Blog de Ignacio Fernández

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miércoles, 31 de enero de 2024

VV.AA.: 1001 La lucha que alumbró la democracia

LOS AUTORES

     Varios periodistas o escritores y un historiador constituyen el grupo de personas que han redactado este libro. Los periodistas / escritores son: Daniel Bernabé, Natalia Junquera, Elvira Lindo y Pablo Ordaz. El historiador es Alberto Sabio. Todos ellos precedidos por un prologo firmado por Unai Sordo.

EL LIBRO

     La mañana del 24 de junio de 1972, un fuerte dispositivo policial irrumpió en el convento de los frailes oblatos de Pozuelo de Alarcón. Su objetivo consistía en apresar a los miembros de la Coordinadora General de Comisiones Obreras que trataban allí de reunirse (Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, Eduardo Saborido, Francisco García Salve, Juan Muñiz Zapico, Fernando Soto, Francisco Acosta, Miguel Ángel Zamora Antón, Luís Fernández Costilla y Pedro Santiesteban). Fueron todos ellos conducidos a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, para prestar declaración. A continuación quedaron a disposición del Juzgado de Orden Público que les inculpó en el Proceso 1001, llamado así por el número que correspondía al sumario. El libro  repasa aquellos acontecimientos, su trascendencia histórica y sus repercusiones políticas en el país.

EL TEXTO

     "El Proceso 1001 no es ya parte del patrimonio de CCOO. Es parte del patrimonio democrático de España".


domingo, 28 de enero de 2024

Emvipí

            No hay competición deportiva de equipos que no tenga su emvipi. Por lo menos así se expresan los locutores cuando al final de cada partido se elige al mejor jugador o jugadora del lance. Lo llaman emvipí, como si todos estuviéramos en la pomada y nos entendiéramos a la perfección no sólo en lengua inglesa sino también en la enunciación de sus siglas. Incluso el público, enfervorecido, grita en ocasiones: ¡emvipí, emvipí, emvipí!

 

            Lo más sorprendente fue escuchar esas mismas exclamaciones el pasado fin de semana retransmitidas en los informativos de la televisión cuando, al finalizar sus exámenes para MIR (otras siglas empleadas de un modo común y abusivo), amistades y familiares recibían a los jóvenes exhaustos a las puertas de los espacios que acogieron esas pruebas. Con todo, no era lo más llamativo del jolgorio, el reencuentro tras sus ejercicios parecía un anticipo del carnaval. Que estos acontecimientos, llamémosles así, merezcan ocupar un hueco en los informativos produce asombro: o hay escasez de noticias o hemos perdido el norte acerca de lo que es objeto de atención para las redacciones.

 

            No es nuevo del todo. Se acostumbra desde hace unos años a contarnos los pormenores de las convocatorias de oposición para todo tipo de empleo público, de correos a la administración y de la medicina a la enseñanza, son citas ya ineludibles en la parrilla de los noticiarios. Parece que, superada la fiebre del emprendimiento con la que trataron de convencernos, lo público vuelve a ser un destino más que deseado. Nunca dejó de serlo, en algunos casos es el único destino posible, a pesar de que su ejercicio posterior esté lleno de valoraciones poco estimulantes por parte de la ciudadanía en general, si se exceptúa -¡qué cosas!- eso que pomposamente se llama cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Aun así, tanta alaraca publicitaria resulta excesiva. No se necesitan extras. Tal y como está el patio, cualquier trabajador o trabajadora son auténticos MVP, verdaderos emvipís.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 28 enero 2024

domingo, 21 de enero de 2024

Nieves

            “Mi memoria es la memoria de la nieve. Mi corazón está blanco como un campo de urces…”. Lo escribió allá por el año 1982 Julio Llamazares y parece irreal su lectura cuatro décadas después: ni el tono ni la imagen son propios del ahora.

 

            Porque ido ya el mes primero de este invierno, apenas si las nieves han hecho acto de presencia en la montaña. Ni que decir tiene que de otras altitudes continúan ausentes; es ya una ausencia casi constante, si exceptuamos borrascas rebeldes que muy de cuando en cuando nos producen asombro tanto por su extrañeza como por su magnitud. Cosas raras. Tan raras como que somos nosotros quienes viajamos hacia la nieve y no ella quien nos viene, somos nosotros la multitud que se asoma cada fin de semana a los espacios debidamente domesticados para disfrutar, cuentan las crónicas, del manto blanco, ese tópico horrible que se repite de forma insoportable en todos los informativos. No hay otra metáfora posible porque no hay poesía en ese barullo ni sabemos qué es una urz.

 

            Así se construye la memoria que algún día alguien nos contará y no será la misma según qué elementos jueguen en el relato. Quizá ni haya relato, sólo fotos en un móvil. Mi memoria de la nieve me remite inevitablemente a la subida a la Laguna Negra en la Sierra de Urbión aún en edad temprana, obligados a rematarla a pie por causa precisamente de la nevada que impidió hacerlo de otro modo. Fue para bien: la dureza de aquella travesía iluminó más aún su destino a la llegada: “…agua impasible que guarda / en su seno las estrellas”, lo describió Antonio Machado. Un silencio imponente por compañía, un vacío de seres y un eco de leyendas envolvieron para siempre la imagen ya nunca superada. No he querido regresar.

 

            Vinieron después lecturas y otras montañas. Entre las primeras, la del poeta Llamazares fue determinante. Entre las segundas, la más reciente ha sido el Campo de las Danzas, con parecido silencio, con semejante vacío y con muy similar resonancia legendaria. Pero sin nieve.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 21 enero 2024

domingo, 14 de enero de 2024

Ruta

            Regresé a Cáceres hace unos días después de un largo periodo de tiempo sin deambular por esas calles tan historiadas como amables. Viajé en automóvil, me llevaron. Antiguamente, solía viajar allí en un Tren Español Rápido (TER en acrónimo o el Ruta, según lo llamaban los trabajadores ferroviarios) que unía las ciudades de Gijón y de Sevilla; el trayecto duraba siete horas desde León poco más o menos, un tiempo en verdad suficiente para llegar al destino como un hombre nuevo, que al cabo era de lo que se trataba en aquellas peregrinaciones juveniles más penitenciales que turísticas. También echaba mano de ese mismo camino que nombran Ruta de la Plata para regresar a la Laboral de Zamora después de cortos fines de semana. En ese caso la peripecia era mayor: un expreso de madrugada hasta Astorga, hacer horas en la cantina de la estación y culminar la andanza en un ferrobús, algo así como el eslabón perdido en la historia del transporte de viajeros en ferrocarril. Quizá por todo eso y por su decadencia general, cuando se cerró la línea en beneficio de la carretera, autovías más tarde, apenas nadie rechistó. La velocidad y las urgencias comenzaban a gobernar una parte de nuestras vidas.

 

            Ahora, cuando ya no hay rutas sino corredores como corresponde a este tiempo de vértigos, cuando todo el mundo reclama un tren de alta velocidad a la puerta de casa sin importar su coste y condición elitista y cuando los mismos que anularon aquel trayecto, o sus herederos, defienden aún el enterramiento del ferrocarril para no estorbar a los vehículos en las ciudades, ahora, digo, resucita la reclamación de aquel trazado. No lo veremos, pero ya es una causa política más en disputa, un nuevo ruido, un motivo más de agravios. Es de lo que se trata, a pesar de las razones objetivas y bienintencionadas que animan su recuperación. A las mías se añade lo sentimental, como se deduce del principio, aunque no sé por qué pero intuyo que detrás de mí hay toda una legión de sentimentales podridos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 14 enero 2024

domingo, 7 de enero de 2024

Empleos

            El punto de vista adoptado para transmitir una información determina no sólo el éxito o el fracaso en ese propósito, sino también la limpieza del mismo o, como sucede tan a menudo, el sesgo para crear tendencia u opinión. Esto último es un mal generalizado, pero si hay un espacio donde se acusa especialmente es en lo relativo al mercado laboral.

 

            El año 2023 concluyó con dos noticias y un estudio acerca de dicho mercado. Las noticias lo fueron en virtud de que aparecieron publicadas en los medios, una de ellas especialmente. El estudio, en cambio, no llegó a tal y apenas si tuvo reflejo en el espacio publicado. No alcanzó la categoría de noticia, por tanto. Y, sin embargo, bien hubiera merecido la pena una lectura compartida de esas tres referencias para entender debidamente el mapa que se nos dibujaba.

 

            No fue así. El dato más repetido de los tres fue el que provenía del mundo empresarial y que expresaba una queja no gratuita: “Castilla y León tiene 12.000 vacantes laborales”. El segundo en el ranking fue el que llegaba desde el Ministerio de Trabajo: “Los despidos remontan en la Comunidad un 21,7% hasta alcanzar los 21.987”. Por último, el dato menos cuantitativo que apenas se contó es el que aportaba la voz sindical: “La contratación se ha reducido tras la última reforma laboral: ahora se firman menos contratos pero de mejor calidad, con un mayor peso de las modalidades indefinidas”. Cada uno enfoca lo que enfoca, es verdad, pero hace falta atender a las tres vertientes para entender la situación en conjunto: vacantes, despidos y contratación. Seguramente entenderíamos mejor lo que sucede.

 

            Como digo, en general así se explica el mundo del trabajo. Si la información tiene una carga negativa, se desparrama por los medios, digitales sobre todo (esa selva), hasta preponderar de un modo abusivo, hasta atemorizar si es posible. Si la carga es positiva, se añade en cola o se obvia sin más, no interesa a quienes dirigen o patrocinan la selva. No permiten que nos interese.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 7 enero 2024