Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 28 de julio de 2019

Morbo


            No es sencillo escapar del interés malsano por personas o cosas, es decir, de esa enfermedad llamada morbo. Yo mismo, durante el debate de investidura, me entretuve contemplando y escuchando al superespañol. Sabía de antemano, como así fue en efecto, que no descubriría nada nuevo (al contrario, todo en él huele a viejo), que su oratoria de centurión nada me enseñaría, que el contenido de su intervención no aportaría ningún valor y que, al final de todo, acabaría cabreado y lamentando cómo está el patio. Sin embargo, por puro morbo, aguanté el tipo. No encuentro otra explicación.

            No ocurrió tal con otros supuestos extremistas, los malvados y radicales vascos y catalanes, en los que no me detuve. No llamaron mi atención malsana. Tampoco, naturalmente, con los demás ponentes clásicos o semiclásicos, de los que sí estuve pendiente. Quizá porque todavía guardo confianza en ciertas fórmulas del parlamentarismo, por más que se nos vayan ajando sin remedio. Pero a lo del remedo de homínido no le descubro una motivación razonable. Nada sensato justifica la pérdida de tiempo. Nada salvo la enfermedad.

            Dicho esto, la siguiente conclusión es pura lógica. Además de los defectos de fábrica que uno arrastra, son esos incentivos envenenados los que acentúan el trastorno, así en lo individual como en lo social. Esto es, no sólo constituyen un daño en sí mismos, vistos su discurso y proceder, sino que actúan a la vez como pólvora infecciosa para los cuerpos más débiles, que acaban repitiendo la misma monserga sin otro asidero que su propia afección.

            Por eso tiene sentido aquí el término tan popularizado de cordón sanitario. Porque o se sigue esa fórmula o la peste se extiende con extrema facilidad a partir del morbo inicial aparentemente inocuo. Dichos efectos, por otro lado, no se contabilizan únicamente en votos. Es más grave la podredumbre de pensamiento que ocasionan que, como se observa en la actualidad política, contamina ya a muchos actores de siglas diferentes. Es el mal.

Publicado en La Nueva Crónica, 28 julio 2019

domingo, 21 de julio de 2019

Pediatría


            Leo una circular de la Dirección Médica de Atención Primaria en la provincia de León. El asunto que se señala en ella menciona a los “pediatras de referencia en periodo estival”. Como todas las circulares, ésta también es fría e insensible. Más todavía si atendemos al asunto aludido. Confirma lo que ya conocíamos por ediciones anteriores y que no se ha sabido corregir: la ausencia de posibles sustitutos durante las vacaciones de verano. Y lo resuelve como resuelven las circulares los problemas, sean de la magnitud que sean y golpeen a quien golpeen. Una derivación en este caso, que, dicho así, parece algo común y nada grave. Pero no es tal.

            Los puentes aéreos que diseñan esos desvíos no son menores y enlazan poblaciones como Sahagún, Cistierna y Riaño, entre otras, con León o Babia con Trobajo del Camino. Son sólo algunos ejemplos de toda la retahíla recogida en la circular. Así, sin más, previo paso por la opinión del médico de familia, se dice, cuando lo hay, digo. Eso sí, añaden: serán casos excepcionales que no admiten demora. La demora se referirá, suponemos, a la enfermedad, no a la provocada por el traslado, que ése es otro negociado, posiblemente el de Fomento. Aunque, sin exagerar, también podría ser el de Asuntos Exteriores.

            Que se sepa, ni la firmante de la circular ni toda su cadena de mando han presentado la dimisión, aunque sólo fuera por rebeldía contra su firma, que sería un comportamiento honroso. Tampoco nadie fue cesado ni dio mayores explicaciones que las recogidas en ese documento de miseria. Será demagogia, pero inevitablemente uno recuerda imágenes de niñas y niños desasistidos con las que todos nos conmovemos. Todos menos los redactores de circulares y los gestores que las gestionan, unos eslabones de burocracia sin alma. De manera que todos contemplamos el dolor de más allá como una condena ajena y pasamos de puntillas sobre la incapacidad del más acá moderno y desarrollado del que al parecer formamos parte. ¿Se puede permanecer impasibles?

Publicado en La Nueva Crónica, 21 julio 2019
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domingo, 14 de julio de 2019

Estival


            Desde “Pauline en la playa” hasta “Cuento de verano”, nadie ha habido como Éric Rohmer para describir a través de sus películas las andanzas estivales. Bien miradas, en realidad cualquiera de ellas valdría para cualquiera de las estaciones del año. Pero me refiero ahora a la actual porque en esos títulos citados, como en otros, la vida veraniega transcurre con sencillez y naturalidad, hasta los amoríos, exactamente todo lo contrario de lo que nos sucede ahora.

            Con toda seguridad, ni Pauline ni ninguno de los otros personajes de esas historias se desplazarían en patinete por sus lugares de veraneo ni, bajo una ropa mínima y más bien ordinaria, tipo chándal, lucirían tatuajes de dudoso gusto, cuyo fin no es otro que llamar la atención. Tampoco centrarían el sentido de sus vacaciones en largos y fatigosos viajes, a ser posible a Japón o a Vietnam, transoceánicos en todo caso, para hacerse un selfie al lado de la marabunta de turistas o enviar su ubicación a las familias vía google maps. Ni Pauline ni Gaspard ni Margot se citarían en ninguno de los cientos de festivales que nos inundan para asistir a un concierto hiperbólico de la hiperbólica Rosalía. Tampoco tomarían salmorejo ni beberían tinto de verano. No tendrían móvil, es decir, no se pasarían las horas de descanso enviando fotografías, ni emoticonos, ni memes, ni mensajes inútiles a mayor gloria de la nada que habitaría en sus cabezas. Eso sí, se enamorarían y sufrirían como cualquier ser humano de cualquier época. Tal vez en ese caso y entonces anotarían en una agenda rudimentaria la dirección de sus contrapartes y en septiembre les enviarían una carta con un sello y tendrían que pasar la lengua por la goma del sobre para cerrarlo. Cosas bastante raras.

            Es difícil, muy difícil, que los jóvenes de este verano de 2019 se entretengan con el cine de Rohmer. Probablemente, tampoco sus padres, adolescentes eternos, lo consigan ni las televisiones las programen. Ya no existe ese mundo, a pesar de que aún quede el amor.

Publicado en La Nueva Crónica, 14 julio 2019

domingo, 7 de julio de 2019

Alcalde


            Habemus alcalde por fin y bien está. Comienza ahora la carrera por ver quién será el siguiente, porque esta ciudad vive una anomalía, no la única (ni la ciudad ni la anomalía): cinco habrán sido sus alcaldes durante los últimos quince años, lo que quiere decir que ninguno de ellos ha repetido mandato. Si bien una legislatura se ajusta a un cuatrienio, resulta evidente que son necesarias al menos un par de ellas para completar un ciclo medianamente fructífero, se compartan o no las políticas. De hecho, el desarrollo de un plan de ciudad, si se tiene, requiere mucho más que un simple mandato electoral y exige tiempo y compromisos que superen esos límites. Juan Morano y Mario Amilivia sí dispusieron de plazo y bien podría afirmarse que esta ciudad es, para bien o para mal, la que ellos pensaron e impulsaron junto a sus equipos de gobierno. Entre otras cosas, una ciudad muy endeudada, lo cual también supuso un hándicap para sus sucesores, en particular a partir de 2010 y de la dichosa Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local.

            Llega el turno de José Antonio Díez, cuya trayectoria anterior en el gobierno municipal ofrece luces y sombras, como se dice ahora. Sin ir más lejos, era él quien dirigía a aquellos policías que desalojaban de los plenos a quienes protestaban, diez años atrás, contra una de las iniciativas más dolorosas de los últimos tiempos: la privatización del servicio municipal de abastecimiento de agua y alcantarillado. A los ojos de muchos vecinos y vecinas –recuérdense las manifestaciones nutridas que se celebraron entonces– aquella obcecación y aquellas maneras pesan todavía en su debe. De tal manera que su primer contrato ciudadano debiera serlo con la defensa de los servicios públicos, tomando al agua precisamente como seña y haciendo lo posible por revertir aquella decisión triste. Urge que así sea para fortalecer la credibilidad en un grupo político donde aún figuran, junto a él, otros que también se hundieron en aquella empresa.

Publicado en La Nueva Crónica, 7 julio 2019

jueves, 4 de julio de 2019

BEATRIZ GARCÍA: Huida de mí

LA AUTORA
      "Así como hay personas que a lo largo de la vida, tan ignorantes de su fortuna como inocentes por su destino, resultan ser portadoras sin conocerlo de enfermedades que tal vez nunca lleguen a manifestarse. Así como hay dolores del alma que nos rondan sin cesar, aunque no se atrevan nunca a encarnarse del todo ni por sí solos ni por comunión con los cuerpos sometidos a semejante tensión. Así como existe también la posibilidad, en un acto de libertad, de dejarse invadir por agentes extraños venidos no se sabe de dónde o brotar misterios interiores eternamente aletargados. Así, como un buen mal, quiso la poesía habitar en Beatriz García y tomar forma humana" (Tomado del prólogo).


EL LIBRO
     Un tránsito entre "los días de la desposesión" hasta desembocar en una sentencia entre lo cabal y lo conformista: "quedémonos en lo que fue, sigue siendo y será". Un tránsito con mucha lluvia y una música persistente. Tanto que nos recuerda a Vicente Aleixandre, el poeta del amor, del ritmo y de la música. Formas y estilo responden a esas mismas materias.

EL TEXTO
"He aquí...

Corazones hundidos,
en tierras arrasadas de soledad,
aliento de inalcanzables latidos.

Donde las piedras
seducen a la vida,
y triunfan sobre el enigma del tiempo.

Lugar de permanencia.
Destino de la desposesión.
Vínculo eterno".