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domingo, 7 de septiembre de 2008

JORGE DREXLER: Cara B

    Ocurrió durante las últimas fiestas de San Juan y de San Pedro en la ciudad de León. Una noche de junio con temperatura a la baja, como suele acaecer, e inundada de estímulos, ruidos y otros tópicos festivos. La plaza del viejo Ayuntamiento rebosaba de un público notablemente heterogéneo: los de más edad y los previsores acomodados en incómodas sillas de tijera aguardando la actuación que les quisieran echar; los sabedores del programa persiguiendo impacientes el ángulo sonoro y visual más prometedor; los retardados por otras citas agolpándose en los entornos para prolongar el jolgorio con una nueva excusa. Puntual, como no suele suceder, un solo individuo, atípicamente vestido de traje como para ir a la oficina, tomó el escenario acompañado de una guitarra y de un envoltorio de sonidos pregrabados. Y cantó. ¡Vaya que si cantó! Cantable a cantable, el juglar se apoderó de aquel espacio urbano con una humildad admirable y con una presencia absolutamente fascinante. Poco a poco no hubo ya temperatura a la baja, no hubo ruidos festivos ni jolgorios ni excusas. Sólo Jorge Drexler, sólo el artista fundido con una muchedumbre entregada a la emoción.

    Porque la intención confesa de este creador de origen judío-alemán y uruguayo de ascendencia española, contrario por tanto a cualquier régimen que exija pureza, es precisamente ésa: producir emoción en la gente. Y para ello nada mejor que la propuesta que os hacemos, Cara B, un contenedor con dos cedés y un deuvedé, donde poder palpar las bases de una concepción artística que persigue ante todo emocionar y comunicar. Y lo consigue. ¡Vaya que si lo consigue! Para empezar, el deuvedé recoge el vídeo en directo de una de sus canciones más notables, “Todo se transforma”, junto a una serie de explicaciones en propia voz sobre quién es Jorge Drexler, cuáles son sus fundamentos y qué se esconde detrás de este proyecto musical del que los dos cedés dan testimonio.

    Lo que en ellos se encuentra son grabaciones en vivo realizadas en ciudades del entorno de Barcelona a finales de 2007 y en un ensayo en la habitación del hotel durante la gira. Las primeras se convierten en una especie de mate compartido entre público y cantante, con la colaboración imprescindible de Matías Cella y Carlos Campi en las programaciones, cajas de ritmo y otras sorpresas sonoras; las segundas son experimentos más íntimos y reservados con la participación, entre otros, de Leonor Watling. Y el conjunto, en fin, recoge el repertorio suculento, complejo y variado del señor del traje, una perfecta mezcla de electrónica y de poesía que rezuma sensibilidad a mansalva y enlaza con la tradición de otros cantautores con los que también se nutre: Leonard Cohen, Caetano Veloso, Kiko Veneno, Alfredo Zitarrosa, por ejemplo. Porque como él mismo escribe: “Un repertorio es un ser vivo: se queda quieto y es un ser muerto”.

Publicado en Notas Sindicales, octubre 2008

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