Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 25 de febrero de 2024

Amigas

            En lo que va de año he visitado en dos ocasiones la sede poco cuidada de la Fundación Vela Zanetti. Fue con motivo de dos exposiciones muy destacables: “Interiores” de Nuria Antón y “Almoneda de hada” de Carmen Madreña Roja. Esta última puede disfrutarse aún hasta el día 2 de marzo y merece la pena. Las dos han merecido la pena. La una por el trabajo con la piedra, la otra por el obrar con ingredientes vegetales. Además de su cualidad como artistas, Nuria y Carmen son mis amigas y, por tanto, las gozo doblemente y doblemente las admiro. Si añado a estas dos citas otra más no muy lejana, la presentación del libro “Instantes”, firmado en parte por mi amiga Beatriz García, se comprenderá aún mejor el porqué de esta columna.

 

            Salvo excepciones sobresalientes, son mis amigas quienes me nutren desde el principio de los tiempos, lo hacen incluso aquellas que se rebelaron contra ese destino, y no es necesario que se signifiquen, como las citadas, por su capacidad creadora en sentido artístico. Tanto me dan sus quehaceres públicos o privados. Supe a su lado que mi papel era escuchar, mirar y aprender, después conversar. Y eso he procurado. Por eso mismo celebro siempre su compañía y las echo en falta cuando tal sucede. Y por eso mismo, pienso, floreció en mí el rasgo de lo mujer, como lo llamaba Agustín García Calvo. Léase, a propósito, su libro “De mujeres y hombres”, muy útil sin duda en estos tiempos de simplificación y de recelos en esa materia. Pasó tan desapercibido el décimo aniversario de su fallecimiento, el último mes de noviembre, que da un poco de pena ese olvido. Quizá en Zamora sí lo recordaron, en su inexistente Comuna Antinacionalista Zamorana.

 

A través de ese vivir y sentir lo mujer me llegan dosis imprescindibles de sexo, género y condición, si es que se puede hablar en esos términos en la actualidad, creo que me explico. No sucede así con la pulsión maternal, que es intransferible y por algo decía Carmen Calvo que “las mujeres tenemos útero, no es voluntario”.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 25 febrero 2024

domingo, 18 de febrero de 2024

Respeto

            En una canción de Andrés Calamaro, la titulada “Nunca es igual”, se colaba en su última parte un monólogo del filósofo Antonio Escohotado que concluía con una máxima repetida hasta el total acabarse: respeto, eso pasa poco ahora, eso pasa poco ahora, respeto, respeto, respeto… En el cantable venía a cuento de una anécdota boba sobre Alejandro Magno y sus huestes, pero podría aplicarse sin problema a numerosas otras situaciones comunes: respeto, eso pasa poco ahora.

 

            En efecto, pasa poco, tan poco que incluso una manifestación, la celebrada en la ciudad de Valladolid el pasado fin de semana, tomó esa palabra como lema de la convocatoria: respeto. Cuando miles de personas, o cientos, o decenas, da igual, salen a la calle reclamando respeto, un ruego nada habitual para citas de ese tipo, deberíamos pensar que algo extraño sucede en nuestro entorno. En el caso de esa marcha, lo extraño y frente a lo que se alzaba la demanda eran las políticas de extrema derecha en nuestra Comunidad Autónoma. Políticas y maneras, que son un todo inseparable. No se consiguió gran cosa en principio. De hecho, acto seguido, los portavoces del PP y de Vox se mofaron de una reunión, según ellos, menor. Es decir, volvieron a faltar al respeto a quienes tienen otra percepción de las cosas, sean miles, centenas o decenas. Incluso aunque sea yo mismo en absoluta soledad. También merezco respeto por parte de tan nobles y educados señores.

 

            De todos modos, si cito políticas y maneras, es también porque estas últimas son algo capital y no hace falta que estén soportadas por una determinada política. Es cuestión de convivencia en general, sobre todo, y de estilo, aunque haya quien no me merece ningún respeto: los genocidas, por ejemplo. Pero también, en la cercanía, exijo respeto y estilo a quien me responde con un silencio administrativo o con el vacío, esto es, cualquier forma de incomunicación entre personas razonables. Es absolutamente irrespetuoso. Falta al respeto, en suma, quien nos menosprecia.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 18 febrero 2024

domingo, 11 de febrero de 2024

Murcia

            Nunca he estado en Murcia. Pasé por esa ciudad una vez hace 30 años durante un viaje entre Alicante y Almería y me detuve brevemente en su estación de autobuses (para variar). Esa es toda mi visión directa de ese lugar, a la que se suman de vez en cuando las fotografías que cuelga en redes mi amigo Carlos Pérez-Alfaro, que de allí nos vino y allí regreso, a quien debemos tener siempre presente como buen hacedor que fue entre nosotros de las revistas Resistencia y Fake.

 

            Pienso en Murcia últimamente, sobre todo desde que las procesiones de tractores invaden nuestras calles y carreteras, porque me parece el colmo y resumen de muchos de los problemas que nos inquietan, si exceptuamos los bélicos (de momento). Es ésa una tierra donde conviven los apuros por el agua, la contaminación de los campos, la salinización de los acuíferos, la degradación del mar, el turismo masivo, la diversidad cultural, la explotación del extranjero, los soterramientos, los terremotos… y todo ello gestionado por un gobierno formado a medias entre la derechita cobarde y la extrema derecha. Un cóctel para observar atentamente desde esta otra geografía y desde cualquiera. Para ir tomando nota.

 

            Seguramente, cada uno de esos problemas son un mundo en sí y merecerían al menos una columna por asunto, como poco. Contemplados, en cambio, como un todo interconectado, sucede que se produce un amontonamiento tal que nos impide ver los árboles. Es lo mismo que pasa con los tractores, que nos despiertan simpatía porque todos en mayor o menor medida tenemos una raíz rural, pero cuando leemos atentamente sus quejas de una en una es imposible no ponerse en alerta ante algunas de sus cuitas enunciadas, porque ponen en cuestión las cuitas del resto de la población, el relajamiento de la política medioambiental, por ejemplo, o el cuestionamiento de los objetivos de desarrollo sostenible. Esto último siempre y cuando seamos capaces de conjugarlo, desarrollo y sostenible, de un modo racional. Murcia nos marca la pauta.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 11 febrero 2024

jueves, 8 de febrero de 2024

MARÍA LUISA L. MUNICIO: Otra mirada

LA AUTORA

     María Luisa López Municio es licenciada en Historia y en Antropología Social y Cultural. Es miembro de la Cátedra de Estudios de Género de la Universidad de Valladolid (UVa). Trabaja como gestora cultural en la Fundación Jesús Pereda de CCOO Castilla y León es profesora asociada de Antropología en la propia Universidad de Valladolid.

EL LIBRO

     Otra mirada es una crónica de los diálogos que formaron parte del programa del Foro de la Cultura 2022, por la cual mereció el I Premio de Ensayo Foro de la Cultura. Obviamente recoge el contenido de dichos diálogos, dedicados en esa ocasión a la brecha entre generaciones, y añade además su propia visión de cada uno de los muchos temas tratados. Todos de sumo interés, abriendo con ello una mirada nueva sobre la cultura.

EL TEXTO

     "...recordar la necesidad no solo de trabajar con perspectiva de género en la ciencia, además es fundamental apoyar a las mujeres para que no dejen de estudiar e investigar por ser mujeres, porque a pesar de que algunos puedan pensar que ya hemos alcanzado la plena igualdad, no es así".

domingo, 4 de febrero de 2024

Farmacias

            A determinada edad, las farmacias son como los bares. Cuando se es cliente asiduo de un bar, si la atención es adecuada y constante (ya sabemos que es un mundo con gran rotación laboral y no mucha finura), cuando entras al establecimiento y te acercas a la barra, no sólo conocen tu nombre, tu ocupación y tus aficiones, sino que saben perfectamente qué servirte en cada momento del día sin que tú digas ni pío: un cortado a media mañana, un café solo en la sobremesa y una copa a media tarde. Lo mismo sucede en las farmacias, en tu farmacia habitual, la del barrio, cuando los años y los males cronificados se imponen. Conocen con todo detalle el repertorio de tus medicinas y a qué responde cada uno de los tratamientos, de tal manera que las primeras palabras de las farmacéuticas (casi siempre son farmacéuticas) se interesan por la evolución de esa enfermedad concreta desde la última visita, desde la última emisión de la receta electrónica. A continuación, ya se puede hablar del tiempo o de la amnistía si no hay mucho público en el establecimiento y la conversación se anima.

 

            Desde la farmacia, se va uno directamente para casa con su carrito de medicamentos y los coloca en un espacio determinado, generalmente de la cocina, en un rincón de la encimera para que no estorben y queden bien a mano, y allí permanecen a medida que son consumidos hasta que los sustituyen nuevos envases. Forman parte ya de la decoración y del menaje de esa cocina como un elemento insustituible. Hay quien prefiere guardarlos en un cajoncito. Mis padres llenaban un cajón entre los dos y todavía bailaban pastillas sobre la mesa, junto al televisor y en la mesilla de noche. Casi al mismo tiempo, las farmacéuticas pasaban a formar parte de la familia y todos hablábamos sobre lo bien que nos trataban cada vez que había que viajar a la farmacia en cuestión. Así me sucede a mí en la actualidad y, seguramente, a quienes lean esta nota. O les ocurrirá. No hay escapatoria ni de los bares ni de las farmacias.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 4 febrero 2024