Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

jueves, 6 de septiembre de 2012

La espiral


     En tiempos de siglas, acrónimos, marcas, logos y demás señas sintéticas de identidad, a nadie debe extrañarle que también las crisis se expliquen con símbolos visuales, en este caso tomados del alfabeto: tienen forma de V cuando la caída y la recuperación son rápidas y en un corto espacio de tiempo; de U cuando entre ambas fases se produce un estancamiento temporalmente limitado; de W cuando a la recuperación le sucede otra recaída; y de L cuando el periodo de estancamiento es notablemente largo. Cuentan los que de ello saben que éste último es nuestro modelo. Sin embargo, limitándonos a las fronteras alfabéticas, bien podríamos decir que cuanto nos ocurre tiene forma de X, en tanto enfrentamos una crisis sistémica para la que nadie se atreve a aventurar horizontes claros, mientras la clase política, desde el conservadurismo que la caracteriza, no hace más que dar palos de ciego suponiendo que los fundamentos sociales, políticos y económicos son eternos y que algún día volverán como por encanto a su sitio natural. Mas, suponiendo que eso no vaya a ser así, otra figura geométrica define mejor que cualquier signo este proceso sin rumbo: la espiral. Efectivamente, desde que la crisis explotara y en particular desde mayo de 2010, damos vueltas sobre el mismo punto incrementando no obstante el radio de nuestros giros para no llegar a ninguna parte, sufrir más y repetir siempre el mismo tipo de acciones. Sin importar la serie de medidas dolorosas y calcadas de sí mismas, el paro siempre es el paro pero dispara sus cifras en cada rotación, el índice de riesgo es siempre el mismo aunque crezca por centenas en cada viraje y un rescate sucede a otro conforme a la sucesión de rodeos. Nada más elocuente en este sentido que las reformas financieras. Cinco llevamos en los últimos años, sin rematar nada, para concluir en esta última con un sublime pleonasmo: el banco malo. ¡La consagración de la redundancia!

Publicado en La Crónica de León, 7 septiembre 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario