Una lluvia fina y sostenida es, según nos enseñaron, la mejor garantía para la fertilidad de los campos. Por el contrario, a pesar del agua que también aportan, chaparrones y tormentas acostumbran a producir un efecto opuesto, ya que el caudal acumulado en breve tiempo suele acabar erosionando la superficie, más que producir alimento, y finalmente perdiéndose.
Este principio elemental, que conocen bien los hombres y mujeres de nuestros pueblos, supera con nitidez el ámbito de lo rural y puede perfectamente aplicarse, en un sentido figurado si se quiere, a numerosas otras dimensiones humanas, lo laboral entre ellas. Del mismo modo que los suelos se nutren con el aporte líquido suave y mantenido, así también la economía se oxigena y crece con una inversión continua y suficiente. Sin embargo, el signo de estos tiempos aparentes, en los que urge más el valor mediático inmediato que los resultados prolongados, mucho menos perceptibles a simple vista, nos está salpicando con aguaceros tan impactantes como de dudosa fiabilidad.
Sede INTECO León |
La polémica suscitada por la competencia entre los institutos de tecnología de la comunicación extremeño y leonés, ambos impulsados por el Gobierno central, cobra especial significado en la clave antes enunciada. El INTECO local se nos vino encima como un temporal benéfico y casi inesperado, fruto de los cúmulos desarrollados artificialmente por el propio Presidente del Gobierno, y así estamos, que no sabemos si sacar el paraguas o si bendecir el agua; y en todo caso, de ser para riego, regaríamos qué. En un sentido bien distinto, el CENATIC de Extremadura responde a una siembra de años, durante los que su Gobierno autonómico ha apostado y ejecutado políticas de implantación de redes informáticas e impulso del software libre entre otras medidas, que les permite ahora dar un salto merced a un suelo consolidado, abonado y llovido. Quizá nuestro problema, por tanto, no sea la credibilidad del proyecto INTECO en sí, pues tarde o temprano ya escampará, sino la ausencia precisamente de las condiciones climáticas previas para asegurar la cosecha.
Para esa tarea, era y es absolutamente imprescindible la implicación y el compromiso de la clase empresarial leonesa y de las administraciones más cercanas, muy en particular de la Junta de Castilla y León como hemos visto antes, pero no ha sido así. Por eso no deja de alarmarnos que la principal inquietud leída en nuestros medios de comunicación acerca de la futura reforma del Estatuto de Autonomía siga siendo el pleito territorial, despreciando de nuevo las cuestiones más políticas y sociales. Volvemos a echar balones fuera acusando al otro de nuestras desdichas y cuestionando la institución en lugar de su gobierno, de tal manera que acabamos identificando la una con el otro y pervirtiendo la realidad. Por ello, en estos tiempos de vísperas estatutarias y electorales, conviene insistir en que prácticamente sólo ha habido un modelo de gobierno en Castilla y León, el del Partido Popular, que evidentemente ha fracasado por centralista y por conservador, pero que sin duda hay otros modelos y que hora es de aplicarlos, sin necesidad de dibujar nuevos mapas regionales, para favorecer otras formas de desarrollo económico y social.
En singular paradoja, sin embargo, escuchamos con frecuencia a nuestros empresarios y políticos reclamar de más allá de las fronteras locales el maná salvador, ignorando las más de las veces el papel que a ellos les toca en el drama. Acto seguido, se felicitan o lamentan –según casos, que de todo hay en la viña- por la llegada de proyectos externos que en realidad suelen caernos como un diluvio, esto es, con la forma de puestos de trabajo endebles, dependientes de voluntades y vaivenes distantes, que lo mismo que se nos vienen se nos van, o tardan en concretarse porque topan con el secano propio de los que no hemos sabido ni querido preparar un mínimo semillero. Lo que ha ocurrido durante el mes de agosto con la plataforma de Telefónica ATENTO es un claro ejemplo de ello.
Así pues, quede claro que desde Comisiones Obreras damos la bienvenida a cuantas iniciativas para la creación de empleo se nos presentan, procedan de donde procedan, y venimos colaborando decididamente para su consolidación con calidad y en condiciones; pero entiéndase que no podemos expresarlo con entusiasmo porque conocemos bien los fenómenos atmosféricos y lo que de ellos puede esperarse. Es más, sabemos que ni por muchos chubascos que nos caigan encima ni por muchas reformas laborales que pactemos, si no se modifica el aparato productivo, es decir, el clima, seguirá existiendo precariedad, empleo temporal y dudosas perspectivas hacia delante. El cambio en nuestro modelo productivo es lento pero tiene que ser obligado si queremos que nuestra provincia y el conjunto del país mantengan su modelo social y mejoren a la vez la competitividad de la economía. Para todo ello, y muy especialmente por lo que a estas tierras se refiere, nada mejor que insistir en lo dicho al principio, máxime en unas épocas de sequía en las que lo literal y lo figurado se complementan.
Publicado en Diario de León, 14 septiembre 2006
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