Blog de Ignacio Fernández

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jueves, 30 de septiembre de 2021

CARMELO ROMERO: Caciques y caciquismo en España...


EL AUTOR

     Carmelo Romero Salvador (Pozalmuro, Soria, 1950) es Doctor en Historia, profesor titular, jubilado, de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza y maestro de historiadores. Ha dedicado buena parte de sus publicaciones a cuestiones electorales, con especial atención a las relaciones de poder en las distintas coyunturas.

EL LIBRO

     “Caciques y caciquismo en España (1834-2020)” ofrece una visión completa del fenómeno del caciquismo desde la primera mitad del siglo XIX hasta la actualidad. El caciquismo no comenzó en tiempos regeneracionistas, pero fue entonces cuando se acuñó como uno de los “males de la patria” que aquejaban a la España del momento, con un imperio derrotado y su futuro puesto en duda. Hoy, es probable que algunas de las formas bufas del caciquismo —adulteraciones de censos, pucherazos, compras de votos, votos de muertos, “partidas de la porra”— nos hagan sonreír y concluir que aquellos tiempos y modos ya pasaron. ¿Es el caciquismo una mera antigualla? La respuesta solo es posible con la visión de largo plazo que aporta Carmelo Romero, que va trazando con precisión e ironía esas “geografías de la influencia” que se complementan con abundante material gráfico de los entramados familiares y de poder de cada momento histórico. Sin duda, el contexto actual ha variado sustantivamente: los políticos se encuentran hoy con otros desafíos y ya no pueden contar con la sumisión de los votantes. Estrategias más sutiles (propaganda electoral, listas cerradas, dominio de los aparatos de los partidos...) son algunas de las manifestaciones presentes del prolífico sistema clientelar.

 

EL TEXTO

 

      "La histoira es una herramienta de reflexión y análisis para tratar de entender los porqués, los cómos y los para qué y, en función de ello, plantearse y abordar cada uno de nosotros, como individuos y como componentes de una sociedad, nuestra entraña de ser y nuestro modo de actuar".


domingo, 26 de septiembre de 2021

Tren

 

            Hace años que nadie se detiene a ver pasar los trenes. Ya no pasan. Ahora se sotierran haciendo gala de un verbo mortuorio que los esconde como si se tratara de una mala vergüenza. También se suprimen. La eliminación de los trazados ferroviarios del entorno urbano, bajo el pretexto de la integración de las ciudades, es en realidad el triunfo del automóvil sobre otros medios de transporte. Incluso se llevan las estaciones a un lugar apartado, como en Segovia o Burgos, y se habilitan avenidas y rotondas y circunvalaciones para que el coche nos conduzca hasta ellas. Y cuando se opta por la cancelación de servicios también nos arrojan a los volantes y a las autovías que, al contrario que los trenes, nunca han dejado de conquistar territorios, hasta en la España hueca. Eso demandan en Soria antes que mayores y más dignas ofertas ferroviarias: ¡autovía ya!, dicen las pancartas a lo largo de la desgastada N-122, a pesar de que casi en paralelo discurre la muy olvidada línea de tren entre Valladolid y Ariza. ¿Quién entonces habría de detenerse a ver pasar los trenes? ¿Quién, no tan viejo como yo, iba a perder el tiempo en esas menudencias?

 

            ¡Ah, sí, la velocidad! He ahí el gran mito que nos trastorna. Ya no hay distancias, sino tiempo; ya no hay viajes, sino llegadas. A ello se supedita todo y por ello se entierra lo veloz o se anula lo lento. Hay prisa por llegar aunque la estación término sea obligatoriamente la capital de España hacia donde todo nos enfoca sin remisión. Casi nadie va en tren a Busdongo o a Brañuelas porque los trenes ya casi ni se detienen en esas vías muertas, tan alejadas de la influencia madrileña que es la que determina todos los mapas y todas las conexiones. Busdongo, de hecho, ha quedado sepultado por un túnel líquido que, desde La Robla, desemboca en Campomanes, al otro lado de la cordillera. No quedan estaciones intermedias. Se soterraron para toda la eternidad. Como a todos aquellos que mirábamos pasar los trenes soñando con viajar hacia el norte.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 26 septiembre 2021

viernes, 24 de septiembre de 2021

VV.AA.: Conciencia de clase... II

 LOS  AUTORES


     Como en el primer volumen del mismo título varios y diversos son los autores de los relatos que en el libro se incluyen, si bien en este libro todos ellos comparten un tono mucho más literario que en el anterior. No obstante, hay rigor en todos: Marta Sanz, Daniel Bernabé, Aitana Castaño, Luisgé Martín, Nativel Preciado, Olga Martínez, etc.

EL LIBRO

     Desde la emoción, relatos que abordan de nuevo historias obreras, cercanas y alejadas en el tiempo, con el común denominador de ser historias deonde el mundo del trabajo es el protagonista. Imprescindibles para entender el valor de la lucha por la dignidad y por la democracia.

EL TEXTO

     Dice Ana Pardo de Vera en el prólogo ante la realidad actual del mundo del trabajo: "¿Cómo diablos hemos llegado hasta aquí si la conciencia sindical forma parte de nuestro decálogo de mandamientos del buen empleo? ¿A qué resistencias se enfrentan las fuerzas sindicales para que el mantra sobre su indispensabilidad encuentre tantas dificultades para tatuarse en el alma misma del colectivo obrero?".



domingo, 19 de septiembre de 2021

Consultorios


            En el último año de internado, llegado el momento de elegir delegado de curso, nuestro tutor tuvo una idea tan brillante como retadora para el antiguo régimen: celebrar una asamblea didáctica donde cada candidato pudiera exponer y defender libremente su programa. Uno de ellos, listo como ninguno hasta el extremo de que años después llegó a ser concejal de cultura, nos prometió que si le votábamos nos instalaría duchas individuales y personalizadas para cada uno de nosotros. Sabía que eso nos iba a rendir a sus pies, del mismo modo que sabíamos nosotros que era misión imposible. Y así fue: ganó la elección, pero no hubo más duchas que las que ya había en aquella universidad laboral, cuyo uso, como puede suponerse, era más bien un multiuso.

 

            Pasado el tiempo y mudado el régimen, en plena época de excesos, si recuerdan, los partidos políticos concurrían a las elecciones municipales prometiendo construir o adecuar consultorios médicos en todos los pueblos de cada ayuntamiento. Sabían también, como nuestro compañero, que era un asunto que rendiría votantes y que al cabo no trastornaría en exceso presupuestos. Al contrario, si a alguien afectaría sería en todo caso a la administración obligada a garantizar la atención de los profesionales, es decir, la Consejería de turno, con la cual evidentemente no había nada que coordinar ni que planificar. A ver quién se atrevía a decir que no con la instalación recién inaugurada con un vino español y con presencia incluida de la Delegación Territorial correspondiente.

 

            Hasta que hubo un crac, y luego otro crac, y hubo recortes y amputaciones y limaduras, y nos hicimos aún más mayores y pasivos y hubo jubilaciones y pandemias y ultraliberales gobernando y así. De manera que tampoco ahora habrá quien le ponga el cascabel al gato, ningún cascabel a ningún gato, haya o no alternativas cabales. ¿Quién va a renunciar a qué a estas alturas? ¿Quién va a gestionar lo público con otros horizontes? ¿Quién va a pagar más impuestos? ¿Quién da la vez?

 

Publicado en La Nueva Crónica, 19 septiembre 2021

domingo, 12 de septiembre de 2021

Dragón


            Llega ahora el dragón. En medio de la reescritura de la historia y de sus aspectos más legendarios a gusto de consumidor, alguien ha tenido la ocurrencia de reconocer en ese animal fabuloso el trasunto del virus maligno y, claro, en el santo que lo combate, en su origen para salvar no se sabe si a una doncella o a un reino, a quienes han hecho frente a la amenaza de la enfermedad. Unido esto a la disneylandización progresiva así de nuestros entornos urbanos como de quienes los habitan, la materialización del capricho se convertirá pronto en otra escultura infame más que tendremos que soportar.

 

            Sucede esto en la ciudad de León. Podría ocurrir en cualquier otra porque el mal gusto no tiene fronteras, aunque –reconozcámoslo también– por fortuna las hay con más estilo. O debiéramos decir que son sus gobernantes quienes tienen mal gusto o buen estilo, pues al cabo nada se lleva a efecto sin su beneplácito. En el caso y en el territorio que nos ocupan, de lo primero hay para exportar: tanto da cabezas de leones que marquesinas in para terrazas vip. No es una pandemia, es una plaga.

 

            Pero en lo que aquí nos trae, al mal gusto estético se suma el significado que una vez más se nos cuela de soslayo: la exaltación del caballero, del soldado, del mártir y del santo, todo ello muy bonito para cruzados medievales, pero anacrónico para los tiempos afganos en que malvivimos. O quizá sea precisamente una señal de esos tiempos dicha medievalización. No deja de ser curioso, si no fuera por la ideología que se oculta detrás, que aparezcan como impulsores de esa vergüenza tanto el Colegio de Médicos como el de Enfermería, instituciones también bastante trasnochadas, y que, como decimos, el Ayuntamiento aplauda con las orejas porque todo le vale sin más reflexión. El caso es llenar la ciudad de telares.

 

            En fin, es hora de defender el honor del dragón frente a esa épica pueril y reconocernos en un ser que históricamente ha sido siempre más presa que cazador. Como la mayoría de nosotros.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 12 septiembre 2021

domingo, 5 de septiembre de 2021

Descartar

 

            Progresa adecuadamente un nuevo término a punto de ponerse de moda y de vaciarse de contenido: descartar (en sus diversas variantes). Iniciaron la carrera, para variar, los medios de comunicación con una coletilla que se repite inalterada cada vez que se habla de un suceso por lo general morboso: “la policía no descarta ninguna hipótesis”. Tomaron el testigo acto seguido los comentaristas deportivos para hablar de los “descartes en las alineaciones”. Y ahora ha llegado nada menos que el Papa para relacionar, nada menos también, la eutanasia y el aborto con “la cultura del descarte”. Todo tiene su sentido, por supuesto, pero acabará por no tenerlo. Al menos yo no lo descarto.

 

            Lo de Francisco, Bergoglio o Papa –toda una trinidad en su persona– tiene interés, no obstante, porque nos remite a un supuesto colectivo formado por las personas descartadas, nacidas o no, si bien en su discurso se refiere tan sólo a los “viejos”, a los “enfermos más terminales” y a “los chicos no queridos”. Los extremos de la vida y de la muerte siempre han sido objeto de atención para la Iglesia Católica y para sus pontífices todos, aunque no tanto el cogollo de la vida y de la muerte misma, donde en la mayor parte de casos reside precisamente la razón de ser de la eutanasia y del aborto. Por eso es interesante el término que acuña como “cultura del descarte”, si bien lo que habría que pedirle es que concretase un poco más el universo de los descartados en vida, si es que los hay y si es que reclaman también su consideración y la de la fe que él dirige.

 

            Porque, sin entrar en disputas teológicas que no vienen al caso, lo cierto es que las desigualdades terrenales de todo tipo son las que descartan a los seres humanos, así en Roma como en Texas, y no el cielo que nos tienen prometido. Esto es así no sólo por razón de vejez, enfermedad o no nacimiento, sino a causa del existir sin más. Del mal existir, debiera decirse. Es, por lo general, en ese terreno donde todas las religiones se descartan.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 5 septiembre 2021