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domingo, 7 de julio de 2024

Asturias

            Advertíamos aquí hace unos meses sobre la conveniencia de atender a otros territorios y su circunstancia con el fin de aprender. Hablábamos entonces de la Región de Murcia por tratarse de una comunidad donde conviven casi todos los apuros sociales y políticos que hoy nos inquietan y su evolución allí podría ayudarnos a los demás, para bien o para mal. Pienso ahora, por lo mismo, en el Principado de Asturias.

 

            Recientemente hemos conocido datos del Instituto Nacional de Estadística, según los cuales Asturias se convertirá en el futuro epicentro de la España que se vacía: el Principado será en 2039 la comunidad española con mayor pérdida de población. Recojo esta información porque hace algunas fechas un alcalde locuaz arrojó a la mesa el naipe asturiano para un posible noviazgo autonómico con León, así, como quien escribe una carta a los reyes magos, sin más argumentaciones. Y pensé, no sé si alguien más lo habrá pensado, supongo que sí, en los parecidos y diferencias que se advierten entre esa comunidad del norte y esta otra mesetaria y diversa que ese mismo político, y otros con él, aborrecen y en la que sitúan el origen de todos nuestros males. No lo discutiré. Únicamente enmendaré un mito al respecto que se repite con frecuencia.

 

            Asturias no depende de Castilla, no tiene un vecino opresor que la menosprecie, se ha gobernado a sí misma desde el principio de esta configuración del Estado y ha conocido gobiernos de todos los colores y mezclas. Coincide con nosotros en que se le vino abajo también la misma fuente de alimentación económica, es cierto, pero conserva otras de interés. Incluso el mar, que no es poca cosa. Y cuidan más sus hablas vernáculas. Sin embargo, su deriva poblacional no es precisamente admirable ni imitable. Es verdad que todo el noroeste de España sufre enfermedades comunes, pero está claro que su remedio no pasa necesariamente por su desmembramiento de otros entes. De todo lo demás se puede hablar. De eso no conviene porque erramos y confundimos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 7 julio 2024

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