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domingo, 10 de noviembre de 2024

Solidaridad

            Al final siempre nos redime la solidaridad, tanto da que se trate de los efectos de una riada monumental como del cáncer de mama.

 

En ello ponen énfasis los medios de comunicación y el común de los mortales nos hacemos eco miméticamente, sin mayores consideraciones. Más aún si los titulares se encargan de destacar que es ésa una de las cualidades más notables de estas tierras y de estas gentes, de este país confuso y confundido: todos en procesión con un rastrillo para quitar barro o vestidos de rosa para participar en una carrera con la que recaudar fondos para la investigación. Todos con la conciencia tranquila -otro tópico- y en paz, cargados de razones una vez más para cuestionar las insuficiencias de lo público y criticar la acción de los gobiernos, pero comulgando con quienes provocan esa insuficiencia o con quienes yerran directamente. O, peor todavía, con quienes se mofan de lo público y desdeñan el gobierno de lo común.

 

            Tan codificadas tenemos en nuestros genes la caridad y la misericordia cristianas a base de décadas de predicación perpetua que no hay escapatoria. Como mucho, lo vestimos con un ropaje que nos parece más laico, incluso hasta más comunista, lo solidario, aunque mantenemos los mismos esquemas que la catolicidad nos ha grabado a fuego en nuestras almas perecederas. Por eso mismo se nombraron así, Solidaridad, los sindicatos católicos polacos o la rama laboral, por llamarlo de algún modo, de uno de nuestros partidos de extrema derecha. Anda que no saben…

 

            Yo estoy en contra de la solidaridad y a favor de la justicia social, lo cual no quiere decir que renuncie a mis obligaciones con otros indeterminados cuando así lo exigen las circunstancias. No otro es a mi modo de ver, sólo a mi modo de ver y al de quienes quieran coincidir, el planteamiento, así en la catástrofe como en la enfermedad. Rastrillos y camisetas son paños calientes, una fórmula light y prêt-à-porter del compromiso social, aunque transitoriamente ocupen portadas y reciban elogios.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 10 noviembre 2024

domingo, 3 de noviembre de 2024

Minas

            El eco de las minas no concluye, pero se desordena. Después de un tiempo de postración tras el fin definitivo de toda la actividad minera, su memoria material e inmaterial bulle sin orden ni concierto y hay una pugna encubierta por convertirse en centro de la misma. Se trata de encontrar un relevo económico que nunca será tal en su magnitud, aunque posiblemente no haya otro a corto plazo. De ahí que municipios de todas las cuencas, de acá y de allá, con ayudas de administraciones o sin ellas, persigan con mayor o menor éxito convertirse en foco de atracción turística y cultural.

 

            Enumeraré las iniciativas que conozco y seguro que alguna olvido: el Pozo María en Caboalles de Abajo, en fase de convertirse en Archivo de las familias mineras; el Pozo Julia y todos sus anexos en Fabero, declarado Bien de Interés Cultural en 2021; el Museo de la siderurgia y de la minería de Castilla y León en Sabero; el Museo de la Energía (Fábrica de la Luz) y la Térmica Cultural en Ponferrada; el Centro de Interpretación de la Minería en Barruelo Santullán (Palencia); y la Fundación Cultura Minera y museo en Torre del Bierzo. Recientemente han anunciado que se sumarán a esta lista el Instituto de Estudios Sangre Minera con un nuevo museo en La Robla y el Pozo Herrera I en Sabero que, al menos en otra onda, aspira a ser un Centro de investigación sobre la biología de la Cordillera Cantábrica.

 

            Dicho todo esto y sin cuestionar ninguno de esos proyectos, sólo cabe preguntarse si hay alguien al timón. Y se me ocurre responder que esa labor le corresponde, hoy por hoy, a la Consejería de Cultura y Turismo que, en lugar de estimular la competencia vía subvenciones, como hace así mismo la Diputación Provincial, debiera más bien cohesionar todas esas ideas, armonizarlas y abrazarlas, junto a otros enclaves relacionados y otras colateralidades, con una única etiqueta: paisaje cultural minero. Urge esa dirección, liderazgo, coordinación o como se le quiera llamar. Colegiada y participada, eso sí.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 3 noviembre 2024