nRu2ehZ_vGdj0WxHIPI1MASVHrGeFYVvdNgc/s2048/Segovia%201.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="2048" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicUO6kab9OqkrBg65TBbgsDPeJd_sMXfOXuGbeOLJShXjvRXkT8cM63XNDAHLTH5Duc5ehZITTRWJI6WApRT6clF_ZI9O-m4mihbdlmGFhQhIiibG5aOk05a2VYmuG3VjLsbx_YvLFv1YzgXpJL0GOdB7nRu2ehZ_vGdj0WxHIPI1MASVHrGeFYVvdNgc/s320/Segovia%201.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-size: x-small;"><br /></span><style><font size="2"><span style="font-family: verdana;">@font-face
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{page:WordSection1;}</span></font></style><p></p>ignacio fernández herrerohttp://www.blogger.com/profile/12309302770064009685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5696628214691236638.post-35558105478244897082024-01-28T17:05:00.000+01:002024-01-28T17:05:24.626+01:00Emvipí<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfQZElDn2zzXqtm7Can_y38EOQeYzVFrpFdQQKsPueOU28O_Is6SORQ3F28qs22wDbyuh06wlgZNv0JrlWYJ4zcLMZrk51yIi5hi0wtbBgE51qsBkD3z9V2grjrHe9NAYj-j3FP6T67-I6y3mA_wxHFMThtZ4JO_QTlsYDmlu10FNdGMGryzAbNQx-qIQ/s252/mvp.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="142" data-original-width="252" height="142" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfQZElDn2zzXqtm7Can_y38EOQeYzVFrpFdQQKsPueOU28O_Is6SORQ3F28qs22wDbyuh06wlgZNv0JrlWYJ4zcLMZrk51yIi5hi0wtbBgE51qsBkD3z9V2grjrHe9NAYj-j3FP6T67-I6y3mA_wxHFMThtZ4JO_QTlsYDmlu10FNdGMGryzAbNQx-qIQ/s1600/mvp.jpeg" width="252" /></a></div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>No hay competición deportiva de
equipos que no tenga su <i>emvipi</i>. Por lo menos así se expresan los
locutores cuando al final de cada partido se elige al mejor jugador o jugadora
del lance. Lo llaman <i>emvipí</i>, como si todos estuviéramos en la pomada y
nos entendiéramos a la perfección no sólo en lengua inglesa sino también en la
enunciación de sus siglas. Incluso el público, enfervorecido, grita en
ocasiones: ¡<i>emvipí</i>, <i>emvipí</i>, <i>emvipí</i>!</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Lo más sorprendente fue escuchar
esas mismas exclamaciones el pasado fin de semana retransmitidas en los
informativos de la televisión cuando, al finalizar sus exámenes para MIR (otras
siglas empleadas de un modo común y abusivo), amistades y familiares recibían a
los jóvenes exhaustos a las puertas de los espacios que acogieron esas pruebas.
Con todo, no era lo más llamativo del jolgorio, el reencuentro tras sus
ejercicios parecía un anticipo del carnaval. Que estos acontecimientos,
llamémosles así, merezcan ocupar un hueco en los informativos produce asombro:
o hay escasez de noticias o hemos perdido el norte acerca de lo que es objeto
de atención para las redacciones.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>No es nuevo del todo. Se acostumbra
desde hace unos años a contarnos los pormenores de las convocatorias de
oposición para todo tipo de empleo público, de correos a la administración y de
la medicina a la enseñanza, son citas ya ineludibles en la parrilla de los
noticiarios. Parece que, superada la fiebre del emprendimiento con la que
trataron de convencernos, lo público vuelve a ser un destino más que deseado.
Nunca dejó de serlo, en algunos casos es el único destino posible, a pesar de
que su ejercicio posterior esté lleno de valoraciones poco estimulantes por
parte de la ciudadanía en general, si se exceptúa -¡qué cosas!- eso que
pomposamente se llama cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Aun así, tanta
alaraca publicitaria resulta excesiva. No se necesitan extras. Tal y como está
el patio, cualquier trabajador o trabajadora son auténticos MVP, verdaderos <i>emvipís</i>.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 28 enero 2024 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>“Mi memoria es la memoria de la
nieve. Mi corazón está blanco como un campo de urces…”. Lo escribió allá por el
año 1982 Julio Llamazares y parece irreal su lectura cuatro décadas después: ni
el tono ni la imagen son propios del ahora.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Porque ido ya el mes primero de este
invierno, apenas si las nieves han hecho acto de presencia en la montaña. Ni
que decir tiene que de otras altitudes continúan ausentes; es ya una ausencia
casi constante, si exceptuamos borrascas rebeldes que muy de cuando en cuando
nos producen asombro tanto por su extrañeza como por su magnitud. Cosas raras.
Tan raras como que somos nosotros quienes viajamos hacia la nieve y no ella
quien nos viene, somos nosotros la multitud que se asoma cada fin de semana a
los espacios debidamente domesticados para disfrutar, cuentan las crónicas, del
manto blanco, ese tópico horrible que se repite de forma insoportable en todos
los informativos. No hay otra metáfora posible porque no hay poesía en ese
barullo ni sabemos qué es una urz.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Así se construye la memoria que
algún día alguien nos contará y no será la misma según qué elementos jueguen en
el relato. Quizá ni haya relato, sólo fotos en un móvil. Mi memoria de la nieve
me remite inevitablemente a la subida a la Laguna Negra en la Sierra de Urbión aún
en edad temprana, obligados a rematarla a pie por causa precisamente de la
nevada que impidió hacerlo de otro modo. Fue para bien: la dureza de aquella
travesía iluminó más aún su destino a la llegada: “…agua impasible que guarda /
en su seno las estrellas”, lo describió Antonio Machado. Un silencio imponente
por compañía, un vacío de seres y un eco de leyendas envolvieron para siempre
la imagen ya nunca superada. No he querido regresar.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Vinieron después lecturas y otras
montañas. Entre las primeras, la del poeta Llamazares fue determinante. Entre
las segundas, la más reciente ha sido el Campo de las Danzas, con parecido
silencio, con semejante vacío y con muy similar resonancia legendaria. Pero sin
nieve.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 21 enero 2024 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Regresé a Cáceres hace unos días
después de un largo periodo de tiempo sin deambular por esas calles tan
historiadas como amables. Viajé en automóvil, me llevaron. Antiguamente, solía
viajar allí en un Tren Español Rápido (TER en acrónimo o el <i>Ruta</i>, según lo llamaban los trabajadores
ferroviarios) que unía las ciudades de Gijón y de Sevilla; el trayecto duraba
siete horas desde León poco más o menos, un tiempo en verdad suficiente para
llegar al destino como un hombre nuevo, que al cabo era de lo que se trataba en
aquellas peregrinaciones juveniles más penitenciales que turísticas. También
echaba mano de ese mismo camino que nombran <i>Ruta de la Plata</i> para
regresar a la Laboral de Zamora después de cortos fines de semana. En ese caso
la peripecia era mayor: un expreso de madrugada hasta Astorga, hacer horas en
la cantina de la estación y culminar la andanza en un ferrobús, algo así como
el eslabón perdido en la historia del transporte de viajeros en ferrocarril.
Quizá por todo eso y por su decadencia general, cuando se cerró la línea en
beneficio de la carretera, autovías más tarde, apenas nadie rechistó. La
velocidad y las urgencias comenzaban a gobernar una parte de nuestras vidas.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Ahora, cuando ya no hay rutas sino
corredores como corresponde a este tiempo de vértigos, cuando todo el mundo
reclama un tren de alta velocidad a la puerta de casa sin importar su coste y
condición elitista y cuando los mismos que anularon aquel trayecto, o sus
herederos, defienden aún el enterramiento del ferrocarril para no estorbar a
los vehículos en las ciudades, ahora, digo, resucita la reclamación de aquel
trazado. No lo veremos, pero ya es una causa política más en disputa, un nuevo
ruido, un motivo más de agravios. Es de lo que se trata, a pesar de las razones
objetivas y bienintencionadas que animan su recuperación. A las mías se añade
lo sentimental, como se deduce del principio, aunque no sé por qué pero intuyo
que detrás de mí hay toda una legión de sentimentales podridos.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 14 enero 2024 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"> El
punto de vista adoptado para transmitir una información determina no sólo el
éxito o el fracaso en ese propósito, sino también la limpieza del mismo o, como
sucede tan a menudo, el sesgo para crear tendencia u opinión. Esto último es un
mal generalizado, pero si hay un espacio donde se acusa especialmente es en lo
relativo al mercado laboral.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"> El
año 2023 concluyó con dos noticias y un estudio acerca de dicho mercado. Las
noticias lo fueron en virtud de que aparecieron publicadas en los medios, una
de ellas especialmente. El estudio, en cambio, no llegó a tal y apenas si tuvo
reflejo en el espacio publicado. No alcanzó la categoría de noticia, por tanto.
Y, sin embargo, bien hubiera merecido la pena una lectura compartida de esas
tres referencias para entender debidamente el mapa que se nos dibujaba.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"> No
fue así. El dato más repetido de los tres fue el que provenía del mundo
empresarial y que expresaba una queja no gratuita: “Castilla y León tiene
12.000 vacantes laborales”. El segundo en el ranking fue el que llegaba desde
el Ministerio de Trabajo: “Los despidos remontan en la Comunidad un 21,7% hasta
alcanzar los 21.987”. Por último, el dato menos cuantitativo que apenas se
contó es el que aportaba la voz sindical: “La contratación se ha reducido tras
la última reforma laboral: ahora se firman menos contratos pero de mejor
calidad, con un mayor peso de las modalidades indefinidas”. Cada uno enfoca lo
que enfoca, es verdad, pero hace falta atender a las tres vertientes para
entender la situación en conjunto: vacantes, despidos y contratación.
Seguramente entenderíamos mejor lo que sucede.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"> Como
digo, en general así se explica el mundo del trabajo. Si la información tiene
una carga negativa, se desparrama por los medios, digitales sobre todo (esa
selva), hasta preponderar de un modo abusivo, hasta atemorizar si es posible.
Si la carga es positiva, se añade en cola o se obvia sin más, no interesa a
quienes dirigen o patrocinan la selva. No permiten que nos interese.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 7 enero 2024 <br /></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Para quienes hemos amado, amamos
aún, la música francesa como si de una religión se tratase, 2023 será el año de
la desaparición de Jane Birkin y el del anuncio de desaparición de Françoise
Hardy. Birkin se fue porque le tocaba seguramente, sucumbió a la enfermedad y
al dolor crónico por el suicidio de su hija. Hardy acaba de rogar al Presidente
de la República que la dejen morir, que no soporta más el dolor de dos cánceres
a cuestas. Quienes las hemos admirado, admiramos aún, regresamos patológicos a
sus canciones, que es ese espacio inmaculado donde perviven, pervivirán,
eternamente. Lo cual no quiere decir que no nos dolamos también casi hasta
morir por ellas.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Mi barrio era estrecho a finales de
los años sesenta cuando empezamos el bachillerato. A los once años, el estudio
del francés nos descubrió que había un mundo más allá de las vías del tren,
incluso más allá del río Bernesga, que eran las dos fronteras naturales de la
infancia. La adolescencia y la primera juventud nos sumergieron de golpe en
aquellas melodías, con Hardy a la cabeza, hasta convertirnos a su fe y de su
mano, de sus manos, ya no abandonamos nunca ese pentagrama. Luego vinieron
otros nombres: Barbara, Piaf con cierto retraso, Jaoui, Zaz últimamente… Así el
barrio se fue ensanchando y, aunque nunca fueron, ni lo serán, bulevares sus
avenidas, más de una vez nos hemos paseado por él a la manera de Gainsbourg o
de Dutronc, en quienes nos hubiera gustado convertirnos. Nunca lo conseguimos,
pero les hemos imitado hasta el agotamiento, incluso en su devoción por Jane y
por Françoise.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Françoise Hardy fue la pionera de
todo ese grupo de mujeres cantantes sin las cuales hoy no seríamos nada, quizá
un residuo de vida. En el barrio hubo siempre posibilidad de otras elecciones
musicales y eso acabó distinguiéndonos. Algunas de ellas remataron su
existencia demasiado pronto ligada a otras adicciones. Sí, éramos jóvenes y
desbocados, pero: <a href="https://www.youtube.com/watch?v=2ICFtXx546A">“no somos gran cosa / y mi amiga la rosa / me lo dijo estamañana”</a>.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 31 diciembre 2023 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>A estas alturas del día, cuando
alguien se asome a esta columna, también yo habré vuelto a casa por Navidad. O
tal vez no. Tal vez me haya extraviado en uno de esos enlaces a los que me
obliga el vicio de la alta velocidad ferroviaria, sus abonos, sus variantes y
sus trazados radiales. Quiero decir que, de un tiempo a esta parte, a causa de
todo ello o por alguna de esas causas, he recuperado la antigua costumbre de
los trenes de segunda división (vía convencional, se dice ahora) y la
combinación de servicios (transbordos, se decía antes) porque moverse de otro
modo empieza a ser toda una lotería y a un precio francamente excesivo. De tal
manera que el andén de la estación de Palencia, pongo por caso, me es ya tan
familiar como una calle de mi barrio, si no fuera porque son de condición bien
distinta: mis calles viven, mientras que nada hay más desolador que esa
plataforma a la que todos los trenes suelen llegar con retraso histórico.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Históricos son, pues, esos transbordos
como lo son cuantos enlazan en la cabeza del viajero mientras deambula, andén
arriba andén abajo, en una espera interminable. E historia son aquellos
trazados y aquellas estaciones que nos obliga a rescatar la actual servidumbre
ferroviaria: Corcos, Grijota, Villaquirán… Semejantes a los que ahora oscurece
un túnel y que recorríamos, camino de la universidad, en aquellos coches <i>corail</i>
llegados de Francia como lo más moderno de lo moderno en materia ferroviaria: Santa
Lucía, Navidiello, Ujo… La memoria transita por esos nombres y transborda en
ellos toda su carga de navidades conquistadas a través de unos raíles hoy casi
desamparados. Como las propias navidades, que de temporada en temporada se
trasladan no se sabe muy bien hacia dónde y se vacían de compañías que les
dieron sentido. Nos queda, al fin, el viaje hacia El Bierzo, donde el trayecto
y los nombres se perpetúan hasta casi su total abandono: Villabante, Albares,
San Miguel de las Dueñas… Con la sola necesidad del transbordo sentimental.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 24 diciembre 2023 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Finalmente, se hizo necesario abrir
el dedo anular de mi mano derecha para examinar sus interioridades. Superada la
fase fotografía, radiografía y ecografía, y frente al imperio de los
programas-experto, del álgebra de los algoritmos y de la inteligencia
artificial, se impuso de nuevo la oportunidad de recurrir a la vista y al tacto
para diagnosticar de forma rudimentaria cualquier desvío de la salud. Incluso
los males de amor. El resultado de la operación, según determinó la cirujana,
es que allí dentro no había nada, pero que, no obstante, lo iban a analizar. Analizar
la nada, pensé para mí, como si aquella doctora fuese una militante
existencialista o una entusiasta de Carmen Laforet…</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Siempre he admirado esos matrimonios
inesperados entre disciplinas y a quienes los practican: la Dermatología, por
ejemplo, ligada a las doctrinas nihilistas; o el Derecho a la Literatura. Anda
por ahí un libro espléndido editado por Eolas, cuyo título lo dice todo acerca
de esas relaciones más o menos perversas: “Una mirada laboralista a la poesía”.
En él, medio centenar de personas vinculadas con el Derecho del Trabajo
seleccionan un poema desde su punto de vista académico, entre la lírica pura y
la epopeya, y lo comentan. Una rareza genial. Y por ahí anda también Unai
Sordo, sindicalista por excelencia si simplificamos la visión, presentando de
librería en librería su colección de relatos “Cuentos de oficio”. Otra rareza,
se pensará.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Y no. La rareza en realidad reside
en mi dedo anular de la mano derecha, que se niega a calzarse más anillos y,
para evitarlo de forma drástica, se autodestruye. Es un dedo rebelde contra su
destino, aunque a buenas horas, la verdad. Por eso no es extraño que nada
físico explique su comportamiento. Sencillamente, ha decidido por mí que en materia
de relaciones sentimentales ya está bien y me lo explica como sólo él puede
hacerlo, es un dedo que estudió Didáctica. En fin, aguardo ansioso el análisis
clínico por si andamos equivocados el dedo o yo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 17 diciembre 2023 <br /></span></span></span></p>
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Collado</b> Cabrera nació en Burriana, Castelló de la Plana, en 1985. Licenciada en
Filología Hispánica y doctora en Literatura Hispanoamericana. En la actualidad
es profesora de Lengua y Literatura. En el ámbito de la escritura poética ha
obtenido numerosos reconocimientos por sus libros <i>Como si nunca
antes</i> (Pre-Textos); <i>El recelo del agua</i> (Rialp);
y <i>Certeza
del colapso</i> (Ediciones Complutense). Su último poemario, <i>Violencia</i> (La
Bella Varsovia), se ha reimpreso en varias ocasiones. <i>Yeguas exhaustas</i> es
su primera novela</span><span style="font-family: verdana;">.</span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"><b>EL LIBRO</b></span></span></p><p style="text-align: justify;"> <span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"><i><span style="background: white;">Yeguas exhaustas</span></i><span style="background: white;"> es
la historia de una hija que tiene una relación de pareja dañina, que piensa en
las heridas del cuerpo, en las tremendas diferencias de clase y sus
implicaciones, en el clasismo del «mundo de la cultura», en el acceso al
mercado laboral, en la endogamia universitaria y sus laberintos… En definitiva,
en el averiado ascensor social</span></span></span><style><font size="2"><span style="font-family: verdana;">@font-face
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{page:WordSection1;}</span></font></style><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;">.
<span>«Hay
ternura y hay rabia en este ejercicio de memoria propia, al mismo tiempo
colectiva, sobre el poder y los privilegios, y las violencias con las que nos
marcan», ha señalado a propósito de esta novela Elena Médel.</span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"><span><b>EL TEXTO</b></span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"><span> "Cuando me baja la regla, no me retuerzo entre espasmos de dolor".</span></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: verdana;"><span></span></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisNF5O13s-IyHT285bo21Qe4rXFtdAyY3_n5ax_61DCjRD4kjlnY94OLkSIryAFo5QT5eOVezndHDAoPHrK5ITTUq3fLdEQYo1kXbV-B50enPQV6vqNmePCn8yiuCNKXcvi6FqHydgU3-wuSv3oxqOhJU-q_EjbrE2-yn0q2Vi4T3vNBYQGuIeaI-nsA4/s1600/Bibiana%20&%20Moi%204.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="955" data-original-width="1600" height="191" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisNF5O13s-IyHT285bo21Qe4rXFtdAyY3_n5ax_61DCjRD4kjlnY94OLkSIryAFo5QT5eOVezndHDAoPHrK5ITTUq3fLdEQYo1kXbV-B50enPQV6vqNmePCn8yiuCNKXcvi6FqHydgU3-wuSv3oxqOhJU-q_EjbrE2-yn0q2Vi4T3vNBYQGuIeaI-nsA4/s320/Bibiana%20&%20Moi%204.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-size: x-small;"><br /> </span><style><font size="2"><span style="font-family: verdana;">@font-face
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{page:WordSection1;}</style></p>ignacio fernández herrerohttp://www.blogger.com/profile/12309302770064009685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5696628214691236638.post-69833661336906269292023-12-10T17:36:00.003+01:002023-12-10T17:36:32.212+01:00Justino<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBHYYHh_aMVsZaPNoL4hK62iehhQ5D5o4dG_fEOONwVCWQJFv8tWRXYSmUk7v8IuewtwP6pZSqSA6xfii1VciajX1ZyO7mMzsACMqddxuHstC8H09PbEkQeesUqLaqUyekRH2HDfXOwllhS1XKODfYhl9OvCrDmTnORAcJMRwZY2XQ5WBchnuXm2KWi5s/s295/Justino.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="217" data-original-width="295" height="217" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBHYYHh_aMVsZaPNoL4hK62iehhQ5D5o4dG_fEOONwVCWQJFv8tWRXYSmUk7v8IuewtwP6pZSqSA6xfii1VciajX1ZyO7mMzsACMqddxuHstC8H09PbEkQeesUqLaqUyekRH2HDfXOwllhS1XKODfYhl9OvCrDmTnORAcJMRwZY2XQ5WBchnuXm2KWi5s/s1600/Justino.jpg" width="295" /></a></div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>El 26 de noviembre falleció Justino
Burgos, profesor, político y amigo. Su muerte casi nos pasa desapercibida de no
ser por el obituario que en un diario local le dedicó uno de sus colegas, el también
catedrático de Tecnología de los Alimentos, como él, Juan Antonio Ordóñez. Se
glosaban en ese escrito todos los valores académicos, no pocos, del profesor
Burgos y apenas si circunstancialmente se citaba su participación en los
primeros pasos de la Universidad de León y su labor como primer Consejero de
Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León, en el gobierno de Demetrio
Madrid.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Quiero atender siquiera mínimamente
a estas dos tareas porque también en ellas, como en la docencia y en la
investigación, su labor fue más que destacada. Y lo resalto, además, porque se
nos van muriendo poco a poco todos aquellos que podrían contarnos el relato de
esos dos momentos históricos de un modo bien distinto a como se recogió en
actas oficiales o en medios de comunicación. Siempre ha habido pudor o lo que
sea a la hora de hablar del origen de la universidad leonesa y sus intríngulis,
lo mismo que sigue habiendo reservas para explicar la caída del gobierno de
Madrid y todo su entorno. De lo primero nada dirán ya, porque se fueron, ni
Andrés Suárez, primer Rector, ni Miguel Cordero del Campillo, segundo; tampoco
otros que por allí anduvieron y no están. En cuanto a lo segundo, no podrá
hablar ya Ernesto Escapa, que fue Jefe de Gabinete en aquella Consejería. Y en
ninguna conversación, seguramente más que jugosa, intervendrá Justino Burgos.
Nos vamos yendo y los que aún quedamos necesitaríamos contrastar nuestros
recuerdos para dejarlos fijados en testimonios de vida.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Yo tuve la fortuna de aprender
muchísimo al lado de Justino, en materia política y en cuestiones de amistad y
camaradería. Nunca he llegado a su altura en ninguno de esos aspectos, pero
supo él desde el principio que pongo interés, y gracias a eso y a su saber
crecí. Le honro. ¿Lo harán la Universidad y la Junta?</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 10 diciembre 2023 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>La juventud es, probablemente, la
temporada más tramposa de nuestra vida: cuando participamos de ella porque nos
creemos eternos y cuando no porque la sentimos como un paraíso perdido. Pues
bien, ni lo uno ni lo otro. Es simple prosa pura y dura, como se dice ahora. Y
a esclarecer algo de ello han venido, casi en simultáneo, dos estudios, uno más
material y otro más bien sentimental. El primero ha sido elaborado por
Comisiones Obreras y se titula “Radiografía socioeconómica del estado de la
juventud en España” y el segundo, con forma de encuesta, lo firma el
Ayuntamiento de Soria, pero podría haberlo hecho el de cualquier otra
localidad. Ambos están al alcance y merecen una ojeada.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Del primero resaltaremos lo obvio,
porque ya es una auténtica obviedad a la vista de todos que la mayoría de
personas jóvenes no pueden emanciparse hasta los 38 años de edad porque sólo el
55% de la juventud consigue alcanzar un paquete integral de vida adulta, es
decir, un contrato de trabajo a tiempo completo y acceso a una vivienda. De
hecho, sólo un 23% de las personas de 30 años consigue alcanzar ese paquete de
la autonomía personal. Por su parte, la encuesta pregunta, básicamente a
adolescentes, todo hay que decirlo, acerca de lo que les genera ansiedad y el
resultado es bien distinto en función del sexo. A las chicas lo que más les
perturba es que su pareja se niegue a hablar de sus problemas y verse menos
atractivas que antes [¡!]. A los chicos lo que les produce mayor inquietud es
hablar con una feminista o que alguien les diga que son demasiado emocionales o
indecisos. No entraremos en más detalles. Como digo, los documentos son
públicos y se pueden consultar con tranquilidad. Hará falta.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>En suma, la eterna juventud era eso:
vivir con los padres, tener un trabajo miserable y sufrir por auténticas simplezas.
Y ése es el sustrato, se supone, sobre el que se construye después la edad
adulta: la frustración. Bienvenido sea por lo tanto el novedoso Ministerio de
Infancia y Juventud.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 3 diciembre 2023 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Plantar un árbol, escribir un libro
y tener un hijo eran, en opinión del poeta cubano José Martí, las tres
obligaciones de cualquier persona en la vida. Al menos para que esa vida
tuviera visos de perdurabilidad. No sé si esto es sostenible hoy en día o si no
deja de ser sólo un pensamiento residual del siglo XIX. Al parecer, es más
fácil ser perenne en lo virtual, cuyo rastro no se gobierna, que en lo
puramente físico. En fin, aparte de los árboles plantados en la Sobarriba, que
alguno me habrá sobrevivido, y del hijo enviado a conquistar la liga húngara de
balonmano, honraré en esta columna, sin modestia, los libros alumbrados con
afán de pervivir. Sencilla autopropaganda, creo que se llama.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Presentamos hace un par de días el
tercero de ellos, de título “A la siniestra”, construido como una colección de
estas mismas columnas y otras que en la historia han sido en este mismo
periódico y en su precedente, La Crónica de León. Es un género especial el de
la columna periodística y ha arrojado hasta la fecha cultivadores de gran
talla, desde Francisco Umbral hasta Manuel Vázquez Montalbán, a quienes tanto
admiramos aunque nunca lleguemos a su altura. También en Eolas Ediciones
apareció hace seis años “Poscontemporáneos”, una serie de pequeños ensayos que
describían el porqué de esta nueva edad histórica en la que habitamos, sus
cualidades, sus perversiones y sus expectativas, algunas de ellas más que
cumplidas y otras superadas. Y bastante más atrás, en 2006, el que yo creo que fue
merecedor de más historia, aunque no tuviera gran fortuna en tal sentido:
“Lógica borrosa (seguido de Geografía)”. No obstante, algo escondería en su
escritura porque al cabo encontró acomodo en la colección de poesía Provincia
al lado de nombres tan sonoros como el de Juan Carlos Mestre, Eloísa Otero,
Carlos Faraco y otros. Tres expresiones de vida, pues, y tres apuestas por
prevalecer. Y dejo para mejor ocasión la historia de mis árboles y de mi hijo,
que no son menores ni menos enjundiosas.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 26 noviembre 2023 <br /></span></span></span></p>
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{page:WordSection1;}</style>ignacio fernández herrerohttp://www.blogger.com/profile/12309302770064009685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5696628214691236638.post-52224863826038475322023-11-19T17:16:00.000+01:002023-11-19T17:16:17.861+01:00Anacronía<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcl5ZE2WUmrvlCGSISFiY3-k26cHRVfmbpElJtjhl70-LSfgY0Cj4-Huov9dhz4_xJLBHSjM66MYD0erH2TvlH63Y9Jiw-2UpqlffJ_zK807_vo0TBGPvWfr7vBuK6gg3kDMt_1JxBS4_cYf0oxgVxciAkI_RPfr0iHSVgzHyD0iKagFwacV6-O0_Lo9s/s640/anacroni%CC%81a.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="321" data-original-width="640" height="161" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcl5ZE2WUmrvlCGSISFiY3-k26cHRVfmbpElJtjhl70-LSfgY0Cj4-Huov9dhz4_xJLBHSjM66MYD0erH2TvlH63Y9Jiw-2UpqlffJ_zK807_vo0TBGPvWfr7vBuK6gg3kDMt_1JxBS4_cYf0oxgVxciAkI_RPfr0iHSVgzHyD0iKagFwacV6-O0_Lo9s/s320/anacroni%CC%81a.jpg" width="320" /></a></div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Durante el siglo XX, sobre todo en
su segunda mitad, la utopía fue la seña que permitió el progreso ideológico y
social en la civilización occidental, ésa que hoy ya casi ni existe. Hubo
ideales. A lo largo de las dos primeras décadas del siglo XXI, quizá por la
moda de las series de televisión o quizá por el desconcierto del nuevo siglo,
lo que se impuso fue la distopía, algo puramente imaginario pero en sentido
inverso a lo anterior. Había temores. En el presente, a punto de cerrarse el
primer cuarto de este siglo raro, lo que prevalece es la anacronía, la
discordancia cronológica en el discurrir del tiempo personal y de la historia
en todas sus expresiones. Hay desbarajustes.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>La anacronía es, pues, el signo de
la actualidad. Hay unos elementos que nos animan a pensar que vivimos ya en el
futuro y hay otros que nos hunden en un pasado decididamente muerto. En
cualquier caso, lo que no somos es ahora.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;">Hacia el porvenir nos lanzan la ciencia y la tecnología por encima
de todo, nos privan de la sensación del límite y nos confunden hasta
identificar lo virtual con lo puramente físico. Parece que los avances
científicos nos convierten en inmortales y que el desarrollo tecnológico nos lo
posibilita todo. Pero no es verdad, sabemos que no es verdad, aunque elijamos
creer lo contrario. Seguimos siendo finitos y moriremos. Tal vez un jueves de
otoño en París con aguacero, como auguraba Cesar Vallejo para sí.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;">Del pasado, casi del pasado medieval, provienen esas guerras que
pugnan todavía por el territorio, cuando ya el territorio no es poder como lo
fue centurias atrás. O por la religión, lo cual es mucho más inmaterial e inconsistente,
a pesar de que triunfe el pop cristiano y haya peregrinaciones en Misuri para
contemplar el cuerpo incorrupto de una monja. Y a cuento de qué esas banderas
de los tercios de Flandes paseando por las calles de España o qué Constitución
es ésa que se coloca de cara al sol. Huele a rancio todo ello y nos hunde de
nuevo en la caverna de la grasa.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 19 noviembre 2023 <br /></span></span></span></p>
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{page:WordSection1;}</style>ignacio fernández herrerohttp://www.blogger.com/profile/12309302770064009685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5696628214691236638.post-72477348215664936842023-11-12T17:07:00.004+01:002023-11-12T17:07:54.341+01:00Acerico<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNLBGDvahhLZvKhBdhNof2Csm9BlTp6pzij9r5ovjRKYdVe1wUINAKhUjzUUHyia3ZeuLYNotUnE_Cp0RCp98c1PUSyolNMSkruVd7kwXSodiP_Z24vH8VF7FRrmyxg9YiXHXeEVDijqjhaVv6vQmf7qOChCPFSzGh05aFTKuMjdS_q_tQA3drRoDN7SI/s262/Acerico.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="142" data-original-width="262" height="142" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNLBGDvahhLZvKhBdhNof2Csm9BlTp6pzij9r5ovjRKYdVe1wUINAKhUjzUUHyia3ZeuLYNotUnE_Cp0RCp98c1PUSyolNMSkruVd7kwXSodiP_Z24vH8VF7FRrmyxg9YiXHXeEVDijqjhaVv6vQmf7qOChCPFSzGh05aFTKuMjdS_q_tQA3drRoDN7SI/s1600/Acerico.png" width="262" /></a></div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Fui al centro de salud para
vacunarme. Me coloqué en una cola donde todo el mundo estaba enfadado. Las
enfermeras no tenían claro qué vacunas inyectarme: es una edad fronteriza la
suya, dijeron. Finalmente, optaron por la gripe y por el covid y dejaron para
el año nuevo el neumococo y el herpes zóster. En mi vida vi tanta vacuna junta.
Ni tantos pinchazos en mis brazos, reales o en potencia. Si a los dos de esta
semana le sumamos por anticipado los otros dos que vendrán, más los análisis de
sangre regulares y las sangrías por exceso de hierro, convendremos que mis
brazos son algo así como un acerico.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Salí del centro de salud pensando en
el acerico. Esa palabra y su significado me nacieron de forma espontánea, hacía
años que no habitaban en mí. Desde que mi madre decidiera evaporarse y
despareciese del paisaje doméstico su caja de coser, sus hilos, sus agujas, su
tijera, sus dedales, su acerico… Tan práctico como extraño era el acerico, esa
pequeña almohadilla donde se clavaban alfileres y agujas en estado de reposo.
Así mis brazos, pensé yo, al salir del centro de salud. Así también aquella
cola de aspirantes a la vacuna, cuyas palabras eran agujas afiladas contra el
sistema que, curiosamente, les atendía. Así igualmente todo el envoltorio
externo con sus noticias de guerra, con sus puyas y malas gracias políticas,
con sus excusas de obispos, con sus gritos obscenos en los desfiles, en los
parlamentos y en las manifestaciones de ira. Y así, por supuesto, las
conversaciones de bar y las tertulias todas, donde nada escapa de los
alfilerazos. La vida como un burdo neceser de costura.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>De entre los objetos escondidos en
aquellos costureros, los más sugerentes entonces para mí eran el acerico,
claro, y la bola de madera que ayudaba a zurcir los calcetines. Deberían
también actualizarse, francamente, si tenemos en cuenta el número de rotos y
descosidos que se nos abren en las carnes. Un curso acelerado de costura sería
en tal sentido la mejor vacuna para todos nosotros.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 12 noviembre 2023 <br /></span></span></span></p>
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{page:WordSection1;}</style>ignacio fernández herrerohttp://www.blogger.com/profile/12309302770064009685noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5696628214691236638.post-21459530377392545542023-11-05T17:12:00.000+01:002023-11-05T17:12:07.572+01:00Borrascas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjG41akdfo81XaI05jDwYLFWyXpWsWjiEuyWpvhaKbeA0xr89US6y4YwbCzgx4ZziJKX5ELNUhFGAw8H8Ne4AgANZRm-v_qw_t8AEwPKzRO-aGomvN-4PSrMBm7RIHUlkqEV9sxX9WPmgp2KwujyS483OrsqLTPGxREpQG9ayJ1FKihOi5gzr3TQpeswbE/s283/Borrascas.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="120" data-original-width="283" height="120" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjG41akdfo81XaI05jDwYLFWyXpWsWjiEuyWpvhaKbeA0xr89US6y4YwbCzgx4ZziJKX5ELNUhFGAw8H8Ne4AgANZRm-v_qw_t8AEwPKzRO-aGomvN-4PSrMBm7RIHUlkqEV9sxX9WPmgp2KwujyS483OrsqLTPGxREpQG9ayJ1FKihOi5gzr3TQpeswbE/s1600/Borrascas.png" width="283" /></a></div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>De Oeste a Este, un tren de
borrascas nos sacude a lo largo de las últimas semanas: limpian el aire,
ventilan los cuerpos, nos humedecen y nos civilizan.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Esta metáfora, que enlaza lo
ferroviario con lo meteorológico, es un hallazgo del lenguaje. Lo son todas las
metáforas. Y evidencia, si necesario fuera, la capacidad expresiva del código
literario por encima de lo que podamos considerar un código de comunicación
común. En este caso, además de dibujar un mapa de temporales sucesivos que no
requiere mayor explicación, el sentido figurado puede extenderse perfectamente
a otra cadena de tempestades no necesariamente referidas a este tiempo otoñal,
sino a cualquier situación de la existencia. Quien más quien menos padece
habitualmente la retahíla repetida de tormentas, siempre las mismas, en los
informativos de los fines de semana: la borrasca de los precios, la borrasca de
algún suceso no merecedor de mayor eco, la borrasca de la mala salud, la
borrasca de la jornada de liga… O también, situados frente a cualquier medio de
comunicación, el convoy de vendavales del que se nutre la retórica
nacionalista, tanto da la española que la catalana u otras, todas anuncian un
fin del mundo tras otro fin del mundo tras otro fin del mundo… Y, en fin, resta
lo emocional, lo íntimo, donde nadie escapa alguna vez en la vida de verse
sometido a ese ferrocarril de galernas que nos duelen en el alma y que se nos
hacen interminables, fatales, injustas hasta el punto de añorar el anticiclón
de las Azores.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Y cuestión muy diferente es, por
supuesto, el sentido inverso, es decir, las borrascas del tren, acerca de lo
cual mucho podría escribirse, cada vez más. Desde los afanes enterradores hasta
la resurrección de una ruta perdida en la memoria de los tiempos, a cuyo
itinerario todo el mundo se asoma de repente. Y, desde luego, acerca de ese
túnel mágico a punto de inaugurarse, de cuyos desmanes parece que nadie es
responsable. Conviene abrigarse en los viajes porque no está bueno el tiempo.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 5 noviembre 2023 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>¿Cuándo concluyó la guerra, o lo que
sea, entre Rusia y Ucrania? Por lo que se observa en los diferentes
telediarios, eso debió de ocurrir en torno al 7 de octubre, coincidiendo con el
inició del nuevo episodio de combates entre los bárbaros de Oriente Próximo.
Desde esa fecha apenas si hay noticias referidas al enfrentamiento eslavo, que
parece darse por caducado desde el punto de vista del interés general. Es
decir, una guerra sustituye a otra guerra y así sucesivamente. Eso es la
historia.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>Puestos a comparar, no eran pocos
los que preveían que el siglo XXI y la nueva edad histórica serían
probablemente un siglo y una edad de paz si atendíamos a las violencias
terribles vividas en el XX. Es verdad que un par de guerras mundiales y otro
par de estallidos atómicos no eran escaso bagaje, pero, transcurrido casi un
cuarto del presente siglo, los nombres de la locura se suceden sin
interrupción: Afganistán, Irak, Siria, Ucrania, Palestina… por citar sólo los
más relevantes, esto es, los más televisivos. Sobre otros apenas si recibimos
pequeños flashes que pasan casi desapercibidos. Y en cuanto a lo atómico, es
verdad que sólo hay ruido, aunque sea un ruido persistente y amenazador siempre
si se tienen en cuenta los dedos colocados sobre el botón fatal: Vladimir,
Donald, Benjamín… esos grandes humanistas.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>En fin, hay quien se pregunta a
quién beneficia todo esto de las guerras. Contaré una anécdota menor al
respecto. Mi amigo Hilario Franco se dedicó durante un tiempo a exportar
puertas desde Villacañas a San Petersburgo. Desde allí, un mercader
intermediario, quien en verdad se enriquecía, las reenviaba a los territorios
de Israel y de Palestina, donde el estado de destrucción y reconstrucción eran
permanentes y la demanda continua. Así era ese comercio: interminable en la
medida en que interminable es la demencia humana y la necesidad de puertas para
el campo. Como se dice ahora, extrapólese a los fabricantes de armas y otros y
se entenderá mejor la magnitud del negocio.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 29 octubre 2023 <br /></span></span></span></p>
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<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>A punto de vencer el primer trienio
desde que se jubilara de la vida nuestro amigo Hilario Franco, siempre él tan
jubilar hasta el punto de vincular la Compostela con el Sacromonte en el nombre
de su aventura editorial, cabe sacar a colación el juego de esa familia
semántica con la que él, como con otros vericuetos de la lengua, hubiera hecho
auténticos malabarismos. Nadie ha conseguido suplirlo en tales artes.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>El más prosaico de todos los
términos vinculados a esa familia, y sin embargo el más celebrado posiblemente,
es jubilarse, así, en conjugación reflexiva, como si uno se lo hiciese a sí
mismo y lo ensalzara con júbilo, en lugar de ser materia de la edad que se
evade o asunto de legislaciones categóricas. Acaba de jubilarse, por ejemplo,
mi peluquero de toda la vida -<i>Gavilanes</i>, a la orilla de la Plaza Mayor-
y nos hemos abrazado porque sabemos que hasta ahí hemos llegado después de
treinta años de relación, mes a mes, pelo a pelo. Sí, en cierto modo él ha
ganado su propio jubileo, pero los clientes peregrinamos desorientados a la
búsqueda de otro peluquero de confianza, como cuando se te jubila el médico de
familia que sabía de ti hasta el último relieve de tus intimidades orgánicas y
tienes que volver a explicar el origen de todos tus dolores. Es una faena.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"><span> </span>A Hilario no lo hemos sustituido,
evidentemente, es una casilla vacía para siempre en el mapa de la amistad y del
saber. A diferencia de los médicos de familia y de los peluqueros (hablo en
masculino pero se me entiende), los amores se suceden pero no se reemplazan
nunca. Tampoco debieran reescribirse ni convertirlos en letras de canciones
vulgares. Se les ha de honrar. Más aún cuando es la muerte bronca quien te los
arrebata. Tres aniversarios van ya y tres columnas se han seguido en su
memoria. Habrá más. No como la jubilación, que es única e irrepetible y quizá
por eso se la festeja sin reconocer en ella el fin de algo sustancial. No sé, quizá
tenga que aplaudirla yo también mañana como si me lo creyera.</span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: verdana;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><span style="font-family: verdana;"><span lang="ES-TRAD">Publicado en <b>La Nueva Crónica</b>, 22 octubre 2023 <br /></span></span></span></p>
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