Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 31 de marzo de 2019

Urbanismo

            

     Con más bombo que platillo, visitaban el Alcalde y su Concejal de Infraestructuras una exposición que recuerda con fotografías y otros elementos lo que ellos llamaron barrio ferroviario, mientras en paralelo su Junta de Gobierno aprobaba el plan para desnaturalizar definitivamente el entorno de esa barriada o lo que vaya a ser. Dicho de otro modo: el Alcalde presumía de sentimiento ferroviario por dicho enclave –“uno de los más singulares de León”, dijo–, y a la vez daba el visto bueno a su transformación, que no evolución, hacia lo que podríamos calificar como otro vulgar polígono. Nada que ver  con un barrio. Esto es, que se puede ir a la procesión y a la vez repicar las campanas.

      Soy partidario, claro, de un modelo de ciudad compacta frente al modelo difuso al que nos condujeron la especulación y en gran parte el sueño americano de nuevos falsos ricos. El urbanismo compacto es más sostenible en todos los aspectos y favorece una mayor convivencia, de ahí que sea más que aconsejable rellenar antes los vacíos urbanos que extender las edificaciones hacia territorios del extrarradio. Pero eso no quiere decir que valga cualquier tipo de edificación con tal de incrementar las ganancias, en este caso del SAREB, el oportunamente denominado “banco malo”. Ser favorable a lo compacto no quiere decir serlo a lo fálico, que es con lo que aquí se nos amenaza. 

     Muy simple es el botón de muestra. Si el Alcalde fuera un sentimental de verdad, o al menos un tipo cabal, no debería permitir la construcción de un edificio de 18 plantas donde antes hubo, y se demolió porque sí, un vistoso chalet con un marco ajardinado, todo ello perfectamente recuperable para una mejor vida ciudadana en ese barrio al que él dice estimar tanto. ¿O estima más a Solvia Servicios Inmobiliarios, que es quien ha firmado el desarrollo urbanístico de ese terreno? Es cierto que el barrio no será ya lo que fue, afortunadamente, pero su alma debería pervivir de algún modo, no sólo en exposiciones de fotografías. 

Publicado en La Nueva Crónica, 31 marzo 2019

sábado, 30 de marzo de 2019

ROSA M. MARTÍN: A veces contigo

LA AUTORA
     Vallisoletana. Abogada. Comprometida en numerosas causas. Forma parte dl colectivo de poetas "Susurros a pleno pulmón" y del grupo "Diversos".  Algunos de sus poemas aparecen en la antología Voces de vanguardia. Poetas de Valladolid (2016).

EL LIBRO
     Poemario ganador del V Premio Internacional de Poesía Treciembre. Un libro de amor, de desamor y de sensaciones. Un libro que explora el enamoramiento y sus expresiones y que fija su mirada no tanto en el yo como actor sino el amado/amada como sujeto del sentimiento.

EL TEXTO
     "Al soplo de tu aliento / entre salvas / se doblan mis tobillos".


domingo, 24 de marzo de 2019

Límites

     Tiempo atrás, en los años que llamaron del desencanto y con motivo de una remota convocatoria de elecciones, se nos ocurrió publicar en una revista universitaria un artículo que tomaba como punto de partida un viejo letrero del metro de París: “Au-dèla de cette limite votre ticket n’est plus valable”. Esto es: “Más allá de este límite su billete ya no es válido”. A buen entendedor pocas palabras bastan, pero si unimos desencanto, elección y caducidad del viaje parece bastante claro el mensaje que pretendíamos transmitir en aquella que nos parecía una cita trascendental.

     En realidad todas lo son, lo hemos idos comprobando después a lo largo de toda la serie, ya se trate de una llamada electoral o de una acción de masas mucho menos convencional. Pero hay momentos, es evidente, en los que ese reto parece mucho más dramático. Lo fue en la época de la desilusión, lo fue en la etapa de la indignación y lo anda siendo en este presente de tirios y troyanos. De manera que nos parece más que pertinente regresar sobre lo escrito en el metro parisino, más aún cuando en lo que llevamos de siglo, o lo que llevamos de la nueva edad, la ciudadanía, quizá como consecuencia de una táctica defensiva, parece haber dimitido de sus deberes como tal en el ámbito público para ensimismarse en el yo privado.

     Ese yo absorto en la huida de casi todo compromiso social encontró, también hace tiempo de ello, una forma culta para eludir el fango de la historia y dedicarse a tareas nobles que aliviaran su conciencia. Descubrió, por ejemplo, que el mismo lema francés daba título a una novela de Romain Gary publicada en 1975. Y descubrió además, lo que ya le hizo sucumbir definitivamente, que el autor había estado unido a Jean Seberg, con la que tuvo un hijo. Pero lo que ese mismo yo se plantea ahora, debe planteárselo, es si esos mitos construidos para combatir la vulgaridad sobrevivirán más allá de ciertos límites o si es preciso reiniciar el viaje cuando al otro lado del letrero sólo queda el vacío.

Publicado en La Nueva Crónica, 24 marzo 2019

domingo, 17 de marzo de 2019

Discurso

     Junto al programa y a la campaña, según hemos explicado en semanas precedentes, un tercer elemento resulta clave en todo proceso electoral para inclinar el voto en algún sentido y hacerlo con un mínimo criterio formal: el discurso.

     Al margen de contenidos, la transmisión del mensaje no es asunto menor. Porque es elocuente, conviene fijarse en el acto comunicativo en sí, donde candidatos y candidatas se muestran ante los auditorios y dan de sí cuanto pueden o saben dar con afán persuasivo. No es mucho, ciertamente: tópicos, hipérboles y otras chanzas aparte, el ingenio no los preside. Quizá porque se acomodan a guiones demasiado estereotipados. Quizá porque las capacidades oratorias no se han educado lo bastante. Quizá porque en el teatro político no intervienen los mejores actores. El resultado es deprimente casi siempre y los recursos enfáticos acaban siendo tres y sólo tres, siempre los mismos y en todo caso: el grito, la repetición y las esdrújulas. Quien combata esos vicios demostrará al menos intención de buen gobierno.

     El grito, al contrario de lo que se pretende, apaga lo que se dice, lo oscurece todo y sólo emociona en contadas ocasiones. Confundimos gritar con modular, lo cual lleva a no vocalizar adecuadamente, sino a bramar y a expresarnos en un tono insoportable para la audiencia. Es lo que le suele ocurrir a Susana Díaz.

     La repetición es común porque es un síntoma de inseguridad, un miedo a no ser convincentes con nuestras ideas, cuya levedad escondemos tras la insistencia, como si a fuerza de estribillos aprendiéramos toda la canción. Podría convertirse en figura literaria si hubiese altura técnica, pero no suele ser el caso. Así actúan Casado y Rivera.

     La esdrújula es cantarina, sobre todo si hacemos tal con toda nuestra prosodia sin importar la debida pronunciación. Es una tendencia habitual en quienes, a falta de otros recursos y de otras sustancias, convierten sus frases en música elemental. Acaba siendo un mecanismo común en todos los oradores y oradoras.

Publicado en La Nueva Crónica, 17 marzo 2019

domingo, 10 de marzo de 2019

Campaña

     Fuese la semana y se desvaneció al fin, tras una inmensa mancha violeta, el alboroto del carnaval y la apatía de la ceniza: excesivo lo primero, cada vez más despreciada la segunda. Y, sin embargo, uno y otra se necesitan para ser un ente completo, del mismo modo que no hay verano sin invierno, aunque éste nos resulte particularmente molesto y lo detestemos, ni hay borrachera sin resaca. Así que, ido el antruejo, llegados somos a la cuaresma. Esto es, a la campaña electoral, que, no por casualidad, resulta ser en más de un caso una perfecta combinación de mascarada y reliquia.

     Posiblemente, tal combinación sea el código con el que se expresa ese apostolado y, también con toda probabilidad, saben ciudadanos y ciudadanas que han de descontar esos trucos para obrar con juicio en el acto de votar o de no votar. Sin embargo, no es el truco el problema sino el exceso. A algunos el disfraz les viene por defecto y se les nota. A otros la sobreactuación acaba delatándolos. Por último, en algunas propuestas y discursos electorales no se distingue bien cuánto hay de escoria y cuánto de careta.

     La escoria, de hecho, se lleva bastante más en esta temporada que en otras precedentes y las caretas no disimulan ya casi ningún estilo. Al menos el de los más cenicientos: la caza, la tradición, los toros, los faralaes, las procesiones, el machote y el Anís del Mono componen precisamente el campo semántico de los despojos del pasado y no necesitan ninguna fantochada para identificarse o camuflarse. Es de agradecer.

     La careta, en cambio, que siempre fue una herramienta política para políticos de bajo nivel, anda sobrando últimamente, aunque muchos y muchas de ellos se hayan vestido en esta semana con el color que menos les conviene o que más les evidencia. Un no saber estar ni siquiera, lo cual que a saber cómo será el ser. Por eso tampoco conviene excederse con el maquillaje: se nota y produce asco. Incluso faltaba percha para semejante traje y se acaba haciendo el ridículo. Para no olvidar.

Publicado en La Nueva Crónica, 10 marzo 2019

domingo, 3 de marzo de 2019

Programas

     ¿En qué debería fijarse cualquier votante que tenga suficiente paciencia para estudiar los programas electorales? ¿A qué ideas habría de prestar especial atención? ¿Qué claves deben perseguirse en la escritura, en la imagen, en los eslóganes, en los debates y en los mítines electorales para extraer alguna certeza sobre el valor de nuestro voto? No es fácil responder a todas estas cuestiones, sobre todo cuando hay desconcierto e indecisión, en lugar de una adhesión previa, a la hora de resolver nuestras dudas y decantarnos por una opción política. Señalaré, si se me permite, las cuatro grandes amenazas para el porvenir local y general a las que cualquier programa político tendría que hacer frente. Si se habla de ello en alguno, será una buena noticia. Si no es así, mejor será encaminar el voto hacia otros destinatarios.

     Que nuestros pueblos, nuestras ciudades, nuestros entes territoriales, nuestro país y nuestro enclave internacional tengan un futuro salvaje o dulce dependerá de cómo se afronten la desigualdad, la precariedad, la superficialidad y la privacidad. Éste es el auténtico meollo y no tanto otros elementos secundarios, afectivos o melancólicos hacia los que tratan de movernos y, por tanto, condenarnos. Y no son cuestiones simples. Al contrario: como se dice ahora, son transversales. Porque desigualdad la encontramos en lo económico, en lo sexual, en lo territorial, en lo laboral… Precariedad en lo social, en lo laboral también, en lo sentimental, en lo alimenticio… Superficialidad en las relaciones personales, en la comunicación, en los análisis, en el impulso vital… Y atentados contra la privacidad en el control y la manipulación de los datos personales, en el exhibicionismo y hasta en las cadenas de ADN.

     Hay un quinto jinete del apocalipsis o de la felicidad: la indiferencia. Pero este es un asunto individual que no resuelve la política, y, sin embargo, es previo a todo lo anterior. Si no vencemos ese estado de ánimo extendido, de poco servirá lo demás.

Publicado en La Nueva Crónica, 3 marzo 2019

viernes, 1 de marzo de 2019

ALEJANDRO ÁLVAREZ: El médico que no quería morir

EL AUTOR
     Alejandro Álvarez, natural de Trascastro (valle de Fornela, León), ha sido profesor de Enseñanzas Medias en Asturias y sindicalista. En este ámbito fue Secretario General del Sindicato de Enseñanza de CCOO de Asturias y responsable de la Fundación de Estudios Educativos y Sindicales. Ha publicado diversos trabajos de tipo educativo y social. Entre los primeros destaca Educación y Sindicalismo de clase. El Sindicato de Enseñanza en Asturias (1978-2013). Y entre los segundos, El Burón, la jerga de los albarderos y vendedores ambulantes de Fornela.

EL LIBRO
     El médico que no quería morir. Vida y muerte de Lodario GavelaYáñez cuenta la historia de este médico de Fornela asesinado por la "Brigadilla" en mil novecientos cuarenta y siete cuando contaba treinta y un años. El recuerdo de este médico ha pervivido en la memoria de los bercianos y fornelos como símbolo de la lucha por la libertad y como persona humanista por su implicación en el desarrollo de los pueblos de la zona, por su intensa dedicación a la educación como promotor de escuelas, por su labor profesional, por su apoyo a los más pobres y por su cuidado de los fugaos que luchaban contra la dictadura en los años cuarenta en las comarcas de Fornela, Ibias, Ancares y El Bierzo.

EL TEXTO
     "El día que lo mataron presidía todos los recuerdos".