Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 25 de agosto de 2024

Frescor

            Se descubrió por aquel entonces que el fresco había estado sobrevalorado y cundió el desánimo entre las gentes. De poco había servido el esfuerzo de haber regresado unos días al pueblo para respirar y casi nadie sacaba ya las sillas a la puerta después de la cena, preferían permanecer en el interior conectados a sus ventiladores inútiles. El fresco, como tantas otras cosas del pasado, tiende a la desaparición. Es algo analógico: a quién se le ocurre método tan primitivo como generar corriente o aguardar la llegada de la noche para que caiga la temperatura. No, lo que toca hoy es consumir electricidad o confundirse en medio del turismo de masas, los dos remedios que se nos proponen. Paradojas: lo primero abunda en el individualismo derrochador de más recursos mientras que lo segundo tiende al desarrollo de la ganadería intensiva.

 

            Todo esto sucede, mayormente, en agosto, el mes más traidor del año, el mes del definitivo marchitarse, el del sofoco y el sudor, incluso el de las muertes por causa de esas olas cálidas que se han convertido en el pan nuestro de cada verano gracias a los telediarios. Ni frío al rostro ni rebeca al brazo por si las moscas. Agosto es solo moscas y bochorno.

 

            Y sin embargo también yo, que ando siempre rechinchando con estos asuntos, me he sumado a lo largo del verano, especialmente en agosto, a la moda de los viajes sin fin. Confesaré sin ningún pudor los que han sido mis destinos: Lugueros, Borrenes y Lago de Carucedo, Bolaños de Campos, Villablino y Robles de Laciana, Pedredo y Santa Colomba de Somoza y Quintanilla del Molar. Todos lugares muy exóticos y fuera de los circuitos mercantiles, como podrá comprobarse, verdadero turismo de aventura podría considerarse si atendemos a esos otros rumbos trillados que nos animan a frecuentar. Y todos ellos así mismo persiguiendo el rastro de buenos amigos y amigas, con quienes compartir comida, conversación, paseo y risas. Son la auténtica frescura. Quizá la única que aún no ha sido pasto del comercio.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 25 agosto 2024

domingo, 18 de agosto de 2024

Medallas

            Consumados y consumidos los fastos olímpicos, es posible extraer conclusiones de todo ello conforme a la devoción que a cada cual le merezcan. De todo ha habido y sobre todo hemos leído, pero si de algo conviene hacerse eco, a nuestro modo de ver, es de la observación que hizo el periodista Marc Bassets acerca del medallero. Recalcaba él, para combatir el chovinismo francés y de otros muchos, que no triunfaron en el ranking ni los Estados Unidos ni China, sino la Unión Europea tomada en su conjunto. Una entelequia quizá.

 

            O tal vez no. Se trata, evidentemente, de una nueva visión de la globalidad inevitable y de la federalidad deseable. Salta a la vista en lo que aquí comentamos y debiera hacerlo también en otros terrenos económicos, políticos, culturales… Es decir, sólo la suma conquista mientras que lo local resta. No supone eso olvidarse de que algunos deportistas son de nuestro pueblo y lo celebramos porque nos vemos retratados en ellos, al fin y al cabo vitorear a los supuestos héroes es algo atávico, pero no seremos competitivos si seguimos pensando que el triunfo llega sólo desde nuestra bandera y desde nuestro himno, generalmente menores frente a otros entes territoriales que nos abruman o nos achican.

 

            Es un suponer, claro, pero en tal caso, junto a los brincos de Jordan Díaz y la marcha de María Pérez y Álvaro Martín, celebraríamos como nuestros también los saltos de Armand Duplantis, las brazadas de Leon Marchand y los kilómetros interminables de Sifan Hassan. Y habría ocurrido que el oro, la plata y el bronce del torneo de balonmano hubieran ido a parar a un mismo destino, Europa, pues europeos son los equipos de Dinamarca, Alemania y España sin ningún distingo. Es más, sus jugadores disputan indistintamente las ligas de todos esos países sin otro tipo de fronteras que no sean las de sus contratos laborales. Que en nuestro supuesto tampoco tendrían que existir. Porque así se construye el mundo, sin chovinismos, sí, pero también sin nacionalismos excluyentes.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 18 agosto 2024

domingo, 11 de agosto de 2024

Medicina

            Nunca la medicina deja de formar parte de nuestras conversaciones y de nuestras inquietudes. Por ejemplo, se habla y se escribe mucho últimamente sobre la falta de profesionales y se proponen soluciones. Una de ellas pasa por incrementar el número de universidades que en Castilla y León impartan el grado en dichos estudios, hoy presentes en Valladolid y en Salamanca. Naturalmente, las universidades de León y de Burgos, las otras dos que también son públicas, se han postulado y pugnan por conseguirlo. Pero la decisión siempre se dilata, a pesar de que parece existir acuerdo general para que haya un mayor número de personas tituladas. La administración autonómica que debe encargarse de ello da largas al asunto y no resuelve. ¿Por qué no resuelve?

 

            Una respuesta a esa duda nos lleva a formularnos otra pregunta: ¿qué sucedería si fuese una de las cuatro universidades privadas que hay en la Comunidad Autónoma la que lo solicitara? Que lo hiciera, pongo por caso, la Universidad Católica de Ávila para evitar confluencias territoriales con los espacios públicos. Es un suponer, desde luego, pero resolvería muchas papeletas a la Consejería de Educación y, de paso, consolidaría la política que el Partido Popular ha decidido llevar a cabo en materia universitaria para toda España: potenciar las universidades privadas y estrangular a las públicas. Es decir, favorecer el negocio por encima de todo. Tengamos en cuenta que en Andalucía cuatro universidades privadas han sido bendecidas en los últimos diez meses. Y tengamos en cuenta así mismo que los rectores de las universidades públicas de Madrid han declarado que su financiación es hoy un 10% inferior a la de 2010. ¿Me siguen?

 

            El problema es que son estudios caros incluso para la iniciativa privada. De hecho, sólo cinco universidades privadas imparten en España esos grados. Pero todo se andará. Entonces León y Burgos se sentirán despreciados una vez más por Valladolid. Aunque no es una cuestión territorial, sino de capitalismo sin más.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 11 agosto 2024