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domingo, 26 de mayo de 2024

Lince

            Merece la pena seguirle la pista al lince. Sobre todo porque, en medio de un panorama de noticias por lo general desalentadoras y turbias, las que se refieren a este hermosísimo felino son últimamente estimulantes. Lo más reciente de su peripecia es que en los últimos tres años ha duplicado su población y supera ya los 2.000 ejemplares en la península. Aunque la especie continúa en riesgo de extinción, estamos ante una buena noticia. En particular para quienes en ocasiones se sienten al borde del abismo, que por lo que se ha comentado estos días, a propósito de depresiones y suicidios, son multitud. Se dirá que a las personas enfermas se las trata con menos mimo que a los linces y no es verdad. No deja de ser otra mortificación. En suma, pasar del “peligro crítico” al simple “peligro” es un triunfo hasta para los más atormentados.

 

            La ventaja del lince es que anda, anda mucho, lo cual tiene también su envés en el riesgo de ser atropellado: en 2023 hubo 144 muertes por esa causa. Pero andar errante, aparte de proporcionar recursos (alimentación, reproducción, esas cosas comunes), les ensancha la vida, que debiera ser una aspiración compartida por cualquier ser animado, me refiero a hombres y mujeres. De los linces conocidos, Kentaro fue el más viajero, recorrió 2.400 kilómetros en ruta por España. También Khan, otro explorador, se chupó 1.605 kilómetros. No suele ser habitual tan largo peregrinaje, pero está bien reconocer que siempre hay alguien dispuesto a superar límites territoriales.

 

            Exactamente lo contrario de quienes levantan fronteras y exaltan naciones. Lo natural es andar sin esos límites convencionales, por muy históricos que nos parezcan, más aún en estos tiempos de campaña electoral europea, donde se oye de todo y no siempre bueno. Khan y Kentaro tendrían que dar mítines también para compensar tanta barbaridad. Claro que, si se dejan ver mucho, siempre habrá un cazador furtivo o un vehículo iliberal en alguna otra lista dispuesto a acabar con sus vidas.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 26 mayo 2024

domingo, 19 de mayo de 2024

Juventud

            Tengo la certeza ahora de que Trump ganará las elecciones en el mes de noviembre, salvo que lo evite una sentencia judicial, y que lo hará la derecha, la muy derecha, en las europeas del próximo junio. Lo enuncio como certeza a pesar de que quisiera errar en la predicción, pero la historia, como sabemos, tiende a repetirse y en este presente se dan las circunstancias para que el resultado sea el que digo si atendemos a los precedentes históricos.

 

            El hecho definitivo que me lleva a esa conclusión es la revuelta juvenil universitaria frente a la barbarie en Palestina. Ese movimiento contestatario que, por un lado, remueve conciencias y anima cierta fe perdida en la humanidad, impulsa, por otro, el malestar de los poderes eternos y consolida la reacción. Sucedió así en los años sesenta, en dos momentos concretos y en espacios diferentes: el rechazo a la guerra de Vietnam y el mayo francés. El resultado político de aquellos dos terremotos existenciales, protagonizados también y sobre todo por jóvenes, fue la elección de Nixon en Estados Unidos y de de Gaulle en Francia, es decir, los polos opuestos, y muy opuestos, a la rebelión. Mucho más cerca en el mapa y en el tiempo, la agitación de los indignados, aquel 15M, arrojó el resultado electoral que ya conocemos en 2011: Rajoy y mayoría absoluta. Hay más ejemplos de estas corrientes y contracorrientes perfectamente aplicables al caso actual, si bien hoy existe, además, una marejada de fondo en todo el mundo que cimenta las opciones más conservadoras frente a los progresos en derechos sociales conquistados en las últimas décadas, lo que hace más verosímil nuestro pronóstico.

 

            ¿Adónde quiero llegar? Muy sencillo: nunca la rebeldía juvenil produce el efecto político que se persigue. Quizá sí transforme la sociedad o algunos elementos de ella, sobre todo en el plano privado e íntimo, pero su balance político siempre es negativo en los términos que se persiguen. Porque la juventud no es un vector de cambio, sino de romanticismo.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 19 mayo 2024

jueves, 16 de mayo de 2024

ESPE PONS: Tierra

LA AUTORA

     Espe Pons es una fotógrafa catalana de larguísimo y fecundo recorrido. El núcleo fundamental de su trabajo es la memoria y el paisaje. A menudo la construcción de sus proyectos parte de una cierta poética visual llena de silencios. Otros sitúan la fotografía justo en el límite del propio medio, evidenciando sus convenciones. “Si bien al principio de mi trayectoria la obra se construía más desde una vertiente de paisaje interior y de memoria personal, con el tiempo la obra ha sido más compleja, incorporando elementos claros de reflexión histórica y social". Además de Tierra, otros trabajos suyos recogidos en foto-libros son Bajo la luz del mar y Flucht.

EL LIBRO

      El proyecto fotográfico Tierra invita a profundizar en la memoria a partir de lugares marcados por el trauma de la guerra civil española y la posterior represión de la disidencia. Nos encontramos, en primera instancia, ante un viaje, un recorrido peripatético en busca de las costuras mal selladas de España, de aquellas localizaciones donde quedaron sepultados, secreta y alevosamente, los cuerpos de víctimas de la violencia política: fosas en campo abierto, camposantos, cunetas, simas naturales, acantilados, playas. Espacios que se nos presentan como anodinos, incapaces de comunicar su drama en una primera mirada. Entre esos espacios, ha recogido lugares de las provincias de León, de Soria, de Ávila y de Segovia.

 EL TEXTO

       "El crimen se comete, pero se silencia por todos los medios. Al cabo de un tiempo, el mutismo se resquebraja. Entra entonces a operar la memoria de los familiares y de los vecinos, el inopinado hallazgo de documentos y, también, la reveladora impronta de la naturaleza (...) La naturaleza suma su elocuencia a la denuncia" [Nicolás Sánchez Albornoz]

 

domingo, 12 de mayo de 2024

Vírgenes

            Mañana se inicia el calendario de las vírgenes. Tuvo su preludio durante la semana santa y no fue poco. También, hace un mes, la Sobarriba cumplió con su voto a la Virgen del Camino. Pero es a partir del 13 de mayo cuando toda la agenda se torna virginal hasta pasado septiembre, momento en que se hace una pausa para retornar el 8 de diciembre. Y así año tras año.

 

            En fin, ya sabemos que las razones son varias y que las fiestas se celebran todas, sean religiosas o paganas. No entraremos en ello. Pero sí diremos, y de ahí hablar de vírgenes en esta columna civil y mundana, que no sólo de lo festivo y de lo tradicional nace nuestro conocimiento y padecimiento del asunto. No, se debe, al menos para quienes tenemos cierta edad, al auténtico adoctrinamiento al que fuimos sometidos sin opción alguna, sin que existiera posibilidad de elección de centro educativo ni escapatoria posible. Nos adoctrinaron en lo religioso y en lo militar. Por eso causa cierta gracia, o desgracia más bien, escuchar a determinados líderes, por lo general de extrema derecha, y a ciertos padres y madres, por lo general fundamentalistas, afirmar que en los colegios, en los institutos y en las universidades se adoctrina. ¿Se adoctrina lo qué? deberíamos preguntar. ¿En lo no religioso y en lo no militar? Pues sólo faltaría. En suma, que son quienes nos sometieron al yugo y las flechas de la catequesis, o quienes recibieron su herencia, los que ahora invierten el sentido del obrar y se sienten ofendidos y protestan y denuncian y claman y se rasgan las vestiduras y ponen una vela a la virgen.

 

            De aquellas enseñanzas supimos escapar gracias a la lectura -tanto daño hacen las bibliotecas- cuando nos castigaban en esos antros llenos de libros y de silencio. Allí se nos apareció, entre otros, Jardiel Poncela, que en 1931 -fíjense ustedes la fecha- firmó una novela que vino a salvarnos: “Pero… ¿hubo alguna vez once mil vírgenes” Pues sí, eso parece si atendemos a la pervivencia de lo religioso en el calendario.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 12 mayo 2024

domingo, 5 de mayo de 2024

Trecet

            Yo echo de menos a Ramón Trecet. Aparte de cuanto aprendimos con él en su programa radiofónico Diálogos 3, en antena casi toda una vida, desde 1986 hasta 2008, recuerdo especialmente su forma de comentar los partidos de baloncesto de la NBA y otros, podríamos decir que inventó un lenguaje. Era pausado, explicaba con profundidad e introducía las dosis necesarias de intensidad y humor. Lo dejó, como se deja todo, y le siguió en esas mismas labores un ser bastante curioso, con mayor tendencia al espectáculo y a la grandilocuencia, Andrés Montes, que se apropió de la expresión futbolística del tiquitaca y la convirtió en un comodín. Era ya otro lenguaje, otra forma de retransmitir, seguramente era ya otra la audiencia. Tampoco queda nada de eso. En realidad, ya no hay lenguaje propiamente dicho, sólo imágenes que se suceden veloces a través de TikTok con los pasajes más destacados de los partidos, mates, triples inverosímiles y, a ser posible, broncas, muchas broncas. Nadie explica nada, no hay comentarios, sólo el sonido de fondo.

 

            Del mismo modo que hubo un pensamiento formal, con mayor o menor sustancia, hubo otro pensamiento Ikea, creado a base de elementos sueltos y a medida, que duró lo que dura un mueble de esa marca. Lo que hoy se lleva, en cambio, es el pensamiento TikTok, construido, como lo antedicho, con pequeños episodios inconexos, ocurrencias se llaman también, con tendencia al follón, con mucho ruido de fondo y constantemente autorreferenciados, sin explicación, sin argumento, si acaso con un relato basura. Lo habíamos visto venir, pero hace unos días asistimos a su definitiva consagración en el Parlamento, en una rueda de prensa que se llevó a cabo en el Parlamento, aunque a mí me hizo dudar sobre si se celebraba en una verdulería. La firmó una diputada leonesa para hablar de la familia del Presidente del Gobierno. Su pensamiento y su expresión fueron una lección rápida y sucinta de TikTok. Repásenla y echarán de menos a Trecet, como me sucede a mí.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 5 mayo 2024