Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 30 de octubre de 2022

Octobre

            Puestos a elegir, me quedo con este mes escrito en francés. En parte porque uno es un afrancesado y no lo oculta, pero también y sobre todo porque Octobres, en plural, era el título de una revista literaria que mi amigo Christophe Dubois me enviaba hace años por correo postal mientras la publicación tuvo vida. Es el sino doble de ese tipo de revistas: títulos evocadores y existencias efímeras.

 

            Posiblemente no añado nada nuevo si coloco Espadaña en la cima de ese poder sugerente. Lo mismo que si digo que en el polo opuesto se sitúa, a mi juicio, Cuadernos Leoneses de Poesía. La primera nos abre un horizonte; la segunda, apenas un pupitre o un sillón orejero. En medio se suceden otros nombres con una potencia más bien opinable: Claraboya, Yeldo, Alcance, Margen… Con todo, nada que ver con la deriva posterior de otros títulos urgidos por unos tiempos que reclamaban el impacto o la provocación: Vinalia Trippers, Azul eléctrico, The Children’s Book of American Birds, Meando contra viento o Fake, por ceñirme tan solo al trabajo que para el MUSAC elaboraron en 2014 Eloísa Otero, Vicente Muñoz y Víctor M. Díez. Y, por otro lado, precisamente ahora, cuando todos recordamos al “Ruinas”, Miguel Suárez, obligado resulta citar dos iniciativas en las que él tuvo un papel capital: El signo del gorrión y Un ángel mas. Las dos con una capacidad de fascinación inabarcable.

 

            No obstante todo lo anterior, el repertorio de títulos es inmenso y no siempre afortunado, a pesar de que las intenciones literarias se deben dar por supuestas. No pasaron a la historia, pero conviene recordar en este catálogo dos publicaciones menores (seguramente hubo más) que nacieron en el ámbito universitario a principios de los ochenta y que enseguida murieron: La estatura fundamental y El catre. No fueron muy certeros quienes decidieron sus nombres, la verdad, y quizá en ello vaya también su condena inmerecida. Comparadas con todo el elenco anterior, suenan a clandestinidad vocacional. Y así fueron, doy fe.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 30 octubre 2022

martes, 25 de octubre de 2022

ALBERTO GONZÁLEZ LLAMAS: Los días del carbón más brillante

EL AUTOR

     Alberto González Llamas fue minero y, por tanto, conoce de primera mano las historias que relata. Ha sido también sindicalista, desde representante de sus compañeros hasta dirigente en varias estructuras de Comisiones Obreras. Ha publicado otros relatos en diversas antologías y mereció el premio del Club Xeitu por su trabajo “Toponimia de Villaseca de Laciana” publicado en 2020.

 EL LIBRO

      Los días del carbón más brillante retrata en sus sesenta y dos historias los usos y modos de estar, la existencia frente a la mina y la presencia en calles y caminos de los pueblos carboneros. Los protagonistas son gentes en lucha por su dignidad dentro y fuera de la mina, que viven además las tragedias, mitos y supersticiones de su entorno. Por último, aparecen también referencias a ciertos acontecimientos reivindicativos como la Marcha Negra o la participación como mineros-actores en programas de televisión.

EL TEXTO

     "No hay pueblo minero que pueda seguir adelante con presencia de ánimo, mientras el cuerpo de un vecino permanece bajo cientos de metros, sin poder despedirse de él. No llegará el sosiego hasta ver a quién se ha llevado la mina, junto a todos los difuntos, bajo una cruz; de ahí ese afán en recuperarlo cuanto antes, a riesgo de quien lo intenta".



domingo, 23 de octubre de 2022

Cumpleaños

            Antes de que esta mañana se enciendan las redes delatoras con el on de nuestras pantallas y lo canten al mundo, lo confesaré yo mismo: sí, hoy es mi cumpleaños.

 

            El paso del tiempo, aparte de por otras muchas erosiones, se reconoce en las unidades de medida con las que la vida se va almacenando en nuestra memoria: primero lo hicimos en años, luego en lustros, hoy en décadas. Pronto la magnitud será única: la existencia toda. Y punto. Ese devenir ineludible puede ser mucho más amargo, imponderables al margen, si la actitud con la que se sobrelleva se reviene sobre sí misma y se aleja del propio fluir del mundo. Es lo que señalaba hace ya décadas Manuel Vicent: se envejece antes, venía a decir, cuantas más veces nos llevemos las manos a la cabeza y nos asombremos por cuanto ocurre en el entorno como algo extraño y ajeno a nosotros. Desconozco si ése seguirá siendo su pensamiento, dado el vértigo de cuanto ocurre: posiblemente el suyo fuera un pensar más bien del siglo XX. Porque lo difícil hoy, sinceramente, es no quedarse atónitos.

 

            Muy distinto es que ese quedarse pasmados se transforme en vinagre y se arroje sobre los demás en forma de palabras arbitrarias, algo que va siendo demasiado común en cualquier ámbito de nuestro entorno. En tal caso, el envejecer, se tenga la edad que se tenga en ese preciso instante, no tiene remedio. La sociedad española muestra ese perfil en la actualidad: una sociedad avejentada por la mala baba mucho más que por los datos demográficos. Años, lustros y décadas se amontonan de un modo desordenado en los discursos, en las tertulias y en las conversaciones, y, en lugar de ver con perspectiva de futuro, nos empeñamos en recuperar ideas y emblemas de un pasado muerto. Tampoco el mundo en general lleva una deriva diferente, lo cual, desde luego, no es ningún consuelo.

 

            Así pues, cumplo años, sí, pero en la medida en que lo hago sin participar de esa bilis tóxica que amenaza cuanto somos, creo que los cumplo bien. Es a lo que deberíamos aspirar.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 23 octubre 2022

domingo, 16 de octubre de 2022

Ricos

            Leo, y no me sorprendo, el siguiente titular en un medio de comunicación digital: “León es la novena capital de provincia del país con mayor número de ricos”. Otros medios, también éste, se hacen eco de la misma información, aunque con menor énfasis y con redacción más discreta: “León entre las provincias con renta neta media por habitante muy alta”. Finalmente, otros diarios, con o sin intención deliberada, ni reparan en ello. Los datos que habitan detrás de esos títulos proceden del Atlas de Distribución de Renta de los Hogares, elaborado por el INE; es decir, no son simples banalidades ni opiniones gratuitas en una tertulia.

 

            Conviene, a mi modo de ver, enfrentar este paisaje con el dibujado por todos los medios, esta vez sí, y portavoces acerca del negrísimo panorama de la provincia, evidenciado por el fracaso, dicen, de la llamada Mesa por León. En ese plato todo el mundo moja y remoja hasta desatar un fuego cruzado donde nadie se salva. O sí: se salvan precisamente esos ricos de los que nadie habla o de los que nada se espera. Todos son culpables de nuestra desdicha, todos: partidos, gobiernos, sindicatos, empresarios… Todos menos los ricos, quienes, según el INE, colocan a León incluso por delante de Valladolid en el ranking nacional.

 

            ¿Es, pues, un conflicto solo territorial el nuestro o es un conflicto de clase? Y si es de clase, como así parece también, ¿cuál es el papel que corresponde a las organizaciones de clase obrera? Porque el de las clases enriquecidas está muy claro: ausentarse. Para ellas ni hay problema territorial ni de otro tipo, salvo el fiscal. Aunque, ya puestos, también les encanta lucir banderas y pendones. Por la cosa tradicional, se supone, que es tan de su gusto. ¿Por qué se dice ahora que no hablemos de ricos y de pobres? Muy sencillo: porque aquí y en España toda se pretende obviar una vez más la dolorosa disputa entre capital y trabajo. Son ellos, los ricos, quienes sí tienen la conciencia de clase más que viva. Y en León ni te cuento.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 16 octubre 2022

domingo, 9 de octubre de 2022

Paradoja

            La paradoja, otra figura para definir esta edad. Al menos la mudanza entre edades históricas por donde aún atravesamos.

 

            Toda época de tránsito como la nuestra se nos aparece contradictoria en lo inmediato, posiblemente porque en ese trance conviven elementos extremos que pugnan por reinar en el futuro o por pervivir desde el pasado. Además, el presente actual es especialmente notable en materia de opuestos, en tanto que no se trata de un simple vaivén sino que, según palabras viejas de Juan Goytisolo, “estamos al cabo de un ciclo histórico y de una crisis de civilización”. No es extraño, por tanto, que convivan en nosotros y entre nosotros lo estable con lo voluble, lo pasajero con lo perdurable y la eventualidad con la sustancia. Es más, hasta que averigüemos en donde hemos desembocado a la postre, la paradoja será con toda seguridad la figura que ilustre este camino y sobrados andamos de ejemplos en tal sentido.

 

            Seguramente, esta convivencia entre extraños, este matrimonio sin lógica explica en parte la gran desorientación que nos domina y que, en el peor de los casos, nos paraliza. Pero eso tampoco impide que unos y otros extremos se manifiesten con rotundidad incluso en los hábitos más cotidianos: lo individual narcisista se mezcla sin traumas con lo reticular y así nuestra sociedad no podría existir ya sin lo uno ni lo otro, pues al cabo son cara y cruz de una misma moneda. Tejemos redes con la misma facilidad que nos replegamos sobre nuestros capullos. Voceamos la indignación con el mismo repertorio argumental con el que abrigamos la resignación. Nos manifestamos o nos aislamos, tanto da, sin aparente incoherencia.

 

            Si al menos, de un modo cabal, fuésemos conscientes de nuestras contradicciones, otro gallo nos cantaría y no seríamos nosotros mismos quienes presumiésemos del canto, como si fuese el canto único. Esa actitud nos aleja de la paradoja literaria y nos acerca al dogmatismo insoportable. No hacemos literatura, sino religión. No convivimos, nos repelemos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 9 octubre 2022

viernes, 7 de octubre de 2022

JULIÁN ARIZA: El precio de la libertad

EL AUTOR

     Julián Ariza nace en el año 1934, en plena República, cuando faltaba poco para que se iniciase la Guerra Civil. Comenzó a trabajar en la fábrica Pérkins, donde conoció a Marcelino Camacho. Junto a él sería uno de los fundadores de Comisiones Obreras. Ha militado en el Partico Comunista de España, en el Partido de los Trabajadores de España-Unidad Comunista y en el PSOE. Fue así mismo consejero y Vicepresidente del Consejo Económico y Social de España, adjunto a la Secretaría General de CCOO y Presidente de la Fundación 1º de Mayo.

EL LIBRO

      El precio de la libertad recoge los acontecimientos cruciales de la vida de Julián Ariza, que es tanto como decir acontecimientos cruciales en la reciente historia de España: la fundación de las Comisiones Obreras, la relación con Marcelino Camacho, su detención por la Brigada Político-Social y su paso por la cárcel de Carabanchel, su apoyo a Santiago Carrillo, la legalización de los partidos políticos durante la Transición y las grandes huelgas; en suma, su experiencia política y sindical, en la que va desgranando sus convicciones, lealtades y decepciones. Como dice Joaquín Estefanía en el prólogo: “Debemos mucho a este sindicalista español, que ha hecho historia. En todo momento, este libro activa la convicción de que no siempre es imprescindible subdividir entre lo grato y lo ingrato, y de que la disparidad de experiencias nos enriquece como seres humanos. Es decir, lo contrario del fanatismo".

EL TEXTO

     "Dicho todo esto, seguramente lo que perdurará en la memoria de futuras generaciones será la contribución de Carrillo y su partido a la Transición, que aquí se realizó de una dictadura a una democracia. Justo una de las páginas más gloriosas de aquel PCE, cuyos herederos han contribuido a enturbiarla y denostarla. Todo un ejercicio de estupidez e ignorancia, más que de mala fe".


 

domingo, 2 de octubre de 2022

Aliteración

            Aunque la retórica como disciplina sea despreciada en esta edad y permanezca ausente de las comunicaciones donde debiera servir de regla, triunfan sin embargo las figuras retóricas meramente enfáticas o decorativas. Si dijimos que es ésta una edad hiperbólica, diremos ahora que es también aliterativa, si se nos permite calificarla así.

 

            La aliteración es, como sabemos, la repetición de sonidos con fines expresivos. Es decir, una nueva figura retórica, cuyos resultados literarios son más que efectivos. No así en su uso corriente e impetuoso, que es a lo que aquí nos referimos. En el primer caso, ofrece ejemplos tan notables y conocidos como los versos de Garcilaso de la Vega -“en el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba”- o de Rubén Darío -“bajo el ala aleve del leve abanico”-. En el segundo, sólo hay sonido sin significado, estruendo la mayor parte de las veces, un alboroto general que atormenta y que es lo que, a la postre, define este tiempo.

 

            El mensaje es el ruido que llama nuestra atención, desde el sonido del claxon de tractores en una manifestación hasta el redoble de tambores en una procesión intempestiva, ambas cosas muy cercanas en el tiempo y en el espacio desde los que escribo. Pero también, si lo pensamos, la simple amenaza nuclear que resuena como un auténtico estallido. O, en fin, las palabras apenas masticadas a título de insulto por un vicepresidente de nada en un parlamento estilo granja. Cláxones, tambores, amenazas de dementes e insultos de señorito son, entre otras, las aliteraciones de esta época, donde apenas cabe la poesía o la verdadera retórica.

 

            No deja de ser paradójico, pues, este escenario (paradoja: otra figura también muy del ahora), donde los vacíos discursivos o su directa manipulación se llenan de recursos valiosos empleados sin valor pero sí con afán de impacto. Al cabo, es lo único que tienen en común los dos tipos de aliteración: nos impactan emocionalmente, ya sea para bien, ya sea para nuestra desdicha.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 2 octubre 2022