Buenas tardes y muchísimas gracias por
acompañarnos en este acto que es más que notable para la Fundación Jesús
Pereda de CCOO de Castilla y León. No es que nuestra vida pivote sobre él en
exclusiva año tras año, nuestra programación y nuestras tareas son por fortuna
amplias y diversas, pero es verdad que también gracias a él recorremos la
comunidad, extendemos nuestras redes, cumplimos la función de resaltar valores
culturales que en ocasiones pasan casi desapercibidos y nos encontramos con
amigos y amigas a quienes mucho estimamos. Así que sí, muchas gracias.
Me gustaría, para empezar, compartir con
ustedes un par de ideas que podrán situarnos mejor que cuanto yo diga acerca
del sentido de este acto y de estos premios.
Al hilo de las cosas raras que nos
ocurren de forma habitual, escribía hace unos meses Pepa Bueno, la directora
del diario El País, lo siguiente: “…el diálogo, el
contraste de ideas y la búsqueda del bien común son el motor real del futuro de
cualquier país. Y hay mucha gente trabajando en esa dirección al margen de
quienes más gritan, gente preocupada por la desinformación y el bloqueo de
nuestra vida pública. Gente que hace lo que está en su mano: propiciar los
lugares de encuentro y el debate sobre los temas de fondo (…) Que el ruido
interesado que nos rodea no nos haga perder la perspectiva”.
Y, más recientemente, Máriam Martínez
Bascuñán, una importante politóloga, se preguntaba y se respondía a sí
misma: “¿Recuerdan la última vez que no votamos
contra nadie? ¿En la que no pretendieron movilizarnos para salvar la
democracia? Reivindiquemos el noble aburrimiento del diálogo y la persuasión
frente a la guerra cultural”.
Bueno, eso es lo que nos trae aquí esta
tarde: la celebración del contraste de ideas, del bien común, del encuentro y del
debate, de la persuasión y del aburrimiento del diálogo. ¡Qué cosas! ¿Quién nos
iba a decir, hace quince años, cuando estos premios vinieron a la vida y les
dimos ese nombre, Premios Diálogo, que tal término iba a requerir tanta
reivindicación y defensa? Diálogo, que era algo común para nosotros, sobre todo
tratándose de un sindicato, junto a movilización y acuerdo; diálogo, que es la
antítesis del monólogo, del monólogo onanista en particular; diálogo, que hasta
daba nombre a un programa de radio del que tanto aprendimos, Diálogos 3, ¿lo
recuerdan? En fin, ¿qué vamos a decir ahora, cuando hemos vivido, vivimos, su
contrario, es decir, el odio y la falsedad en los discursos, en las políticas
que los aplican y en nuestro ser cotidiano? Está claro, no hay otra opción que perseverar,
que es una señal de quienes generan cultura día a día, calladamente, con
humildad y con tesón. Como las personas y colectivos premiados a quienes hoy
honramos en este acto.
Premiamos a través de ellas el
progreso cultural en nuestra Comunidad Autónoma, un progreso con acento
necesariamente social, con voluntad crítica y con perspectiva de género, pues
no de otro modo lo entendemos en nuestra Fundación y a ello responde también
nuestra programación del día a día. El pasado año, para que se hagan una idea,
llevamos a cabo un total de 60 actividades con las que llegamos a 19
localidades, grandes y pequeñas, de estas provincias nuestras, más Gijón y
Madrid. De todo ello encontrarán fiel testimonio en nuestra página web, les
animo a que se asomen a ella. De tal forma que siempre solemos presumir, y creo
que hay que hacerlo, de que, si exceptuamos a la Consejería de Cultura, con
todos sus medios a cuestas, ninguna otra entidad se dispersa de ese modo en el
territorio como una lluvia fina y sostenida. Nos cuesta esfuerzo, pero nos
produce satisfacción y nos regala, lo decimos con la debida modestia,
reconocimiento. Lo que también representa reconocer el trabajo que el sindicato
hace en este sector, siempre insuficiente con toda seguridad.
Esa cualidad itinerante y titiritera de
la que les hablaba es lo que nos permite encontrarnos con gentes
extraordinarias y es lo que permite así mismo ampliar nuestro catálogo de
personas y entidades premiadas, todas ellas sobresalientes, cada cual en su
ámbito singular. De hecho, lo podrán comprobar esta misma tarde. Por el
escenario pasará el folklore, la investigación etnográfica, la defensa del
patrimonio, los juegos tradicionales y el compromiso con la igualdad desde los
medios de comunicación. Esto último es una novedad este año. Nos parecía que,
junto a las categorías que habitualmente premiábamos, era oportuno en los
tiempos que corren reconocer el trabajo que algunas personas, más de las que
pensamos, llevan a cabo con auténtica militancia ética a la hora de informar.
Así es como hemos llegado esta tarde a
Salamanca. Ya en otras ediciones habíamos rondado por Ciudad Rodrigo, por el
Barrio del Oeste de esta misma ciudad y por Mogarraz. Solemos llevar siempre la
ceremonia de entrega a aquella localidad en la que reside la persona premiada a
título individual. O cerca. Tan sólo Palencia y Soria se nos han caído del mapa
hasta ahora, y muchos saben aquí que me duelo por ello, pero estoy seguro de
que llegarán a esos destinos en el futuro. Aunque no nos tocará ya a nosotros
guiar esa ruta. En cierto modo, este acto es también una despedida para
quienes hemos dirigido la Fundación durante los últimos ocho años. El próximo
mes de mayo tendrá lugar el décimo tercer congreso de Comisiones Obreras de
Castilla y León, lo cual supone que se elegirá una nueva dirección que habrá de
determinar la senda venidera de la Fundación, quién la presidirá y cómo se
conformará su nuevo Patronato. Por eso quiero dejar constancia aquí de mi
agradecimiento a todas las personas que lo han integrado en estos años, sin
ellas no hubiésemos sabido progresar. Y aprovecho la ocasión para agradecer el
trabajo a mi lado de tres personas que me han sido imprescindibles: María Luisa
L. Municio, Ana Peña y Juan Carlos del Pozo. Han sido generosas hasta el
extremo. Y, obviamente, le agradezco a mi Secretario General, a Vicente Andrés,
que confiase en mí para dirigir la Fundación, espero haber estado a la altura
de sus expectativas cuando tomó esa decisión.
No es muy propio de mí ni yo soy dado a
ello en estas situaciones, pero permítanme un añadido personal. Así como puedo
decir que soy feliz en este momento que me acerca al fin de mi trabajo en la
gestión cultural pública, diré igualmente que lo fui en mis primeras andanzas
en estas mismas labores. Me remonto al año 1986 en la Consejería de Educación y
Cultura de la Junta de Castilla y León, aquella Consejería y aquella Junta,
todo tan incipiente, todo tan distinto. El pasado mes de noviembre falleció
quien fue Consejero entonces, el profesor Justino Burgos, quien, aunque
poco o casi nada se le haya reconocido, merece a mi modo de ver el mayor de los
homenajes. Nos enseñó mucho, aprendimos mucho a su lado y no seríamos las
mismas personas de no habernos cruzado con él en nuestra vida. Sinceramente, yo
creo que él también sería feliz hoy en este auditorio. En algún sentido, casi
todo empezó allí y hasta aquí llegamos.
Nada más, muchísimas gracias de nuevo. Y
continuaremos dialogando en los bares.
Texto leído en la entrega de los XV Premios Diálogo de la Fundación Jesús Pereda, Salamanca, 27 septiembre 2024