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domingo, 3 de agosto de 2025

Lenguas

            No se trata de que el Espíritu Santo nos conceda la facultad milagrosa del don de lenguas para conseguir hablar múltiples idiomas. Nos conformaríamos con hablar bien, con no someternos a ese disparate de lenguaje público, oral o escrito, que arruina la comunicación. Nos conformaríamos con superar ese límite de entre 1.000 y 1.500 palabras que solemos usar los hispanohablantes, sólo un 5% de las que presumiblemente conocemos. Nos conformaríamos con hablar o al menos comprender alguna lengua más que la materna. Nos conformaríamos con respetar y valorar el conjunto de lenguas que se hablan en España e incluso otras no propias.

 

            Esa actitud ante el uso de las lenguas, lamentablemente poco común, se podría fomentar de forma bien sencilla. Bastaría, por ejemplo, con que en la escuela se incluyeran unas mínimas nociones acerca de las otras lenguas de España, lo que permitiría familiarizarse con ellas desde edad temprana, combatir lugares comunes sobre su uso e incorporar a nuestra cultura términos básicos en esos registros, como el saludo, por ejemplo, los diez primeros números o alguna canción. Si, a continuación, los gobiernos acordaran que las diferentes cadenas televisivas autonómicas fuesen de acceso universal y abierto en todo el territorio, se mostraría un pasillo de conocimiento mucho más amplio, aunque sólo fuera para satisfacer un mínimo de curiosidad. Y, por último, si en todas las escuelas oficiales de idiomas se ofertase poco a poco la posibilidad de estudiar gallego, catalán o euskera, mucho cambiaría el paisaje general.

 

            En fin, la Filología hace mucho daño, como puede observarse. Incluso, llegados a una edad, produce delirios como los aquí comentados. Ello no impide reconocer que las lenguas están vivas y esa vida produce por lo general evoluciones hacia nuevas realidades lingüísticas. Si lo pensamos detenidamente, reconoceremos sin gran esfuerzo que al fin y al cabo en el conjunto de esta península y mucho más allá no hablamos otra cosa que un latín vulgar.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 3 agosto 2025

domingo, 27 de julio de 2025

Antifascismo

            Ser demócrata es ante todo ser antifascista. No hay medias tintas. No hay adversativas ni perífrasis ni titubeos. O se es o no se es. Hay otras expresiones y militancias que soportan la gradación, aunque al cabo sean igual de irrespirables: confesarse católico no practicante por si acaso, declararse apolítico o echar gaseosa al buen vino. Pero en materia de principios democráticos el antifascismo es el primer mandamiento, si se peca en eso se peca en todo lo demás. Y luego hablamos.

 

            Pienso en ello al leer la noticia, terrible, de que el gobierno valenciano ha ordenado retirar de la formación al profesorado un curso sobre antifascismo porque “la ideología debe estar fuera de las aulas”. Así nos va y así nos irá de continuar por esa senda claramente ideológica. Paradojas del saber. ¿Cómo se puede hablar de valores democráticos al alumnado si no se les explica cuál es su principal agresor, cómo actúa, cuáles son sus antecedentes históricos, adónde conduce a la postre y quiénes lo encarnan? Por supuesto que es ideología, la democracia es una ideología, qué es si no, ¿una etiqueta sin más? ¿un decorado? ¿una herencia etimológica griega? Hay principios que son principios y no vale comportarse con ellos como un mal alumno marxiano. Sí vale, en cambio, rectificar, ser otra cosa, mudar de traje, pero en tales casos conviene así mismo ser coherente y reconocer lo que se es, no vivir de lo que se fue o de lo que nunca se fue y soportar cuanto conlleva. No disimular. No engañar. No confundir. Por más que las ideologías también evolucionen.

 

            Y ser demócrata, es decir, antifascista, es serlo en todo trance y situación, ya hablemos del contexto político, ya lo hagamos del espacio de lo doméstico. Tampoco en esto último valen disimulos ni trampa ni cartón. Se es demócrata a carta cabal, a cuerpo, sin clandestinidades. Y, en paralelo, eso mismo se exige del antifascista. Son lecciones muy sencillas, ésas que precisamente trata de obviar el ejemplar gobierno valenciano y alguno más.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 27 julio 2025

domingo, 20 de julio de 2025

Odio

            El odio, gran título el de ese libro fallido de Luisgé Martín, que, controversias aparte sobre su contenido y sesgo, es suficiente casi por sí solo para definir esta última temporada borrascosa. Añadámosle, por apurar un poco más el paisaje humano, especialmente cierto paisaje humano masculino, La náusea de Sartre y La peste de Camus. Podríamos decir que, en efecto, la peste del odio produce náuseas. Del mismo modo que el odio, en términos menos literarios, produce seres resentidos o psicópatas. Los primeros, a pesar de que el resentimiento es un tóxico no conciliable con la razón, pueden todavía redimirse de su mal, a veces es suficiente con un momento de lucidez, una caricia, una palabra acertada para hacer luz en un pensamiento herido. Los segundos, en cambio, son ponzoña y no otra cosa extienden alrededor, su único destino es la podredumbre. La propia y la de quienes se sitúan bajo su sombra.


            La literatura, como vemos, siempre ayuda a describir la realidad. Lo que no tengo claro es que consiga transformarla, por más que así lo exclamaran Celaya o Benedetti. No me imagino yo a esas turbas violentas leyendo versos. Quizá es que no se los leyeron cuando todavía era tiempo o acaso sólo les leyeron relatos de hazañas bélicas. O nada. Uno piensa inevitablemente en la niñez de esos violentos que salen de cacería y trata de imaginar cómo eran entonces, qué les hizo ser así desde una edad temprana, cómo nos embrutecemos. Uno se ve a sí mismo dando clase de Literatura y tratando de que entiendan y disfruten En tanto que de rosa y azucena / se muestra la color en vuestro gesto, aunque sabe que ya será inútil y empieza a sentir en su boca, al recitar, algo parecido a la náusea y a la peste: vacío, repugnancia, el absurdo del mal. ¿Quién les explica esto ahora a esos bárbaros? ¿Leerán acaso esta columna?


            No importa, la escritura, sea o no transformadora, sigue siendo imprescindible contra ese odio, contra toda forma de crueldad, de incultura, de idiotez y de ignorancia.


Publicado en La Nueva Crónica, 20 julio 2025

domingo, 13 de julio de 2025

Tubo

            Regresé una vez más al hospital. En este caso para someterme a una resonancia magnética. La sanidad (pública, por supuesto; la privada no haría eso por mí ni de lejos y a lo mejor ni yo podría pagarlo) sigue empeñada en explorar la supuesta mina de hierro que reside en mi hígado y apura todas las posibilidades que la tecnología médica pone a su alcance para conseguirlo. Esa obstinación, que yo agradezco, tiene mucho que ver con dos contingencias propias del actual sistema sanitario: el riesgo del diagnóstico y el poder omnímodo de las máquinas. Una y otra llevan a profesionales y pacientes a una doble encrucijada: el incremento de pruebas especulativas, por un lado, y la justificación (a veces sumisión) ante la inversión tecnológica, por otro. Eso le sucede a mi hígado, creo yo: el hierro vivía en él desde que lo heredó de su madre, pero sólo ahora perseguimos el filón desesperadamente. Tiempo atrás, todo se resolvía con un par de sangrías si los niveles se desequilibraban en los análisis de sangre.

 

            Así que me colocaron unos cascos en las orejas, me introdujeron en el tubo y me sometieron a ejercicios respiratorios amenizados por sonidos impropios de un centro de salud (mental). Más bien parecían salidos de una edición del Monoloco-Fest. Antes, me había tenido que medio desnudar -quédese solo con los calzoncillos y los calcetines: ¡qué imagen!- y me preguntaron si tenía algún tipo de tatuaje, piercing o restos de metralla. Me sentí humillado al confesar que no, que nada de eso, que soy un ser de otro mundo, un clásico venido a menos. También me colocaron una vía en vena por si las moscas, que luego, finalizada la prueba y extraído del tubo crepuscular, sangró lo que quiso a causa del anticoagulante que me han recetado. Esto no es por el hierro, sino por la mala circulación, aunque todo tenga que ver con la sangre y sus derivas. La autodeterminación de la sangre, que es lo que nos ocurre en general a todos: los cuerpos van por un lado y nosotros por otro. O algo así.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 13 julio 2025

domingo, 6 de julio de 2025

Indemnización

            En medio de la confusión general y del maremágnum informativo, una de las razones de ser de una columna periodística es llevar al primer plano algunas noticias que se nos pasan desapercibidas, llamar la atención sobre ellas y comentarlas en lo posible. Por ejemplo, eso de que el Consejo de Europa haya fallado que la indemnización por despido no es suficientemente elevada ni disuasoria en España. En suma, no se protege debidamente a las personas empleadas porque nuestro sistema de despido no cumple con la Carta Social Europea. Mucho más sencillo: ese sistema no alivia el daño causado por un despido.


            Esta resolución, que habrá de formalizarse, es un eslabón más en la cadena de tópicos que caen acerca de nuestro mundo laboral. Ni la subida del salario mínimo genera desempleo, ni los contratos indefinidos atentan contra la competitividad, ni las pensiones son un monstruo económico. Todo depende más bien de si el aparato productivo está vivo o es un modelo zángano. Y en ello, una vez más, le cabe gran responsabilidad a la clase empresarial, con sus beneficios a cuestas, y a las administraciones públicas, con sus cálculos no siempre bien oxigenados. Desde luego, no es un problema de la clase trabajadora, tal y como una y otra vez se viene sentenciando y demostrando. Celebrémoslo, pues, sobre todo en este mundo salvaje en el que nos hemos instalado.


            Y reconozcamos que éste como otros progresos laborales recientes se debe a la iniciativa del primer sindicato de este país, el que mayor respaldo recibe de forma regular por parte del conjunto de trabajadores y trabajadoras, el que fue objeto en días pasados de la ironía ácida y gratuita de “La negrilla” en este mismo medio, jugando con aquello tan ñoño de Urdaci y las siglas. ¿Quién y cómo se indemniza por esa memez inmortal? Del mismo modo que el Consejo de Europa condena la impunidad empresarial, algo deberíamos concluir de forma adecuada acerca de la impunidad de quienes tenemos la fortuna de escribir y de que se nos lea.


Publicado en La Nueva Crónica, 6 julio 2025

domingo, 29 de junio de 2025

Palabrerío

            El palabrerío, que es la degradación de la palabrería, que es la degradación de la charlatanería inútil, que es la degradación definitiva de la palabra, forma parte sustancial del estruendo de esta época y lo abona. Sin llegar a detenernos en la baba de barras y terrazas de bares, donde si pones la oreja lo más probable es que se te pudra, tanto da que nos fijemos en la frivolidad sobre el salario mínimo en boca de Feijoo que en unos obispos y en el presidente de CEOE de Castilla y León clamando por elecciones que en los diálogos sucios de los corruptos que en el silencio atroz de los corruptores que en los exabruptos del emperador atómico que en las sandeces siempre malintencionadas de Aznar que en la jerga mediática que lo envuelve todo. El palabrerío es un ruido más, tan estrepitoso como las 14 bombas de más de 13.000 kilos arrojadas sobre Irán, una sinfonía desafinada, un hablar por hablar, un griterío, un cacareo, una algarabía ensordecedora. En definitiva, como sucede con los bombardeos, también mata el palabrerío, mata neuronas, o es ejemplo de neuronas muertas o ladinamente mal empleadas.


            Frente al palabrerío sólo se levanta la expresión recta y, un poco más allá, la poesía. Su demanda y su cultivo en estos tiempos pueden parecer algo iluso o utópico, pero ¿desde cuándo las utopías están mal vistas? ¿cuánto hace que perdimos la ilusión? Sobre esas dos negaciones y sobre el menosprecio del lenguaje se yergue, en cambio, la labia y la mentira que nos abruman como la sombra de esos aviones murciélago sobrevolando el sur de Teherán con su carga mortífera. No nos dedicamos a enriquecer uranio, pero nada nos libra de la onda expansiva de un proyectil garrulo. Por eso importa tanto militar en la infantería del buen hablar, es absolutamente imprescindible así para sobrevivir como para abrigarse con otros en pro de la razón y contra los grandes palabreros. Leamos poesía, escuchémosla recitar, entretengámonos en los versos procedentes de un paraíso perdido o no tanto.


Publicado en La Nueva Crónica, 30 junio 2025

domingo, 22 de junio de 2025

Segunda

            Hace un mes, el equipo de fútbol de la ciudad donde vivo ascendió a segunda división. Hubo festejos por ello, un gran reggaetón de masas, y el alcalde dijo algo que me llevó a pensar, algo así como que ésta, la segunda, era la división que corresponde a nuestra ciudad. Así que le seguí la pista en los días siguientes para entender, si era posible, a qué se estaba refiriendo con tal afirmación.


            Me lo encontré primero en un concurso de tortilla de patatas que tuvo como marco incomparable una plaza de toros. Después, casi me di de bruces con él, acompañado por una banda de trompetas y tambores, cuando colocaban un monolito en la plaza, glorieta, rotonda o lo que sea que hay cerca de casa para homenajear con su nombre a la cofradía del Santo Cristo del Perdón. Otra mañana, también con sonido de trompetas y tambores, andaba metido en convertir en hijos adoptivos de la ciudad donde vivo a los alumnos de la Academia Básica del Aire, que, por cierto, tiene su sede en el municipio de Valverde de la Virgen. Pensé que me lo iba a encontrar en el pregón inaugural de la Feria del Libro, que se celebró por esas fechas, pero no fue así. Envió a una concejala. Tampoco estuvo en la rueda de prensa que sirvió para presentar esa cosa menor. Por el contrario, confío en que sí haya estado presente ayer en el pregón de las fiestas locales, faltaría más, del que se habrá encargado casualmente la Cultural y Deportiva Leonesa.


            No obstante todo lo anterior, celebro que el alcalde haya entregado la insignia de oro de la ciudad donde vivo al fotoperiodista Mauricio Peña. Repasadas las noticias locales desde el dichoso ascenso futbolístico, creo que es la única referencia en la que ha estado, tal y como declaró, a la altura de la segunda división. Podríamos concluir, además, que es el único acto con el que se ha honrado de verdad la primera parte del nombre del equipo de fútbol de la ciudad. Todo lo cual nos confirma que, en materia cultural oficial, no hemos conseguido todavía el deseado ascenso.


Publicado en La Nueva Crónica, 22 junio 2025

jueves, 19 de junio de 2025

ANTONIO MONEGAL: Como el aire que respiramos


EL AUTOR

 

            Antonio Monegal es catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Pompeu Fabra. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, se doctoró en Harvard en 1989 y ejerció la docencia en Cornell University. En 2004 comisarió, junto con Francesc Torres y José María Ridao, la exposición En guerra en el CCCB. Es autor de los libros Luis Buñuel de la literatura al cine (1993) y En los límites de la diferencia. Poesía e imagen en las vanguardias hispánicas (1998), editor de obras de García Lorca y coordinador de Política y (po)ética de las imágenes de guerra (2007). En 2023 ganó el Premio Nacional de Ensayo por Como el aire que respiramos (Acantilado, 2022) y en 2025 ha sido designado comisario de ‘España País Invitado de Honor’ en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2025.

 

EL LIBRO

 

            ¿Qué es y para qué sirve la cultura? Más allá de definiciones simplistas e inveteradas que hacen de ella el mero producto intelectual y artístico de la elite o la manifestación de la humanidad en sentido antropológico, este ensayo pone el foco en la dimensión colectiva de los fenómenos culturales, es decir, en la relevancia social que, con independencia de consideraciones personales, nos involucra a todos, pues ¿qué sentido tiene si no nos ayuda a pensar y hacer posible un mundo mejor? Mediante un diálogo con las principales obras de referencia en la materia, Monegal interpreta la cultura como actividad intrínsecamente política e indisoluble de nuestro lugar y nuestra intervención en el mundo, pero sobre todo como bien común de primera necesidad para enfrentarnos a los retos de la existencia.

 

EL TEXTO

 

            “Los que nos dedicamos a las artes y las humanidades cultivamos un saber más o menos antiguo, polvoriento, prendas de ropa y retales en desuso para ver si, con algunos retoques y alteraciones, combinando elementos diversos, podamos volver a ponerlo de moda, producir nuevas indumentarias que puedan servir para vestirnos hoy, porque seguimos desnudos frente al mundo”.



domingo, 15 de junio de 2025

Rodrigo

            Ha fallecido Rodrigo González González, Rodri, trabajador de la Universidad de León, un ser comprometido con todas las causas justas, amigo de cuantos le hemos estimado y cascarrabias de profesión. Le recordaremos y perdurará en nosotros mientras nosotros perduremos.


            La pérdida de Rodri no es menor para la institución donde trabajó durante tantos años. Es una parte más de la memoria que se pierde y que nunca acaba de ser contada acerca de aquel momento fundacional de la universidad leonesa. Desaparecieron ya otras piezas importantes para reconstruir aquel relato, un par de rectores, varios profesores e incluso algún alumno en ejercicio en aquellos años. Sólo quedan las actas frías y notariales, pero se desvanece la intrahistoria que nunca se escribe. A mí mismo se me nublan los recuerdos de entonces y necesitaría contrastarlos con los de otros que pasaban por allí para confirmar su veracidad o no. Con Rodri ya no podrá ser. Ni con Andrés Suárez ni con Justino Burgos ni con Hilario Franco, entre otros. Y mira tú que habría cosas que contar. Cómo fueron aquellas primeras elecciones a Rector, por ejemplo, cuando hubo que enfrentarse a un veterinario militar que presidía la Gestora derivada de la Universidad de Oviedo. Cómo fue el asentamiento del campus y qué intereses económicos hubo detrás de esa decisión. Qué alianzas se establecieron entonces para equilibrar el poder natural de la Facultad de Veterinaria. Son cuestiones que siguen en el aire y que nunca se han querido esclarecer.


            En todos esos asuntos y en otros no precisamente universitarios anduvo Rodri metido, porque era él hombre de meterse en asuntos, de no ponerse de lado, de expresar su pensamiento sin ambages, a pesar de que su acracia le llevara a veces a parecer habitante exclusivo de su propio mundo. No era tal, nunca regateó esfuerzos para unirse con otros. No quedan muchos miembros de esa estirpe. Quizá por ello su muerte nos resulta más dolorosa, en cierto modo morimos con él, aunque eso no fuese de su gusto.


Publicado en La Nueva Crónica, 15 junio 2025

domingo, 8 de junio de 2025

Dulzor

            Dulzor, dulzor, dulzor… Así reza un verso del poema final del libro Tixtos de Melibea que, recitado por su autor, Luis Federico Martínez, llenaba el aire de suavidad y de deleite. Era, es, un poema de amor. Quizá sean esos, el amor y la poesía, los últimos refugios para la dulzura.

 

            Siendo más prosaicos, sin entrar necesariamente en lo mucho amargo que reina a sus anchas, lo dulce se persigue o se condena. En nombre de la salud, se hace desde la medicina. En nombre de la economía, se hace desde ciertas multinacionales. En el primer caso, el azúcar enferma. En el segundo, el azúcar no es rentable. En ambos casos, se anuncian limitaciones y es muy dudoso que el verso de cabecera cupiese en el catálogo de lo correcto en uno y otro ámbito. En el de la salud desde luego que no. Y en el de la empresa que acaba de anunciar el cierre de una de sus azucareras no parece nada oportuno. En suma, queda la poesía.

 

            Dulce y lejana voz por mi gastada, escribió García Lorca. Dulce el fuego de amor, dulce la pena, sentenció Fernando de Herrera. Dulce es la sombra donde todos se unen en una cita universal de amor, consideraba César Vallejo. ¡Oh, quién te amara, dulce vida mía, como mereces tú que yo te amara!, confesaba Lope de Vega. La dulce boca que a gustar convida, describía Luis de Góngora. De este amor infinito que me vuelve dulce y hermosa, firmaba Alfonsina Storni… Todo un inventario de dulzores inapropiados para este tiempo.

 

            Un tiempo este en el que, poemas aparte, conviene tener muy presente la memoria inmaterial de esas factorías monstruosas donde se molturaba la remolacha. Escuchar a sus obreros rememorar su historia, sus luchas y sus conquistas laborales es casi un manual poético para enfrentar el porvenir adverso. Recomendamos en tal sentido el documental “Castilla y León, un legado obrero” realizado por la Fundación Jesús Pereda de Comisiones Obreras. Se encuentra en su web y es muy útil para conocer mejor ese y otros sectores que fueron, son, tan nutritivos como la poesía.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 8 junio 2025

viernes, 6 de junio de 2025

ALEJANDRO ÁLVAREZ: No era imposible

EL AUTOR

 

            Alejandro Álvarez ha sido profesor en varios institutos de Asturias. Ha publicado, entre otros, los libros Educación y sindicalismo de clase. El Sindicato de CCOO de Enseñanza de Asturias (2009) y El médico que no quería morir (Vida y muerte de Lodario Gavela Yáñez) (2017).

 

EL LIBRO

 

            En No era imposible. Crónica del conflicto laboral en Duro Felguera 1989-1999 se relata el largo e intenso enfrentamiento de los trabajadores de la empresa asturiana Duro Felguera frente a su empresa a causa del despido de 232 empleados de la misma, planteando una resistencia sin desmayo desde 1993 hasta 1999 y logrando el triunfo de sus reivindicaciones al alcanzar finalmente una solución para todos los despedidos. Fue un conflicto laboral extraordinario que incluyó, entre otras acciones, una marcha a pie a Oviedo, otra en bicicleta a Madrid, una huelga de hambre de cinco trabajadores durante 52 días, un encierro de 318 días en la torre de la catedral de Oviedo y otro de 75 días en el Ayuntamiento de Langreo. Fue un ejemplo de lucha en defensa de los derechos laborales y los puestos de trabajo como pocos ha habido en la historia de España y de Europa.

 

EL TEXTO

 

            “…para recordar, satisfechos, que hubo un tiempo en que le echaron un pulso a una gran empresa, la Duro, y al Gobierno asturiano, y, en buena medida, les torcieron el brazo y se ganaron el derecho a una vejez digna y llena de recuerdos que los llenan de orgullo”.

 


domingo, 1 de junio de 2025

Cárceles

            La repetida mención a asuntos carcelarios en todo tipo de medios de comunicación confirma que las cárceles forman parte importante del decorado de esta edad histórica. Siempre han estado ahí, pero veníamos de un tiempo de supuesta bonanza, se hablaba menos de ello y, además, los establecimientos penitenciarios habían evolucionado a mejor. No en todas partes, ciertamente, y quizá sólo en apariencia. Pero la actual y dictada necesidad de seguridad, la difusión del caos exagerado como paisaje cotidiano y, con toda probabilidad, la multiplicación de formas de delincuencia, han situado las cárceles y sus miserias en primera página. Tanto da que se encargue de ello el señor imperial con sus películas de Alcatraz, que lo haga Bukele con sus campos de concentración salvadoreños o, más recientemente, Macron con sus ideas de resucitar el modelo Papillon, es decir, la construcción de presidios de alta seguridad en la Guayana. Aun con todo eso y más, la cárcel por antonomasia en estos momentos se llama Gaza.


            Frente a todo ese despliegue penal, sólo cabe oponer, para respirar, las cárceles de amor poéticas, esto es, cuanto la literatura es capaz de ofrecernos para pensar el mundo de otro modo, ya que el mundo parece más bien poseído por el odio. Con ese título, Cárcel de amor, firmó Diego de San Pedro una novela sentimental en 1492, donde narraba la historia de amor entre Leriano y Laureola, entreverada evidentemente por el sufrir amoroso, la manipulación y la honra. El mismo título le dio a su libro de poemas Amalia Bautista en 1962. O, en fin, yendo mucho más allá y rizando el rizo, por qué no apurar la imagen anticarcelaria y detenernos en La destrucción o el amor, de Vicente Aleixandre, que es adonde queríamos llegar. Pensando al menos que se trata de una disyuntiva donde hay que elegir y tomar decisiones para situarse frente a la realidad, sin entrar necesariamente en la mística sentimental del poeta. Siendo seres corrientes sin más, aunque con un poco más de humanidad.


Publicado en La Nueva Crónica, 1 junio 2025

jueves, 29 de mayo de 2025

MANUEL GONZÁLEZ: La huelga más larga

EL AUTOR

 

            Manuel González es periodista. Ha trabajado en diversos medios de comunicación: Liberación, Mundo Obrero, El Nuevo Lunes y El País, donde fue presidente del Comité de Empresa por Comisiones Obreras. Actualmente, colabora en Mundo Obrero.

 

EL LIBRO

 

            La huelga más larga relata la huelga de los trabajadores de la mina de sulfatos que la empresa Crimidesa tenía (y tiene) en la localidad burgalesa de Cerezo de Río Tirón, donde buena parte de los empleos del pueblo dependían de ella. A causa de la ruptura por parte de la empresa del acuerdo verbal que existía con el Comité para el convenio colectivo se generó un conflicto que duró 290 días y que desembocó en una marcha sobre Madrid para pedir la mediación del Gobierno. Fue a principios de los años 80 del pasado siglo, hace 45 años. Como ha explicado el autor del libro, el enconamiento que desembocó en la larga duración del conflicto fue también el resultado no previsto ni deseado, al que se vieron abocados los trabajadores por intereses que iban más allá de la mina y de Cerezo de Río Tirón. El año 1980 fue un año de fuertes conflictos, había también convocadas elecciones sindicales y la CEOE creyó tener la ocasión de dar una lección a Comisiones Obreras en las espaldas de unos cien trabajadores que en principio no iban a estar en condiciones de aguantar más de unas semanas de presión.

 

EL TEXTO

 

            “Pienso que a la ejemplar luchas de estos mineros probablemente le debamos el haber disfrutado de algunas mejoras laborales el resto de los trabajadores de España”.



domingo, 25 de mayo de 2025

Francia

            Regresé a Francia esta semana. Nunca he dejado de hacerlo desde que, a los once años, en el inicio de aquello que se llamó Bachillerato Elemental, la asignatura de francés nos descubrió que había un mundo más allá de las vías del tren y más allá del Bernesga, más allá del barrio. El barrio había sido el universo hasta esa fecha, un universo infantil naturalmente, pero enfrentarse de pronto a otra lengua, a otras costumbres y a otras melodías se convirtió en un rito de pasaje entre aquella infancia afortunadamente perdida y lo que habría de llegar, lo que estaba llegando. Fuimos, por tanto, adolescentes afrancesados y nunca hemos abandonado esa devoción hasta esta madurez que tiende al decaimiento.

 

Ese largo paseo francés tuvo sus estaciones principales y secundarias, sus estímulos y sus adicciones. Recordemos, justo es hacerlo, la figura controvertida de un profesor que influyó notablemente en aquellas generaciones de estudiantes palurdos, don Waldo Merino, así, con don, pocos lo han merecido tanto. Luego se sucedieron las amistades que han tendido a permanecer y ahí siguen a pesar de la distancia y de los años: Christine Aranda, Christophe Dubois, Julie Lébert… Y, por supuesto, los fervores inmarchitables del cine, de la literatura, de la música: Rohmer, Camus, Gainsbourg… Así hasta conformar un universo nuevo y muy diferente al del barrio, donde no obstante aún resido, como resido así mismo en la cultura francesa un tanto apolillada.

 

Regrese a Francia, a la ciudad de Tours en concreto, donde fuimos felices más de una vez. Allí, a orillas del Loira, en abril de 2017, en su universidad, un grupo de leoneses fuimos acogidos con cariño para presentar la revista de poesía Fake: Eloísa Otero, Carlos Pérez-Alfaro, Miguel Escanciano, Irune Vidal, Marisa del Riego, Cova Villegas, Ildefonso Rodríguez y Víctor M. Díez sentamos cátedra poética, podría decirse, para compensar en cierto modo cuanto desde ese otro lado de la frontera nos había llegado a lo largo de la vida. Se recuerda.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 25 mayo 2025

domingo, 18 de mayo de 2025

Benazir

            La tensión bélica renacida entre Pakistán y la India nos devuelven al presente las figuras de Benazir Bhutto y de Indira Gandhi. Habrá quien las recuerde y habrá quien las descubra ahora a la luz de las crónicas periodísticas del momento, corto es nuestro conocimiento y cortas suelen ser nuestras memorias en general. Podremos todos, en cualquier caso, valorar el hecho de que dos países tan invadidos por sus religiones, conservadoras por definición, colocaran al frente de sus gobiernos a dos mujeres en tiempos que nos resultan remotos: Indira en 1966 primero y en 1980 después y Benazir en 1988 por primera vez y en 1993 por segunda. Hinduismo e islamismo a la vanguardia. Curiosamente, sucedió también por aquellas lejanas fechas con el judaísmo, que colocó a Golda Meir como primera ministra de Israel en 1969. Cabe preguntarse, pues, qué sucedía entonces con la serie de países occidentales de corte cristiana, tan civilizados y tan modernos todos ellos. Poca cosa, casi como ahora, apenas una Margaret Thatcher, que fue primera ministra del Reino Unido en 1979. Sáquense en consecuencia las conclusiones que se quiera, con toda probabilidad no serán alentadoras para quienes habitamos en el ombligo del mundo.

 

            Benazir fue una figura notable en todos los sentidos, aunque sus gobiernos fueron efímeros, siempre hostigada desde todos los ángulos de aquella sociedad paquistaní, acusada de corrupción, obligada al exilio y asesinada finalmente en un atentado en diciembre de 2007. Tenía ella, quizá fue la primera, el estigma de la mujer joven que triunfa en política y, en cierto sentido, se nos presenta como antecedente de quienes gobernaron, muchos años después, Finlandia y Nueva Zelanda, Sanna Marin y Jacinda Arden, así mismo juzgadas por la opinión pública hasta el delirio. También de eso se puede sacar conclusiones. Benazir, además, parecía nacida de una leyenda árabe, de un cuento de las mil y una noches o de un relato bereber. Incluso su solo nombre era todo un poema, Benazir.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 18 mayo 2025

domingo, 11 de mayo de 2025

Agujeros

            En la ciudad donde vivo, el verdadero apagón histórico se produjo durante el pasado fin de semana. Acogimos nada menos que el XXXV Certamen de Tunas Ciudad de León y el XIX Certamen Nacional de Tunas Universitarias y de Distrito. Es decir, sin saberlo, en la ciudad donde vivo llevamos como poco treinta y cinco años instalados en el siglo XVIII, que es ese agujero en la historia donde residen petrificadas las tunas y los tunos. Auténticas tunas y auténticos tunos. Todo lo demás es puro remedo, degradación, farsa. Algunos periódicos lo llaman tradición. Ay.

 

            Pero es que apenas unos días antes, con motivo de las manifestaciones del 1º de mayo, se escucharon melodías en las calles de la ciudad donde vivo que remitieron así mismo a otros agujeros del pasado. Sonó de nuevo el himno a Santa Bárbara, que digo yo que podría elegirse una versión más renovada, que las hay más que dignas, y no repetir el mismo eterno coro desgastado. Aunque en este caso lo importante no era tanto la música como la letra, esto es, el recuerdo de los mineros muertos en Cerredo este mismo año, como murieron otros antes, en 2013 en el Pozo Emilio del Valle, en 1984 en la Mina Escondida, en 1979 en el Pozo María y así sucesivamente, de agujero en agujero de dolor hasta el apagón total. Y sonó también, como remate de las marchas, la Internacional, ese canto de gloria obrera, interpretado en esa ocasión con bombo y dulzaina, otra tradición, ay, venida también de algún agujero de la historia musical para apagar toda épica.

 

            Así que el otro apagón, el de la electricidad, no el de la luz como todo el mundo lo nombra (se fue la luz), que nos sumió a todos en un agujero de confusión y de tranquilidad, qué paradojas, no fue nada si se tienen en cuenta estos agujeros comunes en la ciudad donde vivo, magnífico escenario para apagones fabulosos. Aunque, ya ven, por esas mismas fechas, escuché a una señora afirmar en su discurso que Madrid echa de menos al ejército y casi me alegré de no vivir en esa otra ciudad.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 11 mayo 2025

SOL GÓMEZ: Memoria de las mujeres

LA AUTORA

 

            Sol Gómez Arteaga es nieta y biznieta de represaliados. Concibe la Memoria, que escribe siempre con mayúscula, como seña de identidad que le ha permitido saber de dónde viene para elegir el camino a seguir. Escribe despacio, como una labor de artesanía, para sacar a la luz realidades invisibilizadas del pasado, pero también del presente. Tiene dos libros de relatos relacionados con la Memoria Histórica: “Los cinco de Trasrey y otros relatos” (2012) y “El sol a la tinaja y otros cuentos” (2017), editados por la Fundación Fermín Carnero. Ha escrito una novela corta, “El vuelo de Martín” (2020), el libro de relatos relacionados con los desórdenes de la mente “Trazos de sombra” (2021) y el poemario titulado “Tiempo de Vilano” (2023).

 

EL LIBRO

 

            En Memoria de las mujeres se reúnen los testimonios de veinticinco mujeres publicados en el periódico digital Nueva Revolución —entre octubre de 2021 y septiembre de 2024—. El libro pretende transmitir, a través del análisis y la reflexión, unos hechos de nuestro pasado más reciente que las mujeres entrevistadas conocen muy bien por su condición de familiares de víctimas o por los conocimientos científicos y la actividad profesional que muchas de ellas vienen desarrollando —hay historiadoras, arqueólogas, antropólogas, documentalistas, profesoras de universidad, escritoras, cantautoras, periodistas, abogadas y editoras—.

 

EL TEXTO

 

            “Tuvimos mala estrella las mujeres rojas / madres de los hijos huérfanos (…) Y aun derrotadas, / vencidas, / cautivas, / desarmadas, / no nos rendimos / ni olvidamos el tiempo pretérito / en la firme convicción / de que la memoria no es sino amor, / un amor que dura más de lo que dura la vida”.

 


domingo, 4 de mayo de 2025

Baldaquino

            Aprendimos, cuando estudiábamos bachillerato, lo que era un baldaquino: un pabellón que cubre el altar. Siendo un poco más precisos, diríamos que es una estructura arquitectónica formada por cuatro columnas que sostienen una cúpula o un dosel plano, con la que, en efecto, se cubre un altar u otro lugar sagrado. El más famoso, probablemente el más hermoso también, es el construido por Bernini en la Basílica de San Pedro en Roma. Lo hemos visto y revisto en fechas recientes a causa de los ritos funerarios dedicados al Papa muerto.

 

            Pensaba yo en la belleza barroca de ese ciborio, como se le conoce de otro modo, mientras paseaba por la ciudad donde vivo. No encontré baldaquinos, tampoco los buscaba, pero topé con esas construcciones que parecen haberse puesto de moda en los trazados urbanos, expresiones por lo general de bastante mal gusto. Una pérgola bioclimática, por ejemplo, a la que se bautizará como “Intercambiador Reyes Leoneses”, que dicen que será un hito de la sostenibilidad, la tecnología y la funcionalidad. No digo que no. Y me topé así mismo con una estructura metálica aberrante, una especie de larguísima marquesina o una pasarela cubierta, según glosan los medios, que une las estaciones de autobuses y de ferrocarril. No tiene nombre todavía, pero la definen como una conexión intermodal. Tampoco digo que no.

 

            La ciudad donde vivo y otras por las que paseo frecuentemente no necesitan baldaquinos para ser reconocidas. Todas tienen elementos, construcciones y enclaves más que dignos desde un punto de vista estético e histórico, edificios muy apreciables y jardines luminosos. Son modestas frente a la capital italiana, pero no desmerecen ni a los ojos ni al ensueño. Ahora bien, en casi todas acaba uno chocando con desdichadas muestras de aparente modernidad urbana, que no son otra cosa más que demostraciones de una ausencia lamentable de estilo. No es que los arquitectos de hoy tengan que apellidarse Bernini, bastaría con un poco de elegancia y algo más de juicio.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 4 mayo 2025

domingo, 27 de abril de 2025

Estruendo

            Un estruendo es, sencillamente, un ruido grande. En una segunda acepción remite a confusión y alboroto. La palabra estruendo, pronunciada en voz alta, es una onomatopeya, como trueno, suena y resuena al enunciarla, lo hace con verdadero estrépito. Estruendo es el sonido de los tiempos presentes, eso que nos aturde e irrita, ese ronquido letal y grosero, esa barahúnda.

 

            En otros tiempos precedentes, se decía que ruido era toda interferencia en un proceso de comunicación, cualquier estorbo, de la naturaleza que fuese, que obstaculizara el canal entre emisor y receptor. Provocaba incomunicación, se venía a concluir. No sucede así con el estruendo tal y como se produce y es producido actualmente, se trata de una acción intencionada que si algo persigue es la desinformación. Entre otras cosas porque la estridencia es de tal magnitud que oculta cualquier tipo de información paralela o alterna y da lugar a que los receptores no alcancen a conocer el total y piensen que la realidad es plana, que solo es realidad lo que atruena de un modo reiterado. En esa situación, el individuo se agarra a un clavo ardiendo y no tiene empacho en asumir la fe de los rebaños. Pareciera que no hay elección. O sí, aunque haya que esforzarse para encontrarla.

 

            Poco a poco, vamos conociendo que sí existe contestación a la política atronadora en todos los sentidos del gobierno plutócrata del imperio. Un puñado de jueces por un lado, una universidad por otro, cierto movimiento sindical frente a los despidos, algunas manifestaciones en las calles. Hay más, con toda seguridad, pero los rugidos nos ensordecen y alientan nuestro pesimismo hasta hacernos dudar de si en el imperio habrá otra melodía distinta al bramido. La hay y la habrá con mayor fuerza, no con más decibelios, a medida que el coro ciudadano organizado entone otros cantos y los extienda. Entonces la vieja e ilustrada Europa se arrepentirá una vez más por no haber sabido escribir a tiempo una partitura con la que apagar tanto tumulto.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 27 abril 2025

domingo, 20 de abril de 2025

Ríos

            En la Autovía del Noroeste, sobre el Manzanal, a la altura del desvío hacia Torre del Bierzo y Brañuelas, han instalado hace poco tiempo un cartel que, según uno u otro sentido, advierte de la separación entre las demarcaciones Duero de un lado y Miño-Sil de otro. Hace también escasas fechas descubrí otro letrero similar en la Autovía de Navarra, junto a Medinaceli, que sentencia la separación entre las cuencas Ebro y Duero. A diferencia de otra cartelería abundante en nuestras carreteras para informar sobre cualquier nimiedad, el motivo de estos anuncios no me parece un asunto menor; incluso apunta posibilidades.

 

            Si el río, lo diga o no la literatura, que sí lo dice, es la vida, por qué no superar las delimitaciones administrativas artificiales y optar, en cambio, por estas otras divisiones hidrológicas naturales. No sólo se recuperaría así el sentido emblemático de los ríos como ejes del territorio, sino que, además, concederíamos entidad a verdaderos ecosistemas existenciales. Personalmente, yo no siento de forma distinta cuando me detengo ante el Duero en los Arribes zamoranos o salmantinos, sobre el puente medieval de Tordesillas, junto a los arcos de San Juan en Soria ni paseando a orillas de cualquiera de sus numerosos afluentes. No siento distinto ni siquiera en el curso portugués de ese río. Podría decir, si alguien me preguntara por mi origen, que soy del Duero. Del mismo modo que otros podrían responder que son del Guadalquivir o del Tajo. De hecho, cuando pensamos los grandes ríos, lo hacemos como una unidad con independencia de las fronteras que superan: el Danubio, el Amazonas, el Ganges, el Nilo. ¿Por qué no pensar y sentir así con nuestros ríos más modestos?

 

            De acuerdo, ya sé que habría enseguida afluentes rebeldes que reclamarían una identidad propia dentro de un territorio tan vasto. Pero ése no es un tema fluvial sino de otro negociado bien distinto. Sólo se necesitaría una confederación justa, equitativa, democrática y participativa. Es tan difícil.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 20 abril 2025