Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 31 de diciembre de 2023

Hardy

            Para quienes hemos amado, amamos aún, la música francesa como si de una religión se tratase, 2023 será el año de la desaparición de Jane Birkin y el del anuncio de desaparición de Françoise Hardy. Birkin se fue porque le tocaba seguramente, sucumbió a la enfermedad y al dolor crónico por el suicidio de su hija. Hardy acaba de rogar al Presidente de la República que la dejen morir, que no soporta más el dolor de dos cánceres a cuestas. Quienes las hemos admirado, admiramos aún, regresamos patológicos a sus canciones, que es ese espacio inmaculado donde perviven, pervivirán, eternamente. Lo cual no quiere decir que no nos dolamos también casi hasta morir por ellas.

 

            Mi barrio era estrecho a finales de los años sesenta cuando empezamos el bachillerato. A los once años, el estudio del francés nos descubrió que había un mundo más allá de las vías del tren, incluso más allá del río Bernesga, que eran las dos fronteras naturales de la infancia. La adolescencia y la primera juventud nos sumergieron de golpe en aquellas melodías, con Hardy a la cabeza, hasta convertirnos a su fe y de su mano, de sus manos, ya no abandonamos nunca ese pentagrama. Luego vinieron otros nombres: Barbara, Piaf con cierto retraso, Jaoui, Zaz últimamente… Así el barrio se fue ensanchando y, aunque nunca fueron, ni lo serán, bulevares sus avenidas, más de una vez nos hemos paseado por él a la manera de Gainsbourg o de Dutronc, en quienes nos hubiera gustado convertirnos. Nunca lo conseguimos, pero les hemos imitado hasta el agotamiento, incluso en su devoción por Jane y por Françoise.

 

            Françoise Hardy fue la pionera de todo ese grupo de mujeres cantantes sin las cuales hoy no seríamos nada, quizá un residuo de vida. En el barrio hubo siempre posibilidad de otras elecciones musicales y eso acabó distinguiéndonos. Algunas de ellas remataron su existencia demasiado pronto ligada a otras adicciones. Sí, éramos jóvenes y desbocados, pero: “no somos gran cosa / y mi amiga la rosa / me lo dijo estamañana”.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 31 diciembre 2023

domingo, 24 de diciembre de 2023

Transbordos

            A estas alturas del día, cuando alguien se asome a esta columna, también yo habré vuelto a casa por Navidad. O tal vez no. Tal vez me haya extraviado en uno de esos enlaces a los que me obliga el vicio de la alta velocidad ferroviaria, sus abonos, sus variantes y sus trazados radiales. Quiero decir que, de un tiempo a esta parte, a causa de todo ello o por alguna de esas causas, he recuperado la antigua costumbre de los trenes de segunda división (vía convencional, se dice ahora) y la combinación de servicios (transbordos, se decía antes) porque moverse de otro modo empieza a ser toda una lotería y a un precio francamente excesivo. De tal manera que el andén de la estación de Palencia, pongo por caso, me es ya tan familiar como una calle de mi barrio, si no fuera porque son de condición bien distinta: mis calles viven, mientras que nada hay más desolador que esa plataforma a la que todos los trenes suelen llegar con retraso histórico.

 

            Históricos son, pues, esos transbordos como lo son cuantos enlazan en la cabeza del viajero mientras deambula, andén arriba andén abajo, en una espera interminable. E historia son aquellos trazados y aquellas estaciones que nos obliga a rescatar la actual servidumbre ferroviaria: Corcos, Grijota, Villaquirán… Semejantes a los que ahora oscurece un túnel y que recorríamos, camino de la universidad, en aquellos coches corail llegados de Francia como lo más moderno de lo moderno en materia ferroviaria: Santa Lucía, Navidiello, Ujo… La memoria transita por esos nombres y transborda en ellos toda su carga de navidades conquistadas a través de unos raíles hoy casi desamparados. Como las propias navidades, que de temporada en temporada se trasladan no se sabe muy bien hacia dónde y se vacían de compañías que les dieron sentido. Nos queda, al fin, el viaje hacia El Bierzo, donde el trayecto y los nombres se perpetúan hasta casi su total abandono: Villabante, Albares, San Miguel de las Dueñas… Con la sola necesidad del transbordo sentimental.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 24 diciembre 2023

domingo, 17 de diciembre de 2023

Dedo

            Finalmente, se hizo necesario abrir el dedo anular de mi mano derecha para examinar sus interioridades. Superada la fase fotografía, radiografía y ecografía, y frente al imperio de los programas-experto, del álgebra de los algoritmos y de la inteligencia artificial, se impuso de nuevo la oportunidad de recurrir a la vista y al tacto para diagnosticar de forma rudimentaria cualquier desvío de la salud. Incluso los males de amor. El resultado de la operación, según determinó la cirujana, es que allí dentro no había nada, pero que, no obstante, lo iban a analizar. Analizar la nada, pensé para mí, como si aquella doctora fuese una militante existencialista o una entusiasta de Carmen Laforet…

 

            Siempre he admirado esos matrimonios inesperados entre disciplinas y a quienes los practican: la Dermatología, por ejemplo, ligada a las doctrinas nihilistas; o el Derecho a la Literatura. Anda por ahí un libro espléndido editado por Eolas, cuyo título lo dice todo acerca de esas relaciones más o menos perversas: “Una mirada laboralista a la poesía”. En él, medio centenar de personas vinculadas con el Derecho del Trabajo seleccionan un poema desde su punto de vista académico, entre la lírica pura y la epopeya, y lo comentan. Una rareza genial. Y por ahí anda también Unai Sordo, sindicalista por excelencia si simplificamos la visión, presentando de librería en librería su colección de relatos “Cuentos de oficio”. Otra rareza, se pensará.

 

            Y no. La rareza en realidad reside en mi dedo anular de la mano derecha, que se niega a calzarse más anillos y, para evitarlo de forma drástica, se autodestruye. Es un dedo rebelde contra su destino, aunque a buenas horas, la verdad. Por eso no es extraño que nada físico explique su comportamiento. Sencillamente, ha decidido por mí que en materia de relaciones sentimentales ya está bien y me lo explica como sólo él puede hacerlo, es un dedo que estudió Didáctica. En fin, aguardo ansioso el análisis clínico por si andamos equivocados el dedo o yo.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 17 diciembre 2023

viernes, 15 de diciembre de 2023

BIBIANA COLLADO: Yeguas exhaustas

LA AUTORA

      Bibiana Collado Cabrera nació en Burriana, Castelló de la Plana, en 1985. Licenciada en Filología Hispánica y doctora en Literatura Hispanoamericana. En la actualidad es profesora de Lengua y Literatura. En el ámbito de la escritura poética ha obtenido numerosos reconocimientos por sus libros Como si nunca antes (Pre-Textos); El recelo del agua (Rialp); y Certeza del colapso (Ediciones Complutense). Su último poemario, Violencia (La Bella Varsovia), se ha reimpreso en varias ocasiones. Yeguas exhaustas es su primera novela.

EL LIBRO

      Yeguas exhaustas es la historia de una hija que tiene una relación de pareja dañina, que piensa en las heridas del cuerpo, en las tremendas diferencias de clase y sus implicaciones, en el clasismo del «mundo de la cultura», en el acceso al mercado laboral, en la endogamia universitaria y sus laberintos… En definitiva, en el averiado ascensor social. «Hay ternura y hay rabia en este ejercicio de memoria propia, al mismo tiempo colectiva, sobre el poder y los privilegios, y las violencias con las que nos marcan», ha señalado a propósito de esta novela Elena Médel.

EL TEXTO

     "Cuando me baja la regla, no me retuerzo entre espasmos de dolor".


 

domingo, 10 de diciembre de 2023

Justino

            El 26 de noviembre falleció Justino Burgos, profesor, político y amigo. Su muerte casi nos pasa desapercibida de no ser por el obituario que en un diario local le dedicó uno de sus colegas, el también catedrático de Tecnología de los Alimentos, como él, Juan Antonio Ordóñez. Se glosaban en ese escrito todos los valores académicos, no pocos, del profesor Burgos y apenas si circunstancialmente se citaba su participación en los primeros pasos de la Universidad de León y su labor como primer Consejero de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León, en el gobierno de Demetrio Madrid.

 

            Quiero atender siquiera mínimamente a estas dos tareas porque también en ellas, como en la docencia y en la investigación, su labor fue más que destacada. Y lo resalto, además, porque se nos van muriendo poco a poco todos aquellos que podrían contarnos el relato de esos dos momentos históricos de un modo bien distinto a como se recogió en actas oficiales o en medios de comunicación. Siempre ha habido pudor o lo que sea a la hora de hablar del origen de la universidad leonesa y sus intríngulis, lo mismo que sigue habiendo reservas para explicar la caída del gobierno de Madrid y todo su entorno. De lo primero nada dirán ya, porque se fueron, ni Andrés Suárez, primer Rector, ni Miguel Cordero del Campillo, segundo; tampoco otros que por allí anduvieron y no están. En cuanto a lo segundo, no podrá hablar ya Ernesto Escapa, que fue Jefe de Gabinete en aquella Consejería. Y en ninguna conversación, seguramente más que jugosa, intervendrá Justino Burgos. Nos vamos yendo y los que aún quedamos necesitaríamos contrastar nuestros recuerdos para dejarlos fijados en testimonios de vida.

 

            Yo tuve la fortuna de aprender muchísimo al lado de Justino, en materia política y en cuestiones de amistad y camaradería. Nunca he llegado a su altura en ninguno de esos aspectos, pero supo él desde el principio que pongo interés, y gracias a eso y a su saber crecí. Le honro. ¿Lo harán la Universidad y la Junta?

 

Publicado en La Nueva Crónica, 10 diciembre 2023

domingo, 3 de diciembre de 2023

Jóvenes

            La juventud es, probablemente, la temporada más tramposa de nuestra vida: cuando participamos de ella porque nos creemos eternos y cuando no porque la sentimos como un paraíso perdido. Pues bien, ni lo uno ni lo otro. Es simple prosa pura y dura, como se dice ahora. Y a esclarecer algo de ello han venido, casi en simultáneo, dos estudios, uno más material y otro más bien sentimental. El primero ha sido elaborado por Comisiones Obreras y se titula “Radiografía socioeconómica del estado de la juventud en España” y el segundo, con forma de encuesta, lo firma el Ayuntamiento de Soria, pero podría haberlo hecho el de cualquier otra localidad. Ambos están al alcance y merecen una ojeada.

 

            Del primero resaltaremos lo obvio, porque ya es una auténtica obviedad a la vista de todos que la mayoría de personas jóvenes no pueden emanciparse hasta los 38 años de edad porque sólo el 55% de la juventud consigue alcanzar un paquete integral de vida adulta, es decir, un contrato de trabajo a tiempo completo y acceso a una vivienda. De hecho, sólo un 23% de las personas de 30 años consigue alcanzar ese paquete de la autonomía personal. Por su parte, la encuesta pregunta, básicamente a adolescentes, todo hay que decirlo, acerca de lo que les genera ansiedad y el resultado es bien distinto en función del sexo. A las chicas lo que más les perturba es que su pareja se niegue a hablar de sus problemas y verse menos atractivas que antes [¡!]. A los chicos lo que les produce mayor inquietud es hablar con una feminista o que alguien les diga que son demasiado emocionales o indecisos. No entraremos en más detalles. Como digo, los documentos son públicos y se pueden consultar con tranquilidad. Hará falta.

 

            En suma, la eterna juventud era eso: vivir con los padres, tener un trabajo miserable y sufrir por auténticas simplezas. Y ése es el sustrato, se supone, sobre el que se construye después la edad adulta: la frustración. Bienvenido sea por lo tanto el novedoso Ministerio de Infancia y Juventud.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 3 diciembre 2023